¿Quién es mejor anfitrión: Pekín o Johannesburgo?

  • Faltan menos de dos semanas para el Mundial y Sudáfrica ha conseguido tener listos sus nuevos estadios, la remodelación del aeropuerto y otras infraestructuras. Aunque la espectacularidad de la inversión de Pekín es difícilmente emulable, y más en un país donde la mitad de la población está por debajo del umbral de la pobreza, Sudáfrica ha hecho importantes esfuerzos por ofrecer a los visitantes que llegarán ahora a Johannesburgo las mejores condiciones posibles.
El Soccer City se estrena con la final de Copa
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Erin Conway-Smith | GlobalPost

(Johannesburgo, Sudáfrica). A menos de dos semanas del saque de honor para iniciar el Mundial de Sudáfrica, la muestra más evidente de que el mayor campeonato de fútbol ha llegado a Johannesburgo es la marea de vendedores ambulantes que ofrecen banderas en todas las esquinas de la ciudad. Y lo más sorprendente es que los conductores se detienen y compran.

Desde unas destartaladas camionetas hasta unos modernos Mercedes Benz, todos inundan los calles con la bandera sudafricana en la ventana trasera o colgando del espejo retrovisor. Pero más allá de las banderas, la mayor parte de Johannesburgo –sede de los estadios donde se realizarán los partidos clave del Mundial- se ve igual que siempre. Las zonas más pobres siguen igual, el centro sigue siendo sucio y cayéndose a trozos y los barrios de los ricos mantienen sus altos muros y rejas eléctricas.

Los baches aún no han sido reparados después de las lluvias de verano y algunos de los accesos más importantes están aún en construcción. Es verdad que la carretera hacia el aeropuerto está más limpia y también se ven los paneles de las obras relacionadas con el Mundial. Pero esto parece ser todo en cuanto a mejoras antes del gran acontecimiento.

El Mundial de Fútbol es algo así como la presentación en sociedad de Sudáfrica. La misma idea utilizó China cuando realizó los Juegos Olímpicos de Pekín hace dos años. Sin embargo, en la capital china, donde viví durante los Juegos, no había duda que estábamos frente a algo grande, muy grande.

La cita olímpica provocó una renovación increíble en Pekín porque las autoridades querían presentar una imagen moderna hacia el mundo: los barrios antiguos desaparecieron de un plumazo. Se levantó un enorme aeropuerto, se amplió considerablemente la red de metro y se construyeron líneas de ferrocarril hacia las ciudades cercanas donde también se organizaban competiciones olímpicas.

Y por supuesto, se levantaron unas instalaciones deportivas fabulosas. No había derecho a discrepancias y quienes estaban en medio del lugar por donde pasaban las obras, eran recolocados inmediatamente si era necesario. A medida que se acercaban los Juegos, Pekín, una ciudad normalmente gris, lucía un brillo y una limpieza que parecía como si toda la ciudad hubiera pasado por un túnel de lavado de coches.

De hecho, después de los Juegos de Pekín, cualquier acontecimiento deportivo parece un campeonato de atletismo inter-escolar. Pero el Mundial de la FIFA y el mes de competición que ofrece son algo mucho más grande que los Juegos Olímpicos: es el acontecimiento deportivo más visto del mundo. Se calcula que unos 30.000 millones de personas seguirán los 64 partidos, en comparación con los 4.700 millones que vieron los Juegos.

El coste total de la cita de Pekín superó los 40.000 millones de dólares, una cifra enorme comparada con los 5.000 millones que Sudáfrica ha destinado al Mundial. Pero tampoco es despreciable teniendo en cuenta que se trata de un país en vías de desarrollo. Pekín hizo todo lo que estuvo a su alcance para cambiar la ciudad. Sudáfrica, y Johannesburgo en particular, podrían haber aprovechado la ocasión para promover una mayor transformación.

El país ha construido algunos estadios bastante impresionantes que seguramente provocarán una impresión positiva a quienes lo vean por televisión, en especial el estadio Soccer City en forma de cuenco africano, en Soweto, o el estadio Moses Mabhida, de Durban, que ofrece unas espectaculares vistas del océano Índico desde el teleférico que llega a las instalaciones.

El aeropuerto internacional O.R. Tambo, la principal puerta de entrada al país, ha sido remodelado y ampliado y pronto se inaugurará una línea de tren de alta velocidad que unirá la terminal aérea con el barrio de Sandton, en Johannesburgo. Los accesos a los estadios también han sido reparados y se inaugurará una nueva red de autobuses para transportar a los visitantes.

Sin embargo, la infraestructura del transporte público sigue siendo un caos. Los expertos advierten que los fanáticos que hace cuatro años aprovechaban la red de alta velocidad durante el Mundial de Alemania, se encontrarán con una desagradable sorpresa cuando intenten desplazarse por Sudáfrica.

Uno de los mayores problemas es la deficiente infraestructura básica. Sudáfrica tiene una falta permanente de electricidad y muchas áreas de Johannesburgo registran constantes apagones, pese a las garantías de que habrá suficiente energía para el Mundial. Sudáfrica tiene previsto comprar electricidad a algunos países vecinos durante la cita deportiva, entre ellos, Zimbabue, que tiene sus propios problemas de apagones.

Mientras tanto, en la flamante terminal de aeropuerto, las autoridades no dan abasto para controlar los robos desmedidos de equipajes, un problema que viene de lejos y que tendría su explicación en un grupo de delincuentes, aparentemente incontrolables.Las huelgas también han afectado a la construcción de los estadios y la expansión del transporte público. Hace poco los trabajadores ferroviarios dejaron sin transporte a dos millones de personas.

Los trenes serán muy importantes para el desplazamiento de los visitantes.Sudáfrica desea desesperadamente que los extranjeros seguidores del fútbol asistan al Mundial. Sin embargo, las cifras están muy por debajo de las expectativas, principalmente debido a los costes del viaje. Otros seguidores han optado por quedarse en casa debido a la alta tasa de delincuencia de Sudáfrica. Los cálculos hablan de unos 220.000 turistas con motivo del Mundial, menos de la mitad del medio millón que se esperaba hace sólo unos meses.

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