"Tubing", una arriesgada aventura de moda entre los mochileros en Laos

  • El "Tubing", que consiste en descender con un neumático un tramo del río Nong en Laos, es hoy una de las experiencias que más atraen al creciente número de turistas que llegan aparentemente sanos y de salen de aquí malparados.

Noel Caballero

Vang Vieng (Laos), 29 nov.- El "Tubing", que consiste en descender con un neumático un tramo del río Nong en Laos, es hoy una de las experiencias que más atraen al creciente número de turistas que llegan aparentemente sanos y de salen de aquí malparados.

Esta práctica se basa en dejarse arrastrar por la fuerza de la corriente sobre la cámara interior de un neumático de tractor a lo largo de un tramo de 3,5 kilómetros del río a su paso por la localidad de Vang Vieng, en la región del norte y que ya es parte de la ruta seguida por el turismo que visita el país indochino.

Una diversión de apariencia simple si no fuera porque muchos de quienes deciden experimentarla lo hacen después de haber consumido alcohol en los bares levantados en ambas orillas del río.

"El problema es practicar este deporte de riesgo habiendo consumido alcohol u otras drogas más fuertes", indica a Efe el doctor Knott del centro sanitario de Vang Vieng.

"Cada día atendemos a alrededor de diez turistas con diferentes contusiones o grados de esguinces", apunta el médico.

Las empresas organizadoras de estos descensos apuntan que se trata de inofensivo deporte de aventura, pero en la clínica no creen lo mismo a raíz de los heridos que atienden y por haber intentado, sin éxito, salvar la vida a algún que otro accidentado.

Hacia eso del mediodía, jóvenes turistas en bañador y camiseta se se congregan en el bar de salida de meta tras cruzar un puente de bambú cuyo peaje obligatorio es beber un chupito de aguardiente local.

El bar de salida es uno más de entre la decena de los locales donde los participantes paran un rato para consumir bebidas alcohólicas mientras continúan con el descenso fluvial.

Para que haya mayor diversión en las pausas durante el recorrido, las cantinas ponen a disposición de los participantes unas piscinas de barro en las que ebrios fingen pelearse y se lanzan en tirolina al río desde varios metros de altura.

"Es una experiencia única, se le sube a uno la adrenalina con eso de saltar al agua desde siete metros de altura", dice Bob Brett, un joven estadounidense visiblemente afectado por el alcohol.

A pesar de que en el río han colocado señales que indican el lugar recomendado para tirarse al agua, muchos son los que se juegan el físico al arrojarse desde otros sitios de la orilla, algunos de ellos haciendo acrobacias.

"Me recuerda al 'Balconing'", apunta David Silva, un turista español que se ha acercado al cauce atraído por la propaganda acerca de esta práctica, similar a la de arrojarse a una piscina desde un balcón, una moda que ha causado varios muertos en España.

Laos, que durante la década de los noventa fue lugar de parada y fonda del turismo occidental que recorría la ruta de asiática de la droga, busca con la promoción de estas experiencias de riesgo una alternativa para atraer el turismo más joven.

Pero, a pesar de que el consumo de drogas fue prohibido, el trajín de estas por los bares de la ruta del "Tubing" es constante y supone una de las principales fuentes de ingresos de los comercios de la zona en la que se percibe la avidez por el dinero.

Desde la década de 1990, Laos comenzó el desarrollo de la industria turística para adaptarse de manera progresiva al turismo de masas como una forma de ingreso para la economía rural que se extiende por el país y perdió su esencia de destino minoritario.

Según los datos registrados por la Administración Nacional de Turismo de Laos, en 1991 apenas visitaron el país 5.000 visitantes, mientras que las cifras de 2009 sobrepasan los dos millones.

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