"Pueden destruir las tiendas"

Un empresario español en el frente de Ucrania: "El mercado se ha paralizado"

La Información contacta con un testigo directo que vive en Jersón, una ciudad que ya se encuentra bajo el dominio de los tanques de Putin.

julio suarez
Un empresario español en el frente de Ucrania: "El mercado se ha paralizado".
Comercial Española Cortuhondo

La bandera rusa ya ondea en Jersón (una ciudad al este de Ucrania y a pocos kilómetros con la frontera rusa). Su aeropuerto ha sido bombardeado y las carreteras que comunican con la ciudad están siendo patrulladas por tanques rusos. Bajo una neblina grisácea fruto de los cañonazos de las tropas de Putin y a través de una carretera escarpada por escombros, se atisba un coche blanco a gran velocidad que se dirige hacia la ciudad. En el interior se encuentra la secretaria de Julio Suárez, un empresario español que lleva una década trabajando en el país como intermediario entre exportadores españoles e importadores ucranianos.

El miércoles 23, el hijo de Julio, Vitalii, fue a visitar unas instalaciones a las afueras de Jersón. El objetivo de dicha visita estaba relacionado con un proyecto que estaban estudiando con una multinacional. La amenaza de invasión seguía presente, pero ya eran muchos meses así. Los ciudadanos lo habían naturalizado hasta tal punto que pensar en ello no formaba parte de la tediosa rutina. Pero esa noche todo cambió. A las seis de la madrugada la ciudad comenzó a temblar y se escucharon los primeros bombardeos. "No teníamos ni la más remota idea de que pasaría esto. Estábamos convencidos de que no pasaría nada", dice al otro lado del teléfono Julio, con una voz contenida. 

"Hay que buscar los medios para salir de Jersón". Esta fue la primera y única decisión que la familia de Julio tomó cuando se levantaron sobresaltados de sus camas por aquel ruido tan inusual. Esa iniciativa fría -empujada por el miedo y el instinto de supervivencia- no mostraba las consecuencias de lo que aquello supondría: estaban a punto de dejar la ciudad que tantas oportunidades de negocio y tantos momentos entrañables les había brindado. Pero salir de Ucrania iba a convertirse en una misión imposible para ellos. El aeropuerto de la ciudad había sido bombardeado, por lo que la huida a Turquía quedó descartada. La segunda opción consistía en viajar en coche hasta Moldavia, pero a medio camino los rusos ya habían ocupado Odesa, el puerto clave del sur del país. La solución final no fue otra que resguardarse en el interior de sus casas.

Mientras, la empresa de Julio -llamada Cortuhondo- se enfrenta a los efectos más perversos de una guerra. "El mercado está paralizado. No hay ningún tipo de intercambio ahora mismo. Hoy he hablado con el distribuidor de Codorníu y me ha dicho que está asustado porque la gente está yendo de forma masiva a comprar y puede existir el riesgo de que destruyan las tiendas", afirma Julio. Un escenario que no solo afecta a las relaciones comerciales entre países, sino que se extiende a todos los sectores empresariales, "una amiga mía que trabaja en Danone le han dicho que no vaya a trabajar hasta nueva orden". Esta decisión la ve comprensible ya que él ha tomado la misma con sus cinco empleados. Ninguno de ellos ha decidido secundar las palabras de su presidente, que instaban a portar armas para defender el país.

De momento, los rusos solo están destruyendo polígonos industriales e instalaciones militares y, según Julio, no atacarán a los civiles. Pero este último mensaje parece no convencer a los ciudadanos ucranianos, que buscan a la desesperada cómo salir del país. Julio relata así la situación caótica que se vive: carreteras abarrotadas, demanda de gasolina disparada y vecinos agolpándose a las sucursales de unos bancos que han dejado de dar dinero. Para más inri, las tarjetas bancarias tampoco funcionan.

Pero el negocio de Julio no es el único español que está sufriendo esta situación. Según el ICEX (Instituto de Comercio Exterior) casi una treintena de empresas españolas tienen oficinas en Ucrania, entre ellas algunas compañías de renombre como Inditex, Amadeus o Mayoral. Y aunque todas ellas -excepto Cortuhondo- habían elegido un lugar alejado de la frontera rusa donde refugiarse, como Kiev, Lviv o Cherkassy, parece que esta 'prudente' distancia no ha sido suficiente. Aunque los analistas buscan diferenciar entre los términos de invasión y ocupación, cada hora que pasa el escenario se llena de más incertidumbre; lo que convierte a Ucrania -sin quererlo- en un lugar adverso para los empresarios.

Mostrar comentarios