Un maltratador se libra de la justicia gracias a su puesto de diplomático

  • En la India todos están pendientes del caso de un representante de la delegación de ese país en Londres. Reino Unido le quiere juzgar, pero el Gobierno indio le ha traído a casa gracias a la inmunidad diplomática. Muchos medios de comunicación han criticado la medida, pero otros la aplauden.
Hanna Ingber Win, Bombay (India) | GlobalPost
Hanna Ingber Win, Bombay (India) | GlobalPost

“Enviado avergüenza a la India”, “Disputa diplomática India-UK”, “¿Tapadera diplomática para violencia doméstica?”, “Maltratar a una esposa no tiene nada de diplomático”. Son algunos de los titulares que bullen estos días en la prensa india.

El caso de un alto diplomático indio que supuestamente maltrató a su mujer la pasada Navidad en su casa de Londres está generando bastante polémica y ha abierto un amplio debate en India, donde estos días se analiza desde el alcance de la inmunidad diplomática hasta cómo un supuesto marido violento pueden avergonzar a toda una nación.

Pero quizás lo más llamativo es que este caso retrata la contradictoria actitud hacia la violencia de género en la India, donde muchas comunidades todavía aprueban el abuso por parte de los maridos.

Según apuntan las informaciones periodísticas, Anil Verma, tercero en el escalafón del Alto Comisionado indio en Londres, tuvo una discusión en diciembre con su mujer, Paromita Verma, porque unos parientes de ella les regalaron un árbol de Navidad. La pareja se peleó, y ella salió corriendo y llorando a la calle de su tranquilo barrio en el norte de Londres con sangre en la cara.

El Ministerio de Asuntos Exteriores británico pidió a la India que retirase la inmunidad diplomática al marido, con lo que se quedaría sin protección y podría ser juzgado en Gran Bretaña. Pero la ex colonia rechazó esa fórmula y finalmente decidió llamar a su diplomático la semana pasada.

El Gobierno británico ha anunciado que se abrirá una investigación por violencia de género. Mientras tanto, Paromita Verma permanece oculta junto con su hijo de cinco años, de un matrimonio anterior, y ha pedido al Ministerio de Interior británico permiso para quedarse en el país.

Dada la posición de Anil Verma en la administración, la situación se ha dramatizado bastante. Pero aún así, el caso del “diplomático que pega a su mujer”, como lo han bautizado los medios, ha puesto el foco de atención en el día a día de la violencia de género en la India.

Haciéndose eco de una arraigada creencia de que las discusiones entre marido y mujer se deben de quedar en la intimidad, algunos comentaristas televisivos indios culpan a Paromita Verma de sacar este tema a la luz pública y sostienen que lo debería de haber resuelto de manera privada. Otros, a su vez, la acusan de montar revuelo por un simple incidente porque en realidad quería una excusa para lograr la ciudadanía británica para ella y su hijo.

“Algunos de los debates en la televisión han sido bastante atroces”, admite Kalpana Sharma, periodista y editora del libro “Missing Half the Story: Journalism as if Gender Matters” (Falta la mitad de la historia: periodismo como si el género importara). Los comentarios vertidos reflejan en realidad la actitud que mantienen muchos hombres aquí, que creen que no se debería de haber magnificado el incidente y que la familia debería de arreglar sus asuntos en privado. “Creo que esa actitud es la parte preocupante”, asegura.

Pero el caso también ha generado disgusto. La famosa periodista televisiva india Barkha Dutt escribió un mensaje en Twitter diciendo “El orgullo nacional radica en actuar rápidamente contra los hombres que maltratan, sin preocuparse del posible problema de relaciones públicas que puede acarrear el juicio”.

La ministra de Desarrollo de la Mujer y de la Infancia, Krishna Tirath, ha exigido “medidas rotundas” contra las personas con poder que cometen acciones como las de Verma, y el Alto Comisionado indio en Londres ha calificado la violencia de género de “totalmente inaceptable”.

La violencia de género afecta a una amplia parte de la sociedad india, donde el 35 por ciento de las mujeres entre 15 y 49 años dicen haber sufrido violencia física o sexual, según el Centro para la Investigación Sociológica indio, con sede en Delhi. La violencia marital ha sido la causa de heridas en al menos una de cada siete mujeres casadas o divorciadas.

“Definitivamente existe la sensación de que pegar a las mujeres no es algo grave”, afirma Madhumita Das, de la oficina regional para Asia del International Center for Research on Women. Aclara además que las estadísticas ni siquiera reflejan la verdadera extensión del problema, ya que “en la mayor parte de los casos las mujeres no denuncian [los abusos] por miedo”.

Dada la baja consideración que tienen las mujeres en muchos segmentos de la sociedad india, un caso de violencia de género entre una pareja de la élite no resulta del todo sorprendente. Las asociaciones de activistas denuncian que las mujeres se enfrentan en la India a discriminación en cada etapa de su vida, como se puede ver en el número de “feticidios” de niñas, en la negligencia de las familias con las chicas, los matrimonios forzados de menores y el desprecio hacia las viudas.

“La violencia hacia las mujeres tiene mucho que ver con los valores patriarcales, que no son cuestionados desde nuestro sistema educativo. Una vez arraigados, es muy difícil apartarlos”, dice Noor Jehan Safia Niaz, del Movimiento de Mujeres Indias Musulmanas. La violencia de género en la India continúa por lo tanto “sin disminuir”, reconoce.

Algunas mujeres que se enfrentan a abusos no tienen ningún lugar a donde acudir. Hay pocos refugios para maltratadas, que suelen ser económicamente dependientes de sus maridos.

Además, muchas familias y comunidades presionan a las mujeres para que sigan viviendo con sus maridos violentos y se acomoden a ellos para no tener que pasar así por la humillación pública de un divorcio, explica Leena Joshi, directora de Apnalaya, una organización que trabaja con mujeres y familias en los barrios pobres de Bombay.

Si bien la India tiene un largo camino por delante para erradicar la violencia de género, los especialistas creen que el país sí ha logrado algunos avances en la sensibilidad social hacia estos abusos, que ya se comienzan a percibir como un delito que no se debe de tolerar. De hecho, en 2005 el parlamento indio aprobó una ley específica que convierte la violencia de género en delito y otorga a las mujeres el derecho a beneficiarse de órdenes de protección y de alejamiento, entre otras medidas.

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