Un nuevo gasoducto podría ser la llave para traer la paz a Afganistán

  • La construcción de un gasoducto bloqueada durante años por los continuos conflictos armados en la zona por fin verá la luz. Para algunos analistas representa "la mejor oportunidad de traer estabilidad a la zona". Todo depende de la colaboración de Pakistán, donde supuestamente se esconden los jefes talibanes.
Un nuevo gasoducto para la pacificación en Afganistán (Getty Images)
Un nuevo gasoducto para la pacificación en Afganistán (Getty Images)
lainformacion.com
Jean MacKenzie | GlobalPost

(Kabul, Afganistán). En los últimos días se han producido dos asombrosos acontecimientos en Afganistán. Uno de ellos ha pasado prácticamente desapercibido en los medios internacionales; el otro ha provocado un cierto revuelo. Pero juntos representan al menos un pequeño destello de luz en lo que parecía un panorama deprimente.

Lo más destacado ha sido el anuncio sorpresa por parte del máximo comandante de las tropas de Estados Unidos y de la OTAN en Afganistán, el general David Petraeus, asegurando que importantes líderes de los talibanes buscan la reconciliación con el Gobierno afgano.

La otra sorpresa ha sido la firma de un acuerdo marco entre cuatro países para desbloquear la retrasada construcción de un gasoducto desde los campos de Daulatabad, en Turkmenistán, que atraviesa Afganistán, Pakistán e India. Según el acuerdo, la obra comenzará a finales de este año y se terminará hacia 2014.

Estos dos hechos significan esperanza de un futuro mejor para Afganistán, y una salida más cercana de las cada vez más cansadas tropas internacionales en la zona. Pero para que cualquiera de las dos acciones tengan una remota posibilidad de éxito es fundamental la cooperación del principal vecino de los afganos: Pakistán.

Aunque haya causado un pequeño revuelo, las vagas y aparentemente improvisadas declaraciones de Petraeus a unos periodistas que visitaban una cárcel al norte de Kabul no representan nada nuevo. Según las informaciones de distintos medios, Petraeus dijo que "hay líderes talibanes de muy alto nivel que han intentado contactar con altos representantes del Gobierno afgano y, en efecto, lo han hecho".

Pero advirtió que las condiciones del presidente afgano "son muy claras y están muy establecidas" y apoyadas por EEUU, como por ejemplo la necesidad de que los talibanes dejen las armas y acepten la Constitución para poder empezar las negociaciones.

Según los talibanes, esto equivaldría a rendirse, algo de lo que de momento no han dado señales de hacer. De hecho, lo que ellos demandan como condición sine qua non para iniciar unas conversaciones es la completa retirada de tropas extranjeras del país.

Así que de momento no parece haber esperanza alguna de una inminente reunión entre el líder de los talibanes, el mulá Omar, con el presidente afgano Hamid Karzai.

Pero el inteligente Petraeus casi nunca habla sin haber madurado lo que dice, y según el analista político afgano Janan Mosazai sus palabras podrían significar un importante cambio de política. "Uno de los principales escollos ha sido la postura de la administración de EEUU y de los generales hacia las negociaciones con el jefe talibán", afirma. "Si esto está cambiando, podría marcar un montón de cambios en lo relativo a negociar con los talibanes".

Muchas personas creen que la cúpula talibán pasa por un mal momento, añade Mosazai, y estaría dispuesto a abrir un diálogo si se le ofrece un "acuerdo justo y creíble". Pero siempre se fracasa debido a la intransigencia de las partes: los talibanes por un lado y el Gobierno afgano, apoyado por el de EEUU, por el otro. "La administración de EEUU y el Gobierno afgano tienen que desear ser verdaderos socios en las conversaciones de paz", explica Mosazai. Las precondiciones "representan los extremos, y tendrán que ser puestas al margen".

Muchos afganos se muestran reacios ante un posible regreso al poder de los talibanes, y temen que las negociaciones conduzcan a compromisos que podrían minar los logros, si bien débiles, que se han conseguido durante los últimos nueve años.

"El pueblo afgano se hace muchas preguntas sobre las conversaciones de paz", dijo el líder de la oposición Abdullah Abdullah en una rueda de prensa a principios de septiembre. "¿Qué clase de paz es ésta, y con quien nos estamos intentando reconciliar? ¿Qué quiere el Gobierno?"

Las palabras de Petraeus no contenían la respuesta a ninguna de estas preguntas.Pero quizás el optimismo cauteloso en torno al gasoducto podría aportar una pista.

El gasoducto Turkmenistán-Afganistán-Pakistán-India (TAPI) lleva cerca de 20 años gestándose, pero durante todo ese tiempo se ha estado topando constantemente con la guerra y el caos en tierras afganas. El trazado propuesto para la obra, a través de las provincias de Helmand, Kandahar y Balochistan cruzaría algunas de las zonas más inestables de la región.

Estados Unidos juega un papel fundamental en la promoción del gasoducto. Una empresa estadounidense, UNOCAL, era la favorita para lograr la concesión de su construcción y gestión en la década de 1990. Zalmay Khalilzad, afgano de nacimiento y ex embajador de EEUU en Afganistán, era el asesor de UNOCAL por aquellas fechas, y al parecer presionó a EEUU a hacer un acuerdo con la cúpula talibán para hacer que el concurso siguiera adelante.

Según numerosas informaciones, el Gobierno de EEUU intentó llegar a un acuerdo durante todo el periodo de los talibanes en el Gobierno, pese a la creciente presión de los grupos feministas y de otras organizaciones que denunciaban las prácticas contra los derechos humanos en el país.

Tras la invasión de Afganistán liderada por EEUU en 2001, las conversaciones sobre el gasoducto se desplomaron, pero no desaparecieron por completo. Ahora, nueve años después, el proyecto vuelve a estar sobre la mesa.

"Esta vez van en serio", explica el general Hillaluddin Hillal, viceministro de Interior en el periodo inmediatamente posterior al del Talibán. "Todo depende de Pakistán. Si los servicios de inteligencia de Pakistán (ISI) utilizan sus herramientas, entonces Pakistán podrá hacer que esto se produzca".

La principal pregunta es, por supuesto, la seguridad del gasoducto, puesto que atraviesa algunas zonas ampliamente controladas por los talibanes. Pero para los afganos la clave está en su vecino del este: durante años se ha dado por hecho en Afganistán que el ISI de Pakistán apoya a los talibanes, al entender que así se aseguran un Gobierno en Kabul que es hostil a su principal enemigo, la India. Si el ISI lo quiere así, dicen, el gasoducto será seguro."Pakistán puede asegurar el gasoducto", insiste Hillal.

Una fuente de alto nivel dentro del Gobierno afgano, que habla bajo condición de permanecer en el anonimato, también sostiene esa teoría. "El ISI puede presionar al jefe talibán para que deje en paz el gasoducto", dice. "Esto representa la mejor oportunidad que tenemos para lograr la estabilidad regional".

Los líderes afganos también atribuyen al ISI el poder de conseguir que los talibanes se vuelvan a sentar en la mesa de negociaciones. Sebghatullah Mojadeddi, portavoz de la cámara alta del parlamento y nombrado jefe del Consejo de Paz, aseguró a los periodistas en septiembre que la participación de Pakistán es esencial. "El ISI tiene relaciones estrechas con los líderes del Talibán, así que el consejo solo tendrá éxito si el ISI coopera", afirmó.

Todavía hay unos enormes obstáculos para lograr que se construyan el gasoducto y la paz en Afganistán.El vecino Pakistán continúa centrado en sus díscolas relaciones con la India, que todavía podrían desbaratar el acuerdo. La India también podría ser reacia a poner su seguridad energética en manos de su viejo enemigo, ya que el gasoducto sólo puede llegar al subcontinente a través de Pakistán.

Pero para EEUU el gasoducto representa una opción atractiva: deja a Irán, que también quiere construir un conducto de gas natural hacia Pakistán, fuera de juego, y además salta por encima de Rusia.Si los negociadores y los observadores están en lo cierto, el gasoducto podría contribuir a hacer que Pakistán asuma un papel constructivo en la búsqueda de la paz en Afganistán.

"Los proyectos económicos regionales ayudan a mejorar la seguridad y pueden ayudar a traer la estabilidad política a Afganistán y Pakistán", indica Mahmoud Saikal, ex viceministro de Asuntos Exteriores. "El recorrido de este gasoducto regional a través de Afganistán haría que Pakistán tuviese que depender a largo plazo de la cooperación afgana. Entonces, esperemos, la inteligencia paquistaní debería pensárselo dos veces antes buscarnos problemas".

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