Vietnam imita a China y EEUU para impulsar su economía

  • Vietnamitas que emigraron durante la guerra de los años 60 están volviendo a su país para ayudar a relanzarlo. Tienen ganas de innovar, pero la base de ingenieros y científicos es escasa. Países tan distintos como China y Estados Unidos son su modelo a seguir.
Geoffrey Cain, Ciudad de Ho Chi Min (Vietnam) | GlobalPost

El laboratorio de alta tecnología del investigador Vo Van Toi contrasta con la pobreza de su entorno, donde se puede ver cómo pastorea el ganado y la gente vende caña de azúcar en chabolas de madera. Dentro del laboratorio, Vo nos muestra un estretoscopio de infrarrojos cercanos, que mide el contenido de oxígeno en la sangre, y un escáner de TAC.

Ese contraste refleja el actual estado de desarrollo de Vietnam: un país relativamente pobre, con un PIB per cápita de 3.000 dólares (menos de 2.150 euros), que intenta seguir la estela de sus grandes vecinos asiáticos y adentrarse en una era de rascacielos y comercio internacional. Y para conseguirlo necesita introducir un sinfín de nuevas tecnologías, y a las personas innovadoras que están asociadas a ellas.

¿Pero dónde puede conseguir Vietnam su nueva base de ingenieros, científicos y académicos?

Del extranjero, especialmente de vietnamitas emigrados o de sus descendientes, que conocen el idioma y la cultura del país. Ellos, como Vo, son los que consiguieron que el crecimiento del país alcanzase dos dígitos antes de que estallase la crisis en 2008.

Vo es uno de los muchos ciudadanos que han regresado a su país natal después de abandonarlo en 1968, en plena Guerra de Vietnam. Doctorado en Suiza, trabajó como investigador en un centro combinado de ingeniería biomédica de Harvard y el MIT en EEUU antes de incorporarse hace dos décadas a la Universidad de Tufts en ese país. Especialista en equipos de oftalmología, creó el programa de ingeniería biomédica de Tufts, y ayudó a lanzar su departamento en 2003.

Vo ha aceptado una invitación como profesor de la International University (IU) en Vietnam, donde ha fundado el departamento de ingeniería biomecánica y ahora supervisa a unos 60 alumnos. “Es un buen momento”, dice. “El consumo de instrumentos médicos aquí es enorme, pero el suministro nacional es prácticamente inexistente”. Aunque a Vietnam le falta todavía un tiempo para lograr el despegue, espera que cada vez haya más demanda de sus alumnos.

La trampa de los ingresos medios

En 2008 Vietnam alcanzó unos ingresos per cápita de 1.000 dólares, el umbral más bajo del índice de ingresos medios del Banco Mundial. La nueva riqueza se concentra en las zonas urbanas, donde las fábricas y los barrios marginales están creciendo al lado de rascacielos de lujo. Pero según advierte un informe del Gobierno vietnamita de 2009, si las universidades vietnamitas no comienzan a producir rápidamente suficientes ingenieros y científicos, el sueño de Vietnam se desinflará.

Los economistas lo llaman “la trampa de los ingresos medios”. En este escenario (que ha pasado factura a Tailandia y Malasia), los países pobres se vuelven demasiado dependientes de la mano de obra barata y de la producción en el extranjero. Tiene problemas para dar el salto hacia arriba, es decir, para crear una fuerza laboral formada que pueda investigar y diseñar sus propios productos.

Exitosos vecinos de Vietnam como Singapur y Corea del Sur han invertido fuertemente en universidades y ciencia para salir de esa trampa. Hoy en día, Samsung y LG son líderes mundiales en los sectores de la telefonía móvil y de la televisión.

Parece además que Vietnam está siguiendo el modelo chino de crecimiento económico, que enfatiza la educación, asegura Wolf Rieck, presidente de la Universidad Vietnamita-Alemana (UVA). “Parece haber una conexión entre la estrategia de Vietnam de desarrollar su economía desde un bajo nivel de productividad e industrialización, hacia una economía basada en la ciencia”, apunta.

El problema aquí, dicen los analistas, es que mientras que Vietnam tiene un alto nivel de alfabetización (del 90 por ciento), las universidades del país han dejado al margen durante décadas los conocimientos técnicos en favor de la memorización rutinaria y teoría comunista. Las empresas se quejan de que los licenciados muchas veces necesitan una formación adicional. “Hay falta de ingenieros competentes capaces de solucionar problemas”, explica Vo.

Intel aprendió la lección hace dos años. Cuando la compañía estaba construyendo una fábrica de procesadores de 1.000 millones de dólares a las afueras de la ciudad de Ho Chi Min, hizo un examen básico de selección sobre temas de tecnología a 2.000 estudiantes universitarios. Sólo 90 de ellos acertaron al menos un 60 por ciento de las respuestas, y la mitad de ellos suspendieron en el examen de inglés.

Invertir la fuga de cerebros

Vietnam está recurriendo a sus académicos en el extranjero, intentando convencerles para que regresen a su tierra natal y formen a los estudiantes en conocimientos técnicos.

La universidad en la que enseña VO, que funciona bajo un paraguas gubernamental de escuelas llamado Vietnam National University (VNU), intenta aliviar la fuga de cerebros ofreciendo sueldos diez veces mayores que en muchas otras universidades del país.

Algunos de los alumnos de la IU logran estudiar dos años en universidades de EE UU, el Reino Unido y Australia, con lo que mejoran su conocimiento del idioma y sus habilidades técnicas.

IU, fundada en 2003, se inspira en los modelos educativos occidentales. Tras varios viajes al extranjero antes de abrir el centro, “aprendimos de EEUU y de otros países de habla inglesa” cómo gestionar una universidad, explica su rector, Ho Thanh Phong.

La educación se está convirtiendo en un gran negocio en Vietnam. Entre 2001 y 2006 el número de estudiantes matriculados en universidades o escuelas superiores pasó de 900.000 a 1,6 millones, según el Banco Mundial. Y en 2020 Vietnam espera que al menos uno de sus centros logre figurar entre las 200 mejores universidades del mundo.

Para lograrlo ya hay numerosas estrategias en marcha. Por ejemplo, el país está pidiendo directamente a gobiernos extranjeros que le ayuden a abrir centros educativos. Una universidad que sigue el currículo alemán, la VGU, ya abrió hace dos años sus puertas en Ho Chi Min con 32 alumnos. En 2016 espera poder tener terminado su campus, en el que cuentan con recibir a unos 12.000 estudiantes.

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