OPINION

El fin de una era: el verano rompió con la gala de José Luis Moreno

José Luis Moreno
José Luis Moreno

Ya no hay galas veraniegas con grandes piscinas, gigantes fuentes ornamentales con chorros de agua bailones y ventiladores para refrescar al espectador mientras azuzan el pelo de artistas cantando en riguroso playback. Terminó una era.

José Luis Moreno era el maestro de este género de celebración impostada. Él hizo un emporio con sus noches de fiesta que arrancó en los ochenta en aquel 'Entre amigos' de TVE que, luego, expandió a las autonómicas, donde sacaba el show a refrescantes auditorios en el estío. Y, de ahí,  también dio el salto a Antena 3, dirigiendo en verano sendos especiales desde Marbella que incluso crearon escuela. Giorgio Aresu intento seguir su estela con una tarda de especiales desde Terrra Mítica con Paulina Rubio como presentadora que decía aquello de 'Vive el Verano'. Era 1999.

Pero aquellas galas veraniegas calaron poco porque no reprodujeron el cóctel explosivo del despiporre made in Moreno, que entremezclaba, con ingenio y cierta picaresca nacional, el festival del erotismo de carretera y la comedia de barrio. Todo, junto, en escenarios cargados de ruido, visual y sonoro. O, lo que es lo mismo,  con infinidad de extras y bailarines en escena para proyectar la imagen de fiesta multitudinaria, junto a un público aplaudiendo sin tregua con el objetivo de convertir la ovación en una rítmica banda sonora.

Así Moreno lograba, tanto en galas de Nochevieja, como en sus programas de sábado noche o en sus especiales veraniegos, provocar un acontecimiento que, de verdad, parecía una fiesta de pueblo. El problema es que, con el paso del años, el concepto ha quedado caduco y el último gran show 'refrescante' se celebró un nueve de agosto de 2014 con el cebo de Isabel Pantoja actuando con su hijo Kiko Rivera, por primera vez.  

El programa despertó más críticas que audiencia. Algo estaba cambiando. Su línea visual y concepto de guion estaban obsoletos. Aunque las cadenas, como TVE y Telecinco, siguieran confiando un tiempo más en este tipo de producto en fiestas de guardar por barato y rápido de producir, al contar con cero ensayo y elaboración.

Las noches de fiesta de José Luis Moreno no supieron actualizarse porque representaban a esa España del pelotazo que era solo decorado. Los guiones, la estética y las actuaciones eran vacías. Se vendía humo. No existía una dirección artística real. Sólo se salvaban algunos teatrillos, escritos por los que después serían talentos creadores de 'Aquí no hay quien viva0 y 'La que se avecina'. El resto eran fuegos de artificio sin un talento televisivo para enganchar a una audiencia que cada vez es más exigente y no le basta alegrarse la vista con un desfile de bañadores.

El ruidoso evento que alcanzaba Moreno en la época del boom inmobiliario se fue desinflando porque era un bucle de entretenimiento sin una trama creativa articulada. Los programas no contaban ningún objetivo narrativo más allá del ruidoso aplauso, las presentaciones con guiones cargados de tóxicos clichés de género y el escenario lleno de gente al tún tún. Ni siquiera los artistas terminaban de brillar, pues las coreografías que envolvían sus actuaciones eran malas, desordenadas y horteras. No hacía falta bailar bien, lo importante era que se movieran mucho para que diera la sensación de que había mucho personal y aquello era muy inmenso. En esto, Moreno era muy sagaz, ya que construía con habilidad la sensación de fiesta apoteósica y creaba un acontecimiento.

Pero esa España de la horterada ya quedó atrás. Ahora triunfan los festivales de música sin eufemismo, las fiestas en la que nadie se debe disfrazar de nada. Ya no tienen sentido verbenas con presentadoras con vestidos pomposos y presentadores con sonrisa de príncipe de cuento falso.  Se terminó la era de la excentricidad de la ambigüedad y las falsas apariencias de las galas de Moreno para volver a una televisión que cuidaba más las formas y el fondo.  Y que este tipo de galas engulló.

Ya no bastan los adjetivos calificativos que venden humo, la audiencia no quiere desbarajustes escénicos. Quiere sorprenderse con una buena idea y no sólo con un envoltorio sin historia dentro. Sólo quedándose en el tópico del erotismo cutre y los clichés machistas en presentaciones arcaicas. Eso es pasado. Las 'Noches de Fiesta' de José Luis Moreno no han sabido evolucionar al mismo tiempo que su audiencia sí ha evolucionado. Aunque dejan un extenso legado para aprender de lo bueno... y lo malo. Porque, eso sí, el estruendoso aplauso y que haya mucha, muy mucha, gente en el escenario sigue siendo fundamental para hacer un buen show. Pero, mejor, con un poquito de armónico orden. Porque la televisión está volviendo a sus orígenes creativos. Lo que significa que los programas que son una factoría en cadena que no miman bien un relato en forma y fondo, ya no tiran. 

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