OPINION

Lo bueno (y lo malo) de que las series empiecen y terminen tan tarde en España

aguila roja
aguila roja

No es ninguna novedad. La hora de comienzo del prime time español se retrasa con astucia por parte de los programadores de los grandes grupos mediáticos, que obligan a su público fiel a trasnochar.

Una táctica que es buena, muy buena, para la rentabilidad de las cadenas de televisión, ya que, de esta forma, se consigue estirar el prime time y "llenar" el late night con el mismo producto.

Con esta medida se abarata costes y, además, se logra subir la media de cuota de pantalla del formato en cuestión, pues se alarga la emisión del programa o la serie en tramos de programación más trasnochadores, en los que existe menos competencia. De ahí que, en la última semana, por ejemplo, Gran Hermano retrasara tanto la expulsión de sus nominados. Había que arañar unas décimas más y esperar a que terminara el capítulo de Águila Roja en La 1, que esta noche vive su desenlace (foto de arriba) tras nueve temporadas en La 1.

Como consecuencia, parece que el programa o serie cosecha más éxito del que en realidad tiene, pues su media de cuota de pantalla sube al no existir grandes rivales al filo de la una de la madrugada en el resto de canales.

Otra ventaja para las cadenas del largo prime time español está en que pueden incorporar un corte de publicidad extra que venden como horario de máxima audiencia. Aunque, en realidad, se produzca pasadas las 11:45 de la noche, cuando la mayoría del público ya duerme.

Y ahí está la contraindicación de estirar tanto el prime time: la audiencia ha dejado de contarse por número de espectadores para sólo mirar un frío porcentaje de cuota de pantalla. Pero son espectadores, con nombre propio, los que se van desenganchando de las historias que narran los programas y las series porque se quedan dormidos antes de que acaben.

El público pierde interés de los programas con mayor carga de desarrollo dramático. El público generalista, ese que obsesiona tanto a las grandes cadenas, pierde el hilo de la historia de la serie o incluso del reality, pues existe una parte importantes de los televidentes que se queda dormido antes del final y luego tiene más dificultades para reengancharse.

La duración de los formatos se alarga forzadamente, el contenido se hace más hueso -porque hay que meter cierta paja para llenar todos los minutos hasta perder cierta coherencia en las tramas- y existe una parte de los espectadores que desconectan. Y no vuelven. La cadena de televisión gana unas décimas para vender más y mejor publicidad pero, al mismo tiempo, la cadena de televisión cuenta con más dificultad para asentar una buena serie en la parrilla. Porque, en un buen programa de televisión, tan importante como ver el principio es llegar hasta el desenlace final.

@borjateran

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