OPINION

El aparato del que nadie hablaba hace un año

Hace un año casi nadie hablaba de los lectores de libros electrónicos. Era cosa de frikis. Hoy no hay cena de amigos en la que no se mencionen a los libros electrónicos.

Creo que es uno de los surgimientos tecnológicos más sorprendentes que he visto en mi vida. Porque lo del teléfono móvil fue mucho más lento. Se venía hablando de ellos desde principios de la década de los 90, pero fue en la segunda mitad de esa década cuando comenzaron a despegar.

Pero lo de los e books ha sido no visto y visto. Una aparición.

Se ha debido sobre todo al efecto novedad descubierto por los medios de comunicación en España. En EEUU ya en noviembre de 2007 salió una portada de Newsweek con el presidente de Amazon mostrando su lector electrónico. Hace un año casi ningún medio español se ocupaba de los lectores electrónicos. Me refiero a los grandes medios. Hace cinco meses fui a un programa de Telecinco a hablar de varias cosas y mostré un lector electrónico de libros. Era en el programa de Ana Rosa. Fue como si estuviera en los años 70 y dijera: "Mirad, esto es un teléfono móvil y se convertirá en la forma de comunicación más poderosa del próximo futuro". ¡Anda ya!

No entendían lo que era. Ni ellos ni casi ningún medio en España. Sólo hablaban de ellos los periodistas especializados en las webs especializadas. Después del verano subió la temperatura. Hoy casi todos los días hay un artículo en la prensa. Es algo desconcertante que siendo España un país en donde los consumidores adoptan rápidamente las nuevas tecnologías no haya hecho caso a este aparato hasta hace pocos meses. Creo que la repercusión en los medios se ha debido a que se fijaron en el éxito de los libros electrónicos en EEUU.

Yo tengo uno lector de libros electrónicos desde hace un año. Los conocía de mucho antes pero aproveché mi cumpleaños para soltar la idea de que me gustaría tener uno. ¿Me he pasado totalmente a estos aparatos? No. Lo uso, leo libros o artículos, lo dejo, tomo un libro de papel, compro libros de papel... Vuelvo con mi libro electrónico. Yo pensaba que iba a modificar mis hábitos de lectura y no ha sido así. Leo papel o digital.

Se me cayó en verano y se me rompió. El arreglo me costó 100 euros. Lo pagué sobre todo porque dentro de 20 años quiero mostrar ese aparato como uno de los primeros e readers que se vendieron en España. Para entonces tendrán una pantalla indestructible, a color, táctiles, con capacidad para almacenar videos y mostrarlos, activados por voz, con efecto 3D y una memoria donde puede caber casi toda la producción literaria de la humanidad.

Salvo esto último, lo demás está casi conseguido. Los libros electrónicos avanzan a más velocidad de la que podemos consumir. Cada semana salen nuevos modelos. Bajan de precio. Y aumenta su capacidad.

Por eso, serán unos de los productos más vendidos en las próximas navidades y para esa fecha ya serán más baratos y más hábiles.

Trato de imaginar cómo serán dentro de cinco años. De diez. ¿Barrerán el mercado? ¿Acabarán con el papel? Espero que no. Es una afirmación anti ecológica porque una de las virtudes de los e books es que no contaminan, no devastan bosques, son más "sostenibles". Pero leyendo un artículo de la escritora norteamericana Karin Slaughter, se me ocurrió la siguiente novela de ciencia ficción:

Año 2048. Todos los libros del planeta son digitales. Un virus informático contamina los servidores universales y de repente la humanidad se queda sin ningún archivo. Al año siguiente, una extraña gripe porcina, llamada Gripe XXA, acaba con la humanidad. En 2354, aterriza una nave procedente de la esquina más remota del universo. Los alienígenas recogen muestras de la tierra. Tratan de ver si había algo escrito, algo parecido a un libro. Y se encuentran con lo único que ha podido sobrevivir a miles de años de deterioro ambiental son los jeroglíficos de las pirámides, los glifos mayas, los relieves y frases latinas de las columnas de Trajano, la escritura cuneiforme sumeria que queda en trozos de barro, alguna runa nórdica.... ¿Y del siglo XXI? Nada de nada.

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