OPINION

¿Vuelve el impuesto al sol 2.0?

Fotografía impuesto al sol
Fotografía impuesto al sol
EFE

Para la segunda mitad del año está prevista la aprobación de una de las normas más esperadas en el sector eléctrico, que es la que regula la metodología de reparto de los costes del sistema eléctrico a través de los peajes y cargos. O, dicho de otra forma, la mencionada norma ha de responder a la pregunta de quién paga los costes del sistema eléctrico. Impuestos al margen, existen dos tipos de pagos a realizar, los 'peajes', que son los relacionados con las redes de transporte y distribución (los cables) y los 'cargos', que hacen referencia al resto de costes, tales como las anualidades del déficit de tarifa, los sobrecostes del suministro eléctrico en los territorios no peninsulares o la retribución de las renovables, residuos y cogeneración.

La gran novedad es que el encargado de aprobar dichas normas no es el Ministerio de Transición Ecológica, sino la CNMC, quien estrena nuevas competencias de cara al año 2020, si bien el Gobierno le ha dado unas orientaciones de política energética sobre cómo deben repartirse los costes del sistema eléctrico entre los diferentes consumidores.

Garantizar la competitividad de la gran industria, que las Pymes vean reducidos sus costes energéticos, que a los consumidores domésticos no les ahogue su factura eléctrica, que las personas que sufren pobreza energética paguen menos por la energía, que los productores renovables no paguen por usar las redes, que la electricidad en los territorios no peninsulares sea igual o más barata que en la Península, que los regantes tengan tarifas estacionales que les permitan no pagar tanto cuando no consumen electricidad, que los ingresos del sistema eléctrico cubran íntegramente los costes… Cualquiera de los anteriores objetivos puede parecer legítimo y deseable. La mala noticia es que estamos ante un juego de suma cero. Por ejemplo, si los grandes consumidores (electrointensivos) pagan menos, los pequeños pagarán más, o el sistema tendrá menos ingresos. Y así con todos y cada uno de los objetivos de política energética.

Dos cuestiones clave

Son dos las decisiones principales que la CNMC tiene que tomar en relación con la metodología de peajes y cargos: ¿cómo se reparten los costes entre los distintos sujetos pagadores (principalmente generadores y consumidores)? y ¿qué reparto debe realizarse entre pagos fijos y variables?

Por lo que a la primera se refiere, me declaro absolutamente incapaz de atreverme a realizar una propuesta, pues, como decía, hay motivos para que todo el mundo pague menos (gran industria, consumidores vulnerables, regantes, etc.) pero no hay margen para que eso suceda, y el regulador debe encontrar un equilibrio razonable entre todos los actores involucrados, quizás acudiendo en busca de inspiración a las mejores prácticas de la regulación comparada.

Por el contrario, sí que tengo claro cómo debe abordarse la cuestión del reparto entre pagos fijos y variables.

¿Vuelve el 'impuesto al sol'? Como tal, no. El conocido como 'impuesto al sol' era en realidad un cargo por energía autoconsumida y otro por potencia de instalación de autoconsumo. Y se ha ido para no volver. No obstante, un posible incremento del componente fijo de la factura eléctrica podría tener un efecto equivalente al del 'impuesto al sol' y sería un injustificable freno a la transición energética en España.

Si ya en España el término fijo es inusualmente alto (representa en torno al 50% del coste total para un consumidor doméstico medio, frente a un 25% antes de 2013) si lo comparamos con países como Alemania, donde todo va a término variable, un incremento del mismo supondría un gravísimo desincentivo para la eficiencia energética y el autoconsumo. Si un consumidor paga prácticamente lo mismo consumiendo poco o mucho, el ahorro económico que le generará la realización de mejoras en la eficiencia de su vivienda o la inversión en una instalación de autoconsumo será prácticamente inapreciable. Pongamos un ejemplo. Si gasto 100 euros al mes en electricidad, de los cuales 75 euros los pago por potencia contratada y 25 por consumo, y gracias al autoconsumo reduzco el consumo de red un 50%, en lugar de 100 euros, pagaré 87,5 euros al mes (me ahorro un 50% de 25 euros, que es el coste mi consumo). Por el contrario, si la parte fija representara 25 euros y la parte variable 75, una vez construida mi instalación de autoconsumo mi ahorro sería de 37,5 euros al mes, pasando a pagar 62,5 euros en lugar de 87,5 euros como en el primer ejemplo.

Por tanto, es importante no reducir, sino aumentar la parte variable de los costes eléctricos, con el objetivo en mente de llegar a un 100% de componente variable. Atención, con esto no estoy diciendo que el autoconsumidor o el consumidor que ha realizado medidas de eficiencia no pague costes regulados. Lo que sostengo es que debe pagar sus costes regulados según su consumo, no según su potencia contratada.

El principal argumento de quienes defienden el mantenimiento o incremento de la parte fija es el de que de esta forma se aseguran los ingresos del sistema, porque ya se sabe, ex ante, qué ingresos se van a recaudar, al ser estos fijos. Pues bien, este argumento resulta completamente errado. Es perfectamente posible garantizar una recaudación determinada con unos ingresos variables, y el hecho de tener ingresos fijos no garantiza que éstos sean suficientes para cubrir todos los costes.

Que ingresos variables garantizan también una recaudación determinada lo vemos en los Presupuestos Generales del Estado, que justamente consisten en un ejercicio de cómo cubrir todos los costes del Estado mediante impuestos, cuya recaudación es variable, pues depende entre otros de la renta ingresada por los ciudadanos (IRPF), de su consumo (IVA) y de los beneficios de las empresas (Impuesto de Sociedades) ¿Se imaginan que el Ministerio de Hacienda dijera que como los costes del Estado son en su mayor parte fijos (profesores, médicos, militares, policías, edificios públicos) o no ligados a ingresos (pensiones, prestaciones públicas), el año que viene los contribuyentes pagarán un fijo por el hecho de serlo y con independencia de lo que ganen o consuman? Evidentemente, no.

Pues bien, en el sector eléctrico los ingresos variables son mucho más estables que los del Estado, ya que la electricidad es un bien de consumo poco elástico, que se ha mantenido en un mínimo de 243 TWh de consumo peninsular durante al menos los últimos 10 años. La CNMC podría perfectamente partir de esa cifra para obtener el pago en €/MWh de cada MWh consumido, y quedaría perfectamente garantizada la suficiencia de ingresos.

Pero es que, además, ingresos fijos no garantizan la suficiencia de ingresos, tal como demuestra el hecho de que desde el año 2014, período en el que la parte fija representa un 50% aproximadamente, ha seguido habiendo déficit y desviaciones respecto de las previsiones en muchos de los ejercicios. Y es que no puede olvidarse que los consumidores son libres para reducir su potencia contratada, y más ahora, que pueden hacerlo en tramos de 0,1 kW en 0,1 kW en el caso de los domésticos. Por tanto, la potencia es en realidad un elemento que también varía, de forma que los ingresos del sistema no están garantizados.

En definitiva, la CNMC debería realizar una propuesta de reparto de cargos y peajes en la línea de reducir el componente fijo e incrementar el variable, con una aspiración última de alcanzar el 100% variable, si bien cabe entender que podríamos ir hacia ese gradualmente, reduciendo progresivamente la parte fija hasta alcanzar un 100% variable en el 2025 (tendríamos así 5 años aún para alcanzar los objetivos de renovables y eficiencias con un sistema tarifario que los incentive). Ir en la dirección contraria y aumentar la parte fija de la factura eléctrica supondría, por la puerta de atrás, aprobar un desincentivo al autoconsumo y a la eficiencia energética equivalente al de un 'impuesto al sol 2.0.

Mostrar comentarios