OPINION

El tejido de carbón activado huele bien como filtro del futuro

CARBON1
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En los ochenta, el carbón activado estuvo muy presente en nuestros pies como integrante de las plantillas Devor-olor, aquellas que se comían como por arte de magia los efluvios de nuestros tachines sudorosos. Pero el carbón activado en sí tiene una historia más ilustre que la de servir a nuestros pies, ya que fue patentado en 1942 por el Ministerio de Defensa británico para su uso en máscaras de gas y trajes de protección para guerras QBRN (químicas, biológicas, radiológicas y nucleares).

Se trata de un derivado del carbón que ha sido tratado para convertirlo en un material extremadamente poroso: un solo gramo de carbón activado posee un área superficial de aproximadamente unos 500 m².

Ahora investigadores británicos en la Universidad de Abertay, en Dundee, han descubierto que, además de sus aplicaciones militares en los trajes de guerra química, también es un material barato con una increíble habilidad para filtrar las toxinas si se combina con el ozono, pudiendo encontrar un gran uso en hospitales, instalaciones de tratamiento de agua y otros lugares donde es necesario neutralizar productos químicos peligrosos.

Los científicos Abertay, en colaboración con el fabricante textil Carbon Filter Technology, han descubierto que el carbón activado tejido no sólo puede retener en sus poros las moléculas peligrosas, incluso en concentraciones minúsculas, sino que también puede transformarlas.

La tela de carbón activado se compone de multitud de pequeños poros, que son los que retienen las pequeñas moléculas gracias a débiles Fuerzas de Van der Waals. Mediante la adición de un oxidante como el ozono en la superficie de la tela, el tejido se vuelve aún más eficaz y se convierte en un catalizador que rompe los elementos químicos no deseados en moléculas más pequeñas, conviertiéndolas en dióxido de carbono y agua.

En otras palabras, la tela de carbón activado rompe y filtra los contaminantes en compuestos menos dañinos. Ha existido mucha investigación sobre cómo el carbón activado en polvo o en forma de grano se puede utilizar, pero su uso como tejido tiene un mayor número de ventajas reales.

Esta tela, fácil y barata de fabricar, podría ser utilizada en una nueva era de apósitos médicos autocurables, ayudar a los sistemas de filtración de aire en grandes centros públicos a protegernos de enfermedades, filtrar los antibióticos y las toxinas del agua potable, eliminar los malos olores de las bolsas de basura o utilizarse como material altamente absorbente para proteger equipos sensibles. O incluso limpiar derrames tóxicos de amplio espectro.

Pero sin lugar a dudas, donde todo el mundo más agradecerá el advenimiento de la tela de carbón activado será en el sector de la moda, con la confección de axilas textiles anti-olorosas, que irán cosidas en la ropa y nos ayudarán a erradicar de una vez el aroma a sobaquera de la Humanidad.

Hasta que las marcas textiles lo incorporen, ya existen empresas, como la nanotecnológica Odegon Technologies, que han creado las primeras “Odour Tags”, unas pegatinas textiles que se colocan en las axilas y eliminan el hedor, transformándolo en material inerte, no alergénico.

Los parches miden aproximadamente 7 × 4 cm y están formados por una malla tridimensional de carbón activado que capta las moléculas responsables de esa sensación tan poco fresca. Los parches pueden ser integrados en el área de la axila por los fabricantes de prendas de vestir o venderse al cliente final para adosar a la ropa que ya tiene.

En ambos casos, Odegon Technologies asegura que la etiqueta se mantendrá permanentemente en su lugar durante la vida de la prenda, no importa cuántas veces sea lavada ni quién se la ponga.

También la tela de carbón activado podrían confeccionar mantas anti-olorosas, como la que ya se comercializa bajo la marca The Better Marriage Blanket, para aquellos matrimonios con alto nivel de compenetración en el tema de aerofagia nocturna. Mano de santo dicen que son.

No está nada mal para un producto que desde los ochentas ha estado confinado en unas zapatillas deportivas y ahora salta de ellas para hacernos la vida un poco más limpia. O por lo menos, más perfumada.

Vía: Universidad de Abertay

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