OPINION

Llega el servicio de alquiler de sillas para sustituir a los bancos fijos

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Prácticamente todas las ciudades importantes del mundo está trabajando para dotarse de servicios de alquiler de bicicletas y que sus habitantes puedan moverse de manera práctica por sus calles. Pero, ¿qué pasa con los que nacen cansados o los que, por enfermedad o condición física, no desean sino permanecer quietos en vez de en movimiento?

Los diseñadores holandeses Vincent Wittenberg y Guy Königstein ha ideado una nueva infraestructura urbana para que los ciudadanos puedan alquilar sillas, mediante un método que utiliza el viejo sistema de fianza de los carritos de supermercado.

Su objetivo es que las autoridades logren defenestrar los inamovibles bancos públicos del paisaje urbano para permitir que cada uno se ponga la silla donde le parezca más apropiado, ya sea al solete o a la sombra, enfrente de sus amigos o en la soledad en un rincón.

Una vez utilizada para charlar con el tendero, para esperar el autobús o para echarse una partidilla de ajedrez con un compadre, basta con devolver la silla a su bastidor y recuperar la moneda que servía de fianza. Si uno no tiene suelto para coger su silla, siempre podrá sentarse en el conjunto de sillas atadas, como si fuera un banco tradicional.

El proyecto se llama “streeeeeet” y lo han testado en la ciudad de Bat-Yam, en Israel, para intentar difuminar las fronteras entre los distintos espacios privados, colectivos y públicos. La idea se les ocurrió al ver por toda la ciudad banquetas atadas a columnas, pilas de sillas de terraza encadenadas, pequeños bancos atados a una puerta...

Aunque la propiedad del espacio es importante, muchos residentes cruzan la frontera utilizando el espacio público o común para su uso privado. Este comportamiento parece que siempre es tolerado por las autoridades y los demás residentes.

Pensaron que si la gente quiere tener sus sillas en la calle para utilizarlas, sería una buena idea ponerlas a disposición de todos, intermediando una fianza para que el elemento siempre vuelvan a su origen una vez utilizado y evitando así que su propietario tenga que atarlas para que no se las lleven.

Y a la vista del buen recibimiento que han tenido por parte de la comunidad judía, parece que el sistema funciona tanto por su practicidad como por lo económico de su instalación.

El proyecto “Streeeeeet”, además del servicio de alquiler de sillas, también explora un servicio de perchas públicas para que la gente deje la ropa usada bien estirada (en vez de metida en una bolsa para Cáritas) para convertir la calle en un gigantesco armario donde todo el mundo pueda reutilizar las prendas que otros no quieren. Bravo.

Fuente y fotos: streeeeet

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