OPINION

¿Se tambalea el gigante asiático?

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legar a entender a China es una de las tareas más arduas a las que se han enfrentado los pensadores occidentales desde que Marco Polo encendiera la primera chispa con sus famosos Viajes. La primera aproximación que tuve yo de China fue gracias al magnífico, libro de Luis Torras, El despertar de China, de muy recomendable lectura, y también las largas charlas sobre el tema con Javier Santacruz.

Entender un país que es un continente en sí mismo es algo complejo, entender su economía aún lo es más. Teniendo en cuenta esto hay que dejar claro que una afirmación tajante sobre el tema no podrá ser mucho más que un titular sensacionalista.

Con una población estimada de más de 1.400 millones de personas China se enfrenta a multitud de retos económicos y sociales (dependencia económica del sector exterior e inmobiliario, una floreciente clase media que busca su lugar, el crecimiento de la desafección por el régimen o la falta de movilidad legal de su población). Los mandatarios chinos son conscientes las cuestiones y desequilibrios pendientes de resolver y es por ese motivo que las reformas económicas y políticas planteadas tienen horizontes temporales a los que no estamos acostumbrados en el viejo continente. Todo este contexto es esencial para poder el calado de la cuestión y su posible impacto en el mundo.

El cambio en el crecimiento económico

En primer lugar, el crecimiento económico chino ha recuperado parte de su asombrosa tendencia los últimos años y se ha presentado una variación de entre el 6,7 y el 6,9% los últimos trimestres. La milagrosa evolución de la economía china es uno de los puntos más puestos en cuestión por parte de los analistas. Tras la consulta de distintas fuentes y estudios como el de Clark, Pinkovskiy, y Sala-i-Martin* se puede concluir que las estadísticas oficiales son precisas e incluso subestiman en algunas ocasiones el crecimiento.

(* China's GDP Growth May be Understated. NBER Working Paper No. 23323, Issued in April 2017).

La economía china ha sufrido una gran transformación interna durante la última década, la caída de la demanda exterior que durante décadas había sido la base de la expansión económica dio una oportunidad de metamorfosis a la estructura económica. La inversión exterior acumulada durante años ha permitido un aumento continuado de los salarios, lo que a su vez ha hecho crecer la capacidad de ahorro de una sociedad altamente ahorradora. Todo este ahorro y aumento de la renta disponible se ha traducido en un enorme crecimiento del consumo per cápita, a tasas superiores a las del propio crecimiento económico un patrón muy parecido ha sucedido con la evolución de las ventas minoristas.

Que el consumo interno y las ventas minoristas apunten a una misma dirección y con niveles de crecimiento similares es una de las claves para entender la mentada transformación, permitiendo el nacimiento de la clase media. El protagonista a futuro en el puzle económico chino será su mercado interior que puede convertirse en el gran elemento moderador y estabilizador de la estructura económica del país. China está dejando de depender del exterior para seguir creciendo, y muy probablemente será su propia demanda interna la que le asegure la continuidad del crecimiento económico. Los últimos trimestres también hemos podido detectar una mayor fortaleza de la expansión del mercado interior frente al sector exportador gracias a las diferencias entre las tendencias de los precios al consumo y los precios a la producción.

Una de las cuestiones más espinosas es la dependencia de la economía china del sector inmobiliario que, a pesar de todo, sigue siendo por importancia el mayor del país. Después de subidas continuas de los precios, en los últimos meses parece haber llegado definitivamente a su techo. En la ciudad más cara de todas, Shenzen, los precios alcanzaron un máximo en octubre de 2016, descendiendo un 2% desde máximos. Este esquema de desaceleración de los precios del sector inmobiliario en China no es algo nuevo, de hecho, el mismo ciclo de crecimiento se produjo a una menor escala entre los años 2013 y 2015, reiniciando posteriormente la subida de los mismos.

El paradigma se invierte

Durante años China ha recibido centenares de miles de millones de dólares de inversiones desde el exterior, la apertura del gigante asiático en los últimos 40 años ha sido espectacular. Pero muy recientemente hemos asistido a un cambio aún apreciado por muchos, el saldo de la balanza de capital y financiera ha alcanzado por primera vez desde 2013 un promedio de los últimos cuatro meses positivo, es decir, China invierte de forma neta en el exterior. Este cambio representa un enorme cambio de tendencia y podría considerarse un indicador de un cambio total de paradigma respecto al statu quo económico mundial.

Este dato es aún más importante si tenemos en cuenta las enormes salidas de capital registradas entre 2014 y 2016, ya que en ese período salieron de China más de 1,7 billones de dólares americanos. En los últimos meses hemos visto una rebaja enorme de esta salida de capital por dos principales motivos, la entrada efectiva de restricciones en la salida de capitales y la apreciación del Yuan. La consonancia de la evolución de la balanza de capital y financiera con las estimaciones de flujos de capital apunta a que las salidas de capital continuarán a niveles bajos durante los próximos trimestres.

El enorme riesgo financiero

La expansión económica de los últimos ha ido acompañada de un crecimiento aún mayor de los balances de las entidades financieras chinas. El crecimiento extremo es difícilmente ordenado, y en el caso del sector financiero chino, el orden ha sido prácticamente inexistente. Por un lado Los cuatro grandes bancos públicos han copado la mayoría de los depósitos y de los préstamos, dande una atención y prioridad especial a las necesidades de financiación de las empresas de propiedad pública. Por su lado, el sector bancario privado muy limitado por las restricciones regulatorias ha dado a luz a un monstruo de difícil control, la banca en la sombra, que no es más que la canalización de la actividad bancaria con otro tipo de productos financieros menos convencionales. Para la mayoría de los inversores estos productos son asimilables a depósitos a plazo, pero un 70% del total no tiene el principal garantizado por parte de los bancos que los ofrecen. Varios son los problemas que se derivan de la interrelación entre la banca formal y la banca en la sombra. Por una parte, se produce un aumento del riesgo de contagio, una peor supervisión del sistema por parte del regulador y una clara reducción de la calidad del colateral, que se acelera en situaciones de stress de liquidez, como lo es la actual.

Todo este crecimiento ha tenido un impacto directo en el deterioro de la calidad crediticia de los activos bancarios. En las últimas décadas varios han sido los escenarios de rescate de bancos por parte del gobierno. A fines de la década de 1990, se inyectaron 270.000 millones de yuanes de capital a los cuatro mayores bancos, y se sacó de sus balances 1,4 billones de yuanes en préstamos impagados. Desde 2003, el gobierno chino ha inyectado unos 550 millones de yuanes recapitalizando el sector y traspasando otros 1,4 billones de yuanes de préstamos incobrables.

El sistema de absorción de las pérdidas del sector bancario es relativamente sencillo. Durante años y a raíz de la actividad exportadora, China ha ido acumulando varios trillones de dólares americanos en reservas, estas reservas son usadas para recapitalizar a los bancos que a su vez vuelven a iniciar la rueda de la expansión del crédito con el objetivo de seguir fomentando el crecimiento económico. Se trata de un truco con un equilibrio complicado, pero que hasta el momento ha funcionado.

Las reservas alcanzaron su máximo en junio de 2014, con algo más de 4 billones de dólares, a partir de ese momento empezaron a descender hasta que a finales de 2016 repuntaron de nuevo. Desde inicio de 2014 la situación de China se ha ido fragilizando, trimestre tras trimestre y los préstamos en stress han pasado de ser el 9% del total a tocar el 25%, durante este periodo las reservas han ido bajando mientras que los préstamos dudosos han aumentado de forma casi constante. Este ratio indica la fortaleza financiera de China y podría mandar señales claras sobre futuras crisis financieras en el gigante asiático.

Conclusiones

Mientras que la economía China muestra signos de crecimiento y estabilización de la estructura productiva, el sector financiero representa el mayor de los peligros para dicho crecimiento. En los futuros trimestres los gobernantes tendrán la ardua tarea de sanear el sector financiero sin que ello suponga un freno a la actividad económica ni evite el asentamiento de la clase media china.

Gabriel Colominas ha publicado recientemente el Informe UFM Market Trends sobre China 3T

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