En mi molesta opinión

Los motivos reales de la pelea por el PP de Madrid

(I-D) La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso; el presidente del PP, Pablo Casado y el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, visitan las instalaciones del nuevo Campus de IE Tower ubicado en la quinta torre más alta de Madrid, a 19 de octubre de 2021, en Madrid, (España). Con 180 metros de altura, este edificio es un modelo de arquitectura sostenible que alberga más de 50.000 metros cuadrados de espacios dinámicos y polivalentes. Con la construcción de la torre, IE University ha querido ejemplificar e integrar sus valores: sostenibilidad, tecnología e innovación, emprendimiento, diversidad y humanidades. Este nuevo Campus de IE University tiene como objetivo impulsar la educación como clave del desarrollo sostenible.
19 OCTUBRE 2021;IE TOWER;QUINTA TORRE;CAMPUS;NEGOCIOS;EMPRESAS;EMPRENDIMIENTO;DIVERSIDAD;DESARROLLO SOSTENIBLE
Alberto Ortega / Europa Press
19/10/2021
Los motivos reales de la pelea por el PP de Madrid.
Europa Press

Vivimos tiempos necios en los que se aplaude más el “prietas las filas” que la libertad de pensamiento, que supuestamente debería imperar en todos los partidos políticos democráticos. Y cuidado que tampoco hablamos de pensamientos impuros, como podría ser querer tumbar al líder o negarle su valor o autoridad. Según Díaz Ayuso y su entorno más cercano, en ella sólo hay deseos estratégicos de aspirar a recoger cuanto antes el control del partido en Madrid, la región en la que ganó ampliamente en las urnas y en la que en breve -2023- tiene una nueva cita electoral. Ayuso quiere que el congreso para elegir al nuevo o nueva líder regional se produzca antes de fin de año, y así poder preparar las listas electorales que serán cruciales de cara a los nuevos comicios. Quizá esté ahí el quid del problema, en el poder de controlar y confeccionar las listas de candidatos.

Pero en Génova se lo toman con calma, no quieren alimentar más la fuerza de Ayuso, no sea que acabe convirtiéndose en rival más que en aliada. Ese es el fondo de la cuestión, a partir de ahí se abre un complejo andamiaje de intrigas y sospechas políticas que ponen en peligro la imagen del partido y los lazos de amistad -Casado y Ayuso- que han dado buenos resultados hasta la fecha, y de paso le dan demasiada munición al rival, acaparando unos focos informativos que deberían estar supervisando a Pedro Sánchez y sus líos económicos y políticos, sin olvidar el continuo show de la extraña gobernanza en coalición. Pero no, el PP también quiere montar su espectáculo propio y convertirse en epicentro del runrún político. 

La victoria de Ayuso del pasado 4 de mayo, alegró la vida de Pablo Casado algo mustia por los resultados de Cataluña y País Vasco, pero hizo saltar las alarmas en la dirección nacional del Partido Popular: un triunfo tan espectacular y Miguel Ángel Rodríguez como asesor y susurrador principal de Ayuso pueden acabar siendo un serio problema. Ahora, el conflicto crece cada semana y afecta sobre todo a los segundos espadas: Teodoro García Egea y el mencionado Rodríguez. A los no avisados les costará entender que las peores “puñaladas” vengan de tu propio partido, y sobre todo cuando las cosas van bien, según las encuestas; pero este es el eterno vicio de la política -nacional e internacional- donde los egos son difíciles de amansar y los miedos imposibles de controlar. Como decía Churchill, “nuestros adversarios están en la bancada de enfrente, nuestros enemigos detrás”.

La pugna surge por el control del PP en Madrid y por la fecha de la convocatoria regional. Pero en la sede de Génova quieren que pase el tiempo y se enfríe el fenómeno Ayuso y su popularidad decaiga, algo que de momento no sucede, ya que la última encuesta que se conoce, la de Sigma Dos para El Mundo, la presidenta aumenta ligeramente su ventaja electoral, rozando el 50%, con una intención de voto del 46,2%. Al alcalde, Martínez Almeida, tampoco le salen mal los datos, aunque él se queda lejos de la mayoría sí mejora sus resultados anteriores. Y por cierto, la encuesta se realizó durante los días 3 y 6 de noviembre, fechas en las que ya existía la pugna por el liderazgo del PP madrileño.

Ambos políticos, Ayuso y Almeida, forman un buen tándem para la candidatura del PP en Madrid, pero su buena imagen puede caer si las peleas internas se anteponen a los acuerdos y a la unión. El alcalde se ha visto obligado -en parte empujado por Génova- a entrar en la batalla por el liderazgo regional. Lo malo es que en la sede nacional del PP hay miedo al futuro, un miedo que no se corresponde con las encuestas, ya que todas, menos las de Tezanos, les son favorables. Sin embargo, no acaban de fiarse de que Pedro Sánchez no le dé la vuelta al marcador si la economía mejora. De ahí que se intente que no surjan nuevos reinos de taifas políticos que puedan hacer sombra a Casado o pedir su cabeza, si llega un descalabro electoral.

Ayer, fiesta de la Almudena en Madrid, la presidenta y el alcalde escenificaron una tregua o una reconciliación, el tiempo lo dirá, dándose un abrazo durante su visita a la misa en honor de la patrona. Lo que dijeron ambos también responde a unas ganas ¿reales? de reconciliarse: “Sólo desde la unidad podemos salir adelante”. Está claro que la unión hace la fuerza y sin el apoyo del partido no hay futuro para ningún líder. Lo que sucede es que la desconfianza prima más que la confianza. En Génova no se fían de las promesas de Ayuso de que sus aspiraciones sólo sean autonómicas, pero ella en ningún momento ha dicho lo contrario y, además, es muy consciente de que su carrera política pasa por repetir triunfo en Madrid si quiere consolidarse como una líder con futuro. Díaz Ayuso sabe, y me consta de buena tinta, que como dijo Amado Nervo: “la mayor parte de los fracasos vienen por querer adelantar la hora de los éxitos”.

Sin duda, ha llegado la hora de que Pablo Casado dé un golpe en la mesa y desactive -con una solución inteligente- este enfrentamiento interno entre Génova y la Puerta del Sol, que se está hinchando de manera artificial y testicular. El presidente nacional del PP es el líder del partido y el encargado de pacificar y unir todas las piezas si no quiere que un problema que hay que atajar en los despachos se convierta en un quiste que merme sus aspiraciones. Es la hora de apaciguar y solucionar, de convencer más que de vencer, de pactar candidatos de consenso, ya que esta trifulca afecta, como dijo Moreno Bonilla, a la marca PP. Todos salen perdiendo si no se encuentra una “entente cordiale”, un pacto de no agresión, que permita regresar a lo que de verdad les importa a los votantes: tener un partido unido -alternativa de Gobierno-, que se dedique a su cometido de controlar y denunciar los errores del Ejecutivo de Sánchez. Casado debería, aunque sea el líder de la derecha española, utilizar más a menudo su mano izquierda.

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