La aversión de Podemos a la Prensa libre

    • ¿Como consecuencia de las negociaciones para el futuro gobierno, España conservará ese tesoro de la libertad de información?
    • Pablo Iglesias, unaindisimulada voluntad de control de los medios.
Iglesias reprocha a Susana Díaz que prefiera "gobernar con el PP"
Iglesias reprocha a Susana Díaz que prefiera "gobernar con el PP"

La libertad de información es uno de los sustentos del sistema democrático, sin el que no puede perdurar. China ha implantado métodos liberales en su sector económico pero tiene enclaustrada la libertad política y prohibida la información: nadie dice que China sea una democracia, salvo los chinos mandamases. El Gobierno de Venezuela persigue la información que no le agrada o que no sirve a sus intereses de control social, y ya no pertenece al club de los países libres: ocupa el puesto 137 de 180 en el ranking sobre libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras y el 178 de 199 en el de Freedom House. España posee hoy una alta libertad de información y estos días tenemos una prueba: las activadas gestiones judiciales y policiales contra casos de corrupción del Partido Popular en un momento en que pueden perjudicarle especialmente son objeto de amplios espacios informativos de todos los medios sin que el Gobierno pueda impedirlo. La pregunta que debemos hacernos, y que no todo el mundo se plantea, es si como consecuencia de las negociaciones para el futuro gobierno, España conservará ese tesoro de la libertad de información que no es signo de identidad de la mayor parte de los Estados del mundo.

La pregunta no es ociosa porque no todos los partidos que podrían participar en un futuro Gobierno ofrecen plenas seguridades al respecto. El Popular y el Socialista han gobernado y han podido demostrar respeto a la libertad de información (no siempre total o complaciente, en especial con noticias que les afectaban negativamente, pero con sujeción a la ley), y Ciudadanos ofrece un programa en línea con la tradicional doctrina liberal sobre la Prensa, que es la que históricamente le ha permitido la mayor autonomía. Podemos, en cambio, ha mostrado en declaraciones de su líder, Pablo Iglesias, una indisimulada voluntad de control de los medios, con alusiones a la libertad de prensa, eso sí, pero alejada de los estándares de comportamiento que permiten y protegen el libre flujo de la información a resguardo de las arbitrariedades políticas.

Se ha dado poca información sobre la alusión de Iglesias al control de RTVE en su rueda de prensa en la que ofreció al PSOE, con pasmosa audacia, un reparto del Gobierno. Algunos medios ni refirieron la mención, laguna insólita. Iglesias se cuidó de citar la palabra control, que le habría dejado en evidencia, pero su deseo de tener a la televisión pública bajo su mano, junto a la Vicepresidencia y los Ministerios que pueden cambiar un país de arriba abajo (Defensa, Interior, Educación, Exteriores…), responde a su indeclarado pero advertido proyecto de control de la información. Hace varios meses, Iglesias se pronunció por el control de la Prensa privada, a la que consideró enemiga de la democracia. No ha vuelto a repetir tal principio totalitario, porque de él se puede decir que es un soberbio intelectual, como lo califica su compañero Monedero, pero también que tiene la listeza suficiente como para ocultar sus intenciones menos populares y nada democráticas.

Lo que no tiene pase es que algunos olviden tan fácilmente datos esenciales sobre las intenciones de un político. La concepción de Pablo Iglesias sobre la comunicación y los medios proyecta riesgos sobre la libertad de ejercicio del derecho fundamental a la información, riesgos ya concretados en Venezuela por el régimen bolivariano con el que se relacionó tan estrechamente, y al que asesoró a través de la fundación de Podemos sobre cómo manejar a los periodistas, según ha publicado ABC. En Venezuela, gracias al triunfo de la oposición, los periodistas empiezan ahora a recuperar libertad de movimientos. En estos días se ha producido un acontecimiento de significado excepcional: la Prensa ha podido regresar a informar a la Asamblea Nacional, de la que fue expulsada hace cinco años. Lo cuenta una página web de periodistas venezolanos, que explica los problemas, las penalidades, la escasez de la información en aquel país, ejemplo de democracia para Podemos: "la primera acción de la nueva Asamblea–se puede leer en ella- fue abrir los portones del hemiciclo a la prensa independiente, expulsada hace cinco años por el oficialismo como parte de su ominoso estrangulamiento de la libre expresión". ¿Se imaginan que los periodistas fueran expulsados del Parlamento español? Los venezolanos tampoco lo sospechaban.

Hace un año, el editor de un importante diario venezolano que ha sufrido larga represión gubernamental, El Nacional de Caracas, Miguel Henrique Otero, de visita en España, avisaba de los riesgos del populismo de Podemos recordando el clima previo a la llegada del chavismo al poder: "Cuando empezó el chavismo y se alertaba de que querían implantar el modelo cubano en Venezuela, se decía, "nosotros no somos Cuba"… Pues hoy ya somos Cuba. En España pueden creer que no son Venezuela. Pero pueden llegar a ser Venezuela". Podemos no es un partido como los demás sino un movimiento populista con pretensión de cambiar el sistema mediante una destrucción previa, empezando por la información. Estos días, Felipe González y José María Aznar alertan del riesgo. El socialista ha sido bien claro sobre el totalitarismo implantado en Venezuela, el popular acaba de advertir que "Podemos es una amenaza para nuestro sistema democrático". Vienen a coincidir con el director venezolano, que prevenía sobre lo que pretende Podemos con tres palabra: "No se dejen". Difícil no reconocer en este aviso una experiencia angustiada.

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