Mas relaciona sus problemas judiciales con la aventura de la independencia

    • Estas cosas del folclore nacionalista no tendrían un gramo de importancia si no fuera porque intentanocultar lo fundamental, y a veces lo consiguen.
    • Mucha gente ve cómo Mas reta al Estado y se pavonea de ello mientras la justicia actúa tan a paso de tortuga que parece que se inhibe.
Mas replica a la CUP que no se va y reivindica sus "1,6 millones de votos"
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Ahora va a resultar que el magistrado del Tribunal Superior de Cataluña Joan Manel Abril es culpable por no haber tenido en cuenta el calendario de efemérides ni las circunstancias personales de sus investigados y, en consecuencia, por haber llamado a declarar al presidente de la Generalitat en una fecha sentimentalmente inapropiada. A ver, que el Consejo del Poder Judicial confeccione una relación de días inhábiles para citar a imputados y prohíba a los jueces convocar, por ejemplo, a un Pujol cuando se encuentre de viaje por Andorra y a un Mas en el aniversario del fusilamiento de un predecesor suyo, Lluis Companys, y después de ganar unas elecciones (es un decir). En este país, incluida Cataluña off course, se reproducen los abundios.

Estas cosas del folclore nacionalista no tendrían un gramo de importancia si no fuera porque intentan ocultar lo fundamental, y a veces lo consiguen. Ahora incluso han contaminado a gentes que en otras ocasiones se distinguen por ir al fondo del asunto. Y en general han servido de alimento de tertulias fácilmente inflamadas de indignación. Pero lo significativo no es la coincidencia con el aniversario de la lamentable ejecución de aquel presidente de la Generalitat que fue detenido en Francia por la Gestapo, entregado al Gobierno franquista en agosto de 1940 y en menos de dos meses sometido a juicio militar sumarísimo y fusilado en Montjuic. Lo sustancial es que una Justicia que ahora actúa con todas las garantías, como la del Estado español, ha visto indicios de conducta ilegal en el presidente Artur Mas y se ha puesto a actuar.

También tiene fundamento la preocupación por la lentitud de la justicia. La imputación de Mas llega diez meses después de los hechos que se investigan y, aunque es razonable que el juez no haya emitido su citación antes de las elecciones autonómicas para no influir en su desarrollo, no lo es que las actuaciones judiciales no hayan podido terminar mucho antes de verse el juez en la obligación de la prudencia. Quienes se quejan de que el juez haya esperado a que concluyera el plazo electoral, que también los hay, deberían lamentarse de que poco después de los hechos, públicamente conocidos, incluso relatados mediáticamente en directo, no se hubiera dirigido ya el juez a los implicados. Eso habría contribuido a despejar incertidumbres de mucha gente, que ve cómo Mas reta al Estado y se pavonea de ello mientras la justicia actúa tan a paso de tortuga que parece que se inhibe.

Pero con lentitud y todo, la justicia ha llegado a los aledaños de Mas y el todavía presidente de la Generalitat no ha podido disimular un gesto aturdido y una mirada vidriosa. Poco antes, en la noche electoral, aún sonreía pese a no tener motivos más que para lamentar el retroceso. Pero ahora su ademán revela perturbación y sus palabras reconocen motivos inconfesados. ¿Será plenamente consciente de lo que ha dicho? Aun con términos enigmáticos, ha conectado la independencia de Cataluña con el rechazo a la actuación de la justicia. Lean esto: "En línea con lo argumentado por Junqueras y sus socios, Mas dice que con la imputación se llega a la conclusión de que a Cataluña no le interesa el "ordenamiento jurídico y puede decidir cambiar de marco", en alusión a la independencia" (http://www.lainformacion.com/politica/constitucion/mas-sobre-su-imputacion-no-desobedeci-fue-una-rebelion-democratica_gPD3OLDRWc2BImsbqPgmc3/). Es Artur Mas el que pone en relación sus problemas judiciales con la aventura de la independencia, haciéndolo razón de la deriva secesionista. Se está más a gusto con una justicia propia y dominada.

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