Con memoria no hay Consenso

  • El Consenso requiere una condición básica: el perdón a unos y otros por los errores cometidos y las injusticias sufridas.

    No habría habido transición en los años setenta si nos hubiéramos dedicado a echar en cara Paracuellos al Sr. Carrillo y el “Juicio 1001” al Sr. Fraga; si a Adolfo Suarez se le hubiera acusado de haber sido el Secretario General del Movimiento franquista...

Por J.R. Pin Arboledas

En los últimos días varios partidos políticos se han querido apropiar de  la figura de Adolfo Suarez: La añoranza por el consenso de la transición, que tantos frutos dio, es un ritornelo en la política española desde que los Gobiernos de Rodríguez Zapatero desempolvaron la “memoria histórica” en su peor manifestación. Porque en esa fecha en lugar de resaltar las virtudes del acuerdo y la moderación rescataron lo que de división y crispación tuvo el devenir de la España de los siglos XIX y XX. Yo mismo en la COPE, en el programa de la “Linterna” he acuñado una frase en mis comentarios, parafraseando la película Casablanca: “siempre nos quedará la UCD”.

El Consenso requiere una condición básica: el perdón a unos y otros por los errores cometidos y las injusticias sufridas. Si impera la antigua ley del talión: “ojo por ojo, diente por diente” hace imposible el acuerdo una vez una de las partes se siente agraviada. Los vetos a personas, por ejemplo, son una manifestación de esa norma. La frase: “con este o esta no puedo sentarme ni a hablar” impide el acercamiento de posturas, porque la emotividad nubla el razonamiento.

La primera condición para el consenso es “la falta de memoria”. Lo dice el psiquiatra Enrique Rojas: “la felicidad es tener salud y mala memoria”.

No habría habido transición en los años setenta si nos hubiéramos dedicado a echar en cara Paracuellos al Sr. Carrillo y el “Juicio 1001” al Sr. Fraga; si a Adolfo Suarez se le hubiera acusado de haber sido el Secretario General del Movimiento franquista o a Felipe Gonzalez haber estado dirigiendo un movimiento clandestino.

Hoy en día hay temas complicados y difíciles de olvidar por cercanos e hirientes. La corrupción es uno de ellos. No es necesario haber sido imputado o investigado para que caiga sobre el dirigente la duda de su honestidad. La responsabilidad “in vigilando” aparece en muchos casos. No es un tema solo legal sino político y ético ¿Cómo olvidarse de temas tan cercanos? ¿Cómo hacerlo en un mundo donde la información descubre cualquier irregularidad?

También los vetos y la agresividad sobre la figura de unos y otros es un tema táctico que aunque resulte gratificante en campaña electoral reduce la probabilidad de una estrategia de consenso posterior. La campaña electoral no debería crear condiciones que hicieran imposible el diálogo. Los insultos entre candidatos enturbian el futuro.

Sólo la generosidad y altura de miras de unos y otros permitiría la generación de condiciones para rescatar el consenso ¿Creen el lector que existe la posibilidad de crear ese clima? ¿Está dispuesta la sociedad española para alcanzarlo? Parece que la sociedad sí; la cuestión está en si los dirigentes políticos son capaces de hacerlo.     

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