OPINION

Una cuña en el Consejo: la guerra Maroto-Ribera

Foto de familia en La Moncloa.
Foto de familia en La Moncloa.
EP

Cuando hay un cambio de Gobierno, sea tras unas elecciones o porque la realidad se ha comido a uno o varios ministros, los miembros del nuevo Ejecutivo se fotografían en grupo. Lo hacen en las escaleras del Palacio de la Moncloa. La mayoría de las veces, el resultado es una imagen colegial; formal pero con un punto de diversión. Con buen rollo. Es lo que corresponde. El Ejecutivo no deja de ser un órgano colegiado integrado por una pluralidad de miembros. La mayoría de las fotos de escalinata muestran la proporción justa de sonrisas, gestos cómplices y seriedad institucional. La foto suele envejecer rápido y mal.

Los ministros, unos más deprisa porque vienen advertidos, y otros más despacio porque lo aprenden sobre la marcha, comprenden que en el Gobierno tienen compañeros y también rivales. Hermanos de partido -cuando el Ejecutivo es monocolor-, pero no primos. Lo normal es que empiecen a surgir desavenencias por las competencias, por el dinero -el ministro de Hacienda tiene la obligación de ser el menos primo entre todos los primos- y por los planes que, a menudo, se superponen.

Son los roces lógicos en la tectónica del poder. En los últimos meses esos roces afectan a los Ministerios de Transición Ecológica y de Industria. A Teresa Ribera y a Reyes Maroto respectivamente. La una, dispuesta a cumplir promesas y tratados internacionales para desintoxicar la economía de hidrocarburos; la otra, trabajando para que la industria (16,4% del PIB) no se convierta en una gota productiva cada vez más exótica en un mar de servicios (68% del PIB).

Las quejas de las industrias

Entre Ribera y Maroto hay diferencias que han sido rápidamente detectadas. Y rápidamente alimentadas. Las industrias afectadas por los planes de Ribera -en realidad todas, desde petroleras a eléctricas, pasando por siderúrgicas, cementeras y automovilísticas- se quejan ante las dos ministras. Pero presionan a Maroto. Se vió claro en la celebración del 25 aniversario de la Asociación Española de Productores de Productos Petrolíferos (AOP).

Foto de familia en La Moncloa.
Foto de familia en La Moncloa. / EP

El presidente de la Asociación y de la petrolera BP en España, Luis Aires, criticó con dureza a la ministra Ribera, que había acudido a inaugurar el acto. En pocas ocasiones se ha visto al anfitrión poner verde al invitado en su presencia. El chaparrón fue el prólogo. El epílogo fue otro. Al finalizar el acto que clausuraba la Ministra de Industria, Reyes Maroto, los primeros espadas de las petroleras, Antonio Brufau (Repsol), Luis Aires (BP), Pedro Miró (Cepsa) y Josu Jon Imaz (Repsol), mantuvieron un largo e intenso aparte con la responsable de Industria. De fondo, el anuncio de Ribera sobre la prohibición de ventas de motores de combustión a partir de 2040.

La presión de la industria petrolera y automovilística sobre Maroto -extendida a Ribera- explica en parte el retraso en la presentación y aprobación del Plan de Energía y Clima y de la Ley de Cambio Climático, que fueron anunciados para finales del año 2018. Maroto tiene entre sus prioridades dar seguridad a las empresas de que la normativa de cambio climático no amenazará sus resultados e inversiones de forma catastrófica. Al menos no a corto plazo. Por eso el Ministerio de Industria ha aprobado una Agenda Sectorial para la industria química y del refino con 38 medidas para "analizar y equilibrar el impacto sobre la economía de la normativa de cambio climático y transición energética". Objetivo: moderar a Ribera.

Lo de las cuñas en el Gobierno no es nuevo. Cambian los protagonistas, pero no cambia la estructura de los guiones del poder. Soraya Sáenz de Santamaría y Maria Dolores de Cospedal; Cristóbal Montoro y Luis De Guindos; Pedro Solbes y Miguel Sebastián; Margarita Robles y Baltasar Garzón...todos saben lo que molesta encontrar en la mesa del Consejo de Ministros cuñas que no son precisamente para calzar muebles. Política, poder y economía.

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