La valiente historia de Erick, el héroe de 14 años que murió con las botas puestas

  • Erick descansaba en un sofá en las dependencias de los Comandos de Salvamento. Quizá pensaba en lo que viviría aquella tarde. ¿Un atropello? ¿Un enfermo? ¿Un asesinato?

    Varios individuos irrumpieron armados en la habitación donde se encontraba y, sin mediar palabra, comenzaron a disparar.

Erick Beltrán se unió con 12 años a los Comandos de Salvamento de El Salvador.
Erick Beltrán se unió con 12 años a los Comandos de Salvamento de El Salvador.
Comandos de Salvamento

Domingo 10 de abril de 2016. Erick descansaba en un sofá, dentro de las dependencias de los Comandos de Salvamento de Quezaltepeque (El Salvador). Quizá pensaba en lo que había visto esa mañana. O lo que se encontraría por la tarde. ¿Un atropello? ¿Un ahogado? ¿Un enfermo? ¿Un asesinato?

Un voluntario como él había tenido que curtirse demasiado pronto en escenas que repugnarían a cualquiera. Se había unido a la organización con solo 12 años. Cualquier ayuda sirve cuando se trata de aliviar el sufrimiento de un país que vive de sobresalto en sobresalto. Los veinte asesinatos diarios de media que ha registrado El Salvador en los últimos meses convierten el voluntariado en una profesión de riesgo. Pero en Erick el espíritu de servicio prevalecía sobre el miedo. Y ningún sitio mejor aquél que ese para darle cauce.

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“Los Comandos de Salvamento, institución salvadoreña de carácter humanitario, tiene como misión rescatar las vidas de las personas y sus bienes, cuando se hallen en peligro a consecuencia de hechos de la naturaleza o del hombre, como terremotos, ciclones, inundaciones, incendios, guerras civiles, sin importar su raza, religión o credo político”.

Fiel a la misión de su ONG, Erick atendió a todo tipo de víctimas por el simple hecho de serlo. Su ciudad, Quezaltepeque, de poco más de 50.000 habitantes, había registrado 27 asesinatos en lo que llevaba de año. Una muestra pequeña comparada con los casi 2000 que se han registrado en los tres primeros meses de 2016 en este pequeño país, el más peligroso del mundo.Un inconfundible uniforme amarillo chillón

A pesar de los episodios de violencia ha vivido El Salvador en el último medio siglo, con una terrible guerra civil de doce años incluída, los Comandos de Salvamento nunca sufrieron un ataque directo. ¿Qué razón había para dañar a una institución que sólo intentaba ayudar a quien lo necesitase? El inconfundible uniforme amarillo chillón hacía de sus miembros objetivos fácilmente identificables y merecidamente respetables allí donde acudían.

Desgraciadamente, en el caso de Erick facilitó lo primero, mas no lo segundo.

Varios individuos irrumpieron armados en la habitación donde se encontraba y, sin mediar palabra, descerrajaron a bocajarro varios disparos. Él, que había salvado la vida de tantos, perdía la suya por una absurda venganza transversal. Era el aviso inaudito de una pandilla: “No permitiremos que atendáis a los heridos de la banda rival”.

Días después, un reguero de uniformes amarillos acompañaba el féretro de Erick en su último viaje hacia el cementerio. Les seguían también sus compañeros de colegio. Erick había cumplido los catorce el pasado 9 de enero. Cursaba octavo grado, el equivalente al segundo de la ESO español. Distribuía su tiempo libre entre los Comandos de Salvamento y una iglesia evangélica de la localidad.

Hay vidas plenas, profundas, intensas y notablemente útiles que se apagan demasiado pronto. Por eso hay que tratar, y ese es el propósito de este artículo, que no se apague el eco de su historia.

Descansa en paz, amigo Erick, con tus botas de héroe bien puestas.

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