Los comicios suponen la elección entre dos modelos económicos muy diferentes

  • San Salvador, 10 mar (EFE).- Las elecciones presidenciales del próximo domingo en El Salvador ofrecen a los votantes dos vías muy diferentes de afrontar la pobreza y las demás asignaturas sociales y económicas pendientes y propias de un país en desarrollo, en medio de una severa crisis internacional.

San Salvador, 10 mar (EFE).- Las elecciones presidenciales del próximo domingo en El Salvador ofrecen a los votantes dos vías muy diferentes de afrontar la pobreza y las demás asignaturas sociales y económicas pendientes y propias de un país en desarrollo, en medio de una severa crisis internacional.

La economía salvadoreña es una de las más dependientes en Latinoamérica de la estabilidad de los mercados de Estados Unidos, en todos los ámbitos.

En ese gran marco, los salvadoreños tendrán que elegir entre el candidato del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), Mauricio Funes, y el de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), Rodrigo Avila.

Estos son los dos únicos candidatos que han quedado en liza, después de que los demás partidos retirasen sus candidaturas presidenciales.

ARENA lleva en el poder 20 años, desde 1989, durante los cuales El Salvador ha sido en todo momento uno de los más fieles aliados latinoamericanos de Estados Unidos y, por consiguiente, apegado a su doctrina en materia de política económica, con la defensa a ultranza del libre mercado como base y el apoyo incondicional a la empresa privada.

Además, Estados Unidos es el principal socio comercial de El Salvador y el receptor del mayor número de inmigrantes salvadoreños, mas de 2,5 millones de personas, que se han convertido en la segunda fuentes de ingresos para el país, pues aportan un 17 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

En 2001, El Salvador fijó un cambio inalterable entre el colón y el dólar, permitió la libre circulación de la divisa estadounidense y se aprestó a retirar de la circulación la moneda nacional, con lo que, de hecho, estableció su dependencia de la Reserva Federal de Estados Unidos.

El FMLN no ha gobernado nunca, pero su origen guerrillero con principios revolucionarios lo ha llevado a situarse como partido político en la esfera de la variopinta izquierda latinoamericana que durante los últimos años ha conquistado el gobierno en países como Ecuador, Venezuela, Bolivia, Argentina, Chile, Brasil o Nicaragua, entre otros.

Su candidato, Mauricio Funes, constituye su rostro más amable; no es un militante del partido, está muy alejado de los sectores más radicales del FMLN y se inclina más hacia las políticas económicas aplicadas por los actuales gobiernos de Chile o Brasil que por los de Venezuela o Nicaragua.

Una duda tácita del electorado salvadoreño es quién impondrá su criterio en caso de que Funes gane los comicios, si el presidente de la República o los sectores del FMLN que mantienen estrechos lazos de amistad política con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el de Nicaragua, Daniel Ortega.

Otra incógnita supone el comportamiento que surja de la correlación de fuerzas que establecieron en el parlamento las elecciones del pasado 18 de enero.

El FMNL tiene 35 escaños en la Asamblea legislativa; ARENA, 32; el derechista Partido de Conciliación Nacional (PCN),11; el Partido Demócrata Cristiano (PDC), también de derechas, 5; y el socialdemócrata Cambio Democrático, 1.

Es decir, la derecha tiene mayoría, se presenta unida frente a un eventual gobierno del FMLN, y solo dispone de mayoría simple en caso de que gane el candidato de ARENA.

La pobreza afecta, según el Banco Mundial (BM), al 37 por ciento de la población, del que casi el 11 por ciento se sitúa en extrema pobreza.

El crecimiento económico que el actual gobierno calcula para 2009 no llega al 3 por ciento del PIB en 2009, y las remesas de los emigrantes constituyen la segunda fuente de ingresos para el país, después de la exportaciones.

Las manufacturas, los productos textiles de maquilas y el café lideran las exportaciones, aunque la primera industria del país la constituyen los servicios, a la que se le atribuye, según el BM, el 60 por ciento del PIB, con 20.372 millones de dólares en 2007.

El PIB per cápita es de 2.867,4 dólares, con una población de 5.744.113 de habitantes y algo más del 6 por ciento del sector activo desempleado.

En síntesis, las debilidades propias de un país en desarrollo, además de las dependencias de Estados Unidos y de un segmento productivo como el de los servicios conforman una situación de especial vulnerabilidad ante la crisis económica internacional como punto de partida para quien gane las elecciones presidenciales del 15 de marzo.

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