Bloqueo digital en Egipto, o cómo dejar a un país sin Internet ni comunicaciones

  • En un mundo hiperconectado, dejar a un país entero sin conexión a Internet ni comunicaciones es una tarea complicada. Pero en Egipto ha sucedido durante varios días, y esto es lo que el mundo ha aprendido de tan extraño escenario
Bandera egipcia
Bandera egipcia
(CC) Sharif Hassan @ Flickr

Estamos acostumbrados a ver noticias en las que algunos países o zonas se "quedan sin Internet" por problemas técnicos, a veces accidentes imprevisibles o incluso a gobiernos que ejercen el control y la censura de todos los contenidos que circulan por la Red. Pero menos habitual es ver cómo un gobierno intenta desconectar todo un país de la Red voluntariamente. Este es el caso de Egipto, donde unos diez millones de internautas (el quince por ciento de la población) vieron cómo sus conexiones dejaban de funcionar y las comunicaciones era paulatinamente "apagadas" hasta que el país quedó en una especie de "agujero negro" en el que casi nada que fuera digital entraba ni nada salía.

¿Cómo se logra técnicamente dejar a un país sin Internet ni comunicaciones?

La respuesta detallada es complicada, pero los especialistas de Renesys realizaron un completo análisis de cómo Egipto desapareció de Internet, lo cual proporciona una buena lista de pistas. A esto hay que sumar la experiencia que los técnicos ya tienen procedente de casos como grandes catástrofes naturales, que dejan sin comunicaciones a grandes zonas. Pero para acabar con Internet –en cuyo diseño de red se incorporó como prioritario que fuera "a prueba de fallos"– hace falta algo más que un "gran botón rojo" que apague algunos servidores.

Las comunicaciones a Internet de un país dependen básicamente de las líneas de comunicaciones físicas: cables bajo tierra, cables submarinos, satélites y emisiones de otro tipo (radio, TV) que lo interconectan con los países vecinos. Por lo general son las grandes operadoras las que gestionan estas conexiones; en el caso de Egipto son Telecom Egypt (la entidad "oficial" dependiente del gobierno), Raya, Link Egypt, Etisalat Misr e Internet Egypt, asociados con otras operadoras internacionales. Aunque hay algunos carriers más, entre todas ellas controlan más del 90 por ciento de las comunicaciones del país. Un dato importante es que esto se refiere a las líneas que sirven tanto para hablar por teléfono fijo como móvil, las líneas de ADSL para Internet y otros tipos de conexiones. Servicios básicos como los sistemas de pago de los bancos (tarjetas), cajeros automáticos, alarmas, automatismos y similares funcionan por esas mismas líneas.

El corte en las comunicaciones puede realizarse en varios puntos. Si se corta o apaga el servicio totalmente en estos cinco proveedores, la interrupción del 90 por ciento de las comunicaciones está garantizada. Se puede usar una motosierra o excavadora para cortar o arrancar los cables en puntos clave – algo poco elegante pero efectivo. O bien, si se quiere ser más selectivo y elegante pedirlo "por favor" y hacerlo de forma controlada. Al parecer las autoridades eligieron la segunda opción.

La "teoría de la motosierra" tiene varios problemas: por su situación en el mapa, Egipto es paso de comunicaciones de otras redes que suministran comunicaciones a Oriente Medio, de modo que cortar ciertas líneas físicas supondría un apagón no solo del país sino también de los países vecinos, un caos al que nadie querría arriesgarse (y menos siendo el gobierno). Por otro lado, supone un corte total que inutiliza tanto Internet como las líneas de teléfono y los móviles: ni siquiera las autoridades ni los servicios de emergencia podrían usar esos servicios dado que no estarían disponibles, como si hubiera sucedido una catástrofe natural del estilo de un terremoto o el paso de un destructivo huracán. La opción del corte selectivo y gradual tiene estratégicamente más sentido.

¿Es necesario poner de acuerdo a los diversos proveedores de Internet para realizar el apagón? Si se utiliza un corte selectivo en vez de una motosierra, hay que hacerlo, pues cada uno de ellos debe desconectar sus routers de los cables principales de comunicaciones. Se puede hacer por las buenas o por las malas y no se sabe cómo habrá sido en este caso, pero técnicamente da igual: el caso es que todos desconectaron. Por los datos sobre cómo se realizó el apagón gradualmente los expertos de Renesys sugieren que hubo llamadas telefónicas espaciadas unos pocos minutos entre los cortes de unos y otros proveedores, sugiriendo una orden desde una autoridad, que todos los proveedores acataron instantes después.

Una de las excepciones al corte en Egipto fue Noor Group, aunque no está muy claro el porqué. Al parecer en sus instalaciones se aloja la Bolsa de valores de Egipto. Se especula con que tal vez consideraron que no hubiera sido muy buena idea cerrar la bolsa en un momento tan crítico. El problema de querer dejar a un país sin Internet es que también lo dejas sin muchos servicios básicos, tanto a nivel económico como industrial, empresarial y de servicios de emergencias: la gente no puede sacar dinero de los cajeros, los bancos no pueden hacer transacciones, las tiendas tampoco…todo un desastre general.

Escapando del bloqueo

A pesar de que el 90 por ciento de las comunicaciones por Internet estaban desactivadas, los ciudadanos egipcios pudieron seguir comunicándose con el exterior. ¿Cómo evitaron el bloqueo?

Por un lado, usaron sistemas alternativos a los proveedores principales: pequeños proveedores que no habían sido cerrados, accesos vía satélite (tan solo se necesita una antena especial conectada a un router) e incluso el apoyo de proveedores extranjeros que facilitaron números de acceso remoto a los que llamar para conectarse a Internet de forma gratuita. Las líneas telefónicas convencionales sí que funcionaban –cortarlas completamente hubieran sumido al país en el caos total tanto social como económico–, de modo que podían usarse módems a la vieja usanza. La gente empleó faxes para enviar y recibir mensajes e incluso se crearon pasarelas para enviar faxes que desde el extranjero eran reconvertidos en mensajes de texto y lanzados a las redes sociales, como Twitter o Facebook.

A nivel técnico, la gente utilizó trucos como usar servidores de dominio alternativos (como el 8.8.8.8 de Google) cuando los proveedores cerraron los DNS oficiales; navegación por IP numéricas tras la anulación de muchos dominios egipcios (.eg) y sistemas como Tor para comunicarse de forma segura garantizando el anonimato. En un país en el que ser ciberactivista no está muy bien visto, más vale andarse con cuidado.

Unos días después, habiéndose visto que el corte no había sido cien por cien efectivo y con la comunidad internacional en contra del recorte de un servicio tan vital y a la vez básico para ejercer las libertades, Egipto ha vuelto a estar conectado a Internet. Las redes desaparecidas han vuelto a ser visibles, las redes sociales funcionan y el tráfico de todo tipo de comunicaciones ha sido restablecido casi en su totalidad.

¿Sería más fácil o más difícil hacer esto mismo en España?

Técnicamente, se podría sostener la idea de que es indiferente que un país esté gobernado por un tirano o sea un estado democrático de cara a la complejidad de producir un "apagón general en Internet". El tirano tendrá cierta capacidad de "convencimiento" el día que quiera apagar la red, del mismo modo que las leyes y normas de un estado democrático pueden lograr el mismo efecto, en más o menos tiempo.

Al respecto se han puesto ejemplos como algunas de las normativas del Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, que de un modo u otro podrían proporciona al presidente de una especie de "Gran botón rojo" con el que "apagar Internet" en caso de necesidad – no sólo en Estados Unidos, sino en el resto del mundo. En resumen: tal vez un tirano pudiera actuar más contundentemente, pero el efecto final en otros países con otros regímenes podría técnicamente ser el mismo. Si mañana Egipto pasa a ser gobernado por una autoridad distinta, sus cables de fibra y conexiones van a ser básicamente los mismos.

En el caso de España llegar a un apagón de este tipo sería ligeramente más complicada que en Egipto por la sencilla razón de que somos un país mucho más comunicado. A algo más de una decena de cables submarinos hay que añadir varias decenas de cables terrestres que nos conectan con Europa, además de los diversos satélites que nos dan cobertura. Los proveedores de telecomunicaciones, carriers y proveedores de acceso son más numerosos, de modo que las "órdenes de apagado" habrían de ser acatadas por más de estas entidades para lograr un efecto apreciable. La fragmentación e independencia del mercado garantiza en cierto modo que alguno de ellos escaparía a la problemática, al menos durante cierto tiempo.

En otro plano, a nivel político, la dependencia de las empresas de telecomunicaciones de la autoridad del gobierno es menor en España que en Egipto, e incluso muchas de ellas son entidades financiadas con capital extranjero. Las órdenes que deberían acatar podrían ser cuestionadas y probablemente los plazos para ejecutarlas –o para que les fueran revocados sus derechos, de no cumplir con las normas– se alargarían bastante en el tiempo. Todo esto parece indicar que sería difícil vivir un apagón tan rápido y general como en Egipto. Probablemente cuatro o cinco tipejos con motosierras en lugares estratégicos tendrían más éxito en caso de querer dejar a España sin comunicaciones.

Foto: Bandera egipcia (CC) Sharif Hassan @ Flickr

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