Don Bosco, la dinamita más constructiva del siglo XIX

    • Resulta difícil de creer que la vida de este hombre singular quedase marcada por un sueño que tuvo con solo 9 años.
    • Millones de jóvenes en todos los continentes han alcanzado un modo de vida digno gracias a su impulso vital.

Acabo de terminar un libro sobre un italiano excepcional cuyo nombre tengo la suerte de compartir. Resume en pocas páginas una historia apasionante, bella y reveladora de las grandes necesidades de su tiempo.

De su tiempo… y del nuestro.

"Don Bosco hoy" ha sido precisamente el título escogido para plasmar una de las trayectorias humanas más fecundas de todo el siglo XIX. Sus maravillosos efectos crecieron durante la centuria siguiente y han llegado a nuestros tiempos con toda su vitalidad.

El periodista Ángel Expósito ha escrito el libro con la colaboración del Rector Mayor de la congregación que fundó San Juan Bosco, los salesianos, y la de historiadores y expertos en su figura.Un sueño con 9 años

Resulta difícil de creer que la vida de este hombre singular quedase marcada por un sueño que tuvo con solo 9 años. Un grupo de niños que jugaban como bestias, y que el pequeño Juan trataba de amansar a puñetazo limpio, se convertía en un manso rebaño de corderos por las palabras de Alguien que quedaron grabadas a fuego en su alma: "No con golpes".

Juan Melchor Bosco había nacido en la más completa humildad, quedó huérfano de padre a los dos años, con una madre campesina que debía cuidar a la abuela y con un hermano mayor que le hizo la vida imposible hasta conseguir echarle de casa. Desde muy pequeño tuvo que trabajar para ganarse la vida.

El panorama no resultaba precisamente halagüeño para él. Pero no se arredró cuando entendió que, aun en medio de tantas dificultades, Dios le llamaba para el sacerdocio, y también para dedicarse al cuidado de cientos de niños y jóvenes que llegaban a Turín atraídos por las oportunidades, tantas veces ilusorias, de la Revolución Industrial.

Italia era entonces un hervidero de pasiones políticas y conflictos sociales. En medio de este ecosistema salvaje y desatado, los niños y los jóvenes pululaban como piezas sobrantes del sistema. O, si acaso, como carne de explotación y servidumbre. Cuando no de cosas peores.El sistema preventivo

Don Bosco, con una fe que se podía cortar con un cuchillo y con una audacia fuera de lo común, convirtió a centenares de lobos en mansos corderitos siguiendo el consejo de Aquél (y Aquélla) que había escuchado en su sueño infantil: "No con golpes". Su sistema pedagógico preventivo chocaba con los usos y costumbres vigentes en el siglo XIX. Pero funcionaba. Y, vistos los resultados, mucho mejor que otros.

Pasito a pasito, piedra a piedra, lira a lira y oración tras oración levantó un edificio espiritual que aún sigue en pie siglo y medio después, extendido por todo el mundo. Millones de jóvenes en todos los continentes han alcanzado un modo de vida digno gracias a su impulso vital. Millones de jóvenes, de esos que viven, según palabras del papa Francisco, en la periferia de la humanidad, encontraron, primero en él y después en sus seguidores, una mano amiga, un plato de comida, un oficio que aprender, un conocimiento que descubrir. Engendró, como siempre había sido su deseo, "buenos cristianos y honrados ciudadanos".

Llega el 31 de enero, aniversario de su muerte acaecida en 1888. Pienso en tantos personajes relevantes coetáneos de San Juan Bosco. Uno de ellos, el filósofo Friedrich Nietzsche, escribía por aquel entonces:

"Conozco mi suerte. Alguna vez irá unido a mi nombre el recuerdo de algo gigantesco, de una crisis como jamás la había habido en la Tierra, de la más profunda colisión de conciencia, de una decisión tomada, mediante un conjuro, contra todo lo que hasta ese momento se había creído, exigido, santificado. Yo no soy un hombre, soy dinamita".

En cierto modo, no se equivocó el filósofo. Ahora bien: ¿fue positiva para la Humanidad la dinamita que plantó en sus escritos? Los que sufrieron sus efectos en el siglo XX podrían contestar mejor que nadie a esta pregunta.

Por lo que a mí respecta, prefiero la dinamita de San Juan Bosco. Nunca se inventó un explosivo más constructivo que el suyo.

Sigue @martinalgarra//

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