España monitoriza una tormenta blanca en saturno


Un equipo de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) participa en una investigación que está estudiando la última tormenta blanca de Saturno, un fenómeno que se produce regularmente cada 29,5 años y que esta vez se ha adelantado casi una década.
Según explica el CSIC, la tormenta se inició en diciembre de 2010 y sigue activa seis meses después, aunque su foco original está algo debilitado.
El planeta gigante gaseoso, Saturno, está situado a una distancia de 1.500 millones de kilómetros del Sol, diez veces la distancia de la Tierra al astro solar.
En los últimos 130 años de observación, el planeta ha experimentado cinco de estas tormentas. Estos fenómenos se han repetido hasta ahora en cada vuelta de Saturno al Sol, que dura 29,5 años, pero hace unos meses se captó el inicio de estos eventos, que se esperaban para 2020.
Las observaciones del desarrollo de esta tormenta efectuadas por un equipo de investigación encabezado por Agustín Sánchez Lavega, de la Universidad del País Vasco, han permitido profundizar en el conocimiento de la atmósfera de Saturno.
"Estas tormentas son un fenómeno único en todo el Sistema Solar que se expanden impulsadas por los vientos y termina por rodear todo el planeta a lo largo de un anillo de nubes blancas turbulentas, ya que puede crecer hasta alcanzar unos 10.000 kilómetros", destaca Sánchez Lavega.
Hasta ahora, las tormentas tendían a emerger durante el verano del hemisferio norte del planeta. El último suceso tuvo lugar en 1990, por lo que no se esperaba otro evento hasta alrededor del año 2020. Con casi nueve años de adelanto, un grupo de astrónomos aficionados japoneses anunció a comienzos de diciembre de 2010 la aparición de una mancha muy brillante en las latitudes medias del hemisferio norte del planeta, primer signo de la gigantesca tormenta.
En el Observatorio de Calar Alto (Almería) se recogieron en diciembre de 2010 una serie de imágenes en luz roja. Desde hace unas semanas el fenómeno se monitoriza de manera regular desde este observatorio, mediante el uso de una técnica especial que permite obtener imágenes de alta resolución espacial.
"Además del interés intrínseco de esta tormenta, los gigantes gaseosos del Sistema Solar son verdaderas 'piedra Rosetta' que nos ayudan a entender qué ocurre en enanas marrones y exoplanetas, objetos muy fríos con propiedades a medio camino entre las estrellas y los planetas", destaca David Barrado, investigador del CSIC en el Centro de Astrobiología (mixto del CSIC y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial).
Para el CSIC, el hecho de que el foco original siga activo más de seis meses después de la erupción de la tormenta representa "una sorpresa mayúscula" y "un desafío en la comprensión de estos violentos sucesos meteorológicos".
Las tormentas de Saturno son un banco de pruebas de los mecanismos físicos que subyacen al origen de las tormentas violentas que se producen en regiones ecuatoriales y tropicales de la Tierra, o de fenómenos como las llamadas gotas frías.

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