La tribu que vive sin "años" ni "semanas"

  • Los Amondawa viven en el Amazonas sin ningún concepto abstracto del "tiempo". En su vocabulario no hay palabras para designar semanas, meses o años, la gente no tiene "edad" y no cuentan más allá del número 4. Un grupo de antropólogos cree que la forma de entender el mundo de esta tribu cuestiona la hipótesis de que los humanos construimos el tiempo de manera universal en nuestro lenguaje.
Grupo de Amondawa (Imagen: Universidad de Portsmouth)
Grupo de Amondawa (Imagen: Universidad de Portsmouth)
lainformacion.com
Antonio M. Ron

"O ano que vêm". El antropólogo trata de que un miembro de la tribu de los Amondawa traduzca este concepto del portugués a su lengua. Pero no da resultado. El concepto "el año que viene" no puede expresarse en su lengua por una razón muy sencilla: no existen conceptos como "año" ni "que viene", y tiempo y espacio no van metafóricamente unidos.

Los Amondawa viven en la selva del Amazonas, en el estado brasileño de Rondonia. Fueron contactados por primera vez en 1986 y desde entonces las enfermedades han ido mermando la población hasta dejar apenas medio centenar de individuos. Su lengua y forma de entender la vida han sido objeto de estudio por parte de un equipo de lingüistas y antropólogos de las universidades de Portsmouth y Rondonia. Los investigadores, encabezados por el especialista en psicología del lenguaje Chris Sinha, han descubierto que estos indígenas no tienen una concepción abstracta del tiempo, como sucede de forma universal en todas las culturas, ni lo conciben como una línea a través de la que uno se puede mover.

"Mis colegas han trabajado con los Amondawa durante al menos quince años", explica Sinha a lainformacion.com. "Por supuesto que tiene conceptos del tiempo basados en fenómenos naturales, pero no tienen concepto como los meses, supongo que porque no los necesitan".

La investigación de Sinha y su equipo tiene que ver con la forma en que los humanos asimilamos el concepto del tiempo. Todas las culturas, incluida la de estos indígenas, diferencian los eventos por los fenómenos astronómicos y atmosféricos. El primero y más evidente es el cambio del día a la noche. En Amondawa no hay un término que signifique "día" (en el sentido del período del ciclo 24 horas) sino dos diferenciaciones simples entre la luz y la oscuridad: Ara (que significa claridad) y Ioutuna-him (que significa negro intenso). Cuando se intenta que identifiquen el día como un ciclo, con un esquema en forma de círculo, los Amondawa no lo comprenden.

De la misma manera, la tribu tampoco tiene un concepto para el año ni han dividido el tiempo en meses, aunque conocen los ciclos lunares. Las estaciones son dos: Kuaripe (que significa "al sol") y Amana (que significa lluvia). En cuanto a las personas, la edad no se mide cronológicamente sino por etapas, entre otras cosas porque los Amondawa sólo han desarrolado una numeración hasta el cuatro. Durante el curso de su vida, los individuos cambian su nombre, en función de la etapa vital en que se encuentran, pero no cumplen años ni hablan de tener una "edad" concreta.

Un "tiempo de eventos"

Todas estas circunstancias no pueden conducir a la simplificación de decir que estos indígenas viven "fuera del tiempo" o "sin tiempo", advierten los investigadores. Los Amondawa pueden referirse a cosas que han sucedido en el pasado o que sucederán en el futuro y tienen su propia historia de la comunidad, con referencias a los tiempos de "antes del contacto". La diferencia fundamental es que nunca se refieren al tiempo en términos abstractos, sino siempre en relación con cosas que han pasado. Es decir, no tiene sentido para ellos expresiones como "pasado mañana", "durante la noche" o "la semana que viene".

El fenómeno se explica en parte porque el suyo es un "tiempo de eventos" y no un "tiempo de artefactos". La manera occidental de comprender el tiempo viene condicionada por la tecnología que hemos desarrollado para medirla, como los relojes o los calendarios, ya sea en 24 horas, 12 meses o el sistema vigesimal que usaban los mayas. Los Amondawa "no tienen una noción del tiempo independiente de los eventos que ocurren en él", explica Sinha, o dicho de otra manera, no hay un mañana sino la "claridad que vendrá después de esta noche", ni una "temporada que viene" sino la "lluvia que vendrá después de los días de sol".

El tiempo abrazado al espacio

Además de todo esto, la hipótesis que plantea el equipo de Sinha es que no hay una correspondencia entre el concepto del paso del tiempo y el movimiento a través del espacio. Entre los lingüistas está aceptada la teoría de que existe una idea del tiempo natural que se estructura en todas las lenguas mediante metáforas que asocian los movimientos espaciales con los movimientos con una línea de tiempo imaginaria ("hipótesis de la asignación universal"). "Lo haré antes de Navidad" o "el verano ya pasó" son expresiones que implican espacio y tiempo y que los Amondawa no entenderían, según este equipo.

"Ahora podemos decir que existe al menos una cultura y una lengua en la que el concepto del tiempo no es algo que puede ser medido, contado o expresado en abstracto", asegura Sinha. "Tenemos un montón de metáforas para decir que el tiempo pasa", añade. "Incluso pensamos que es una cosa, decimos que el fin de semana "casi se ha ido", "no tengo tiempo" y otras muchas expresiones y pensamos que son afirmaciones objetivas, cuando no lo son". Curiosamente, los Amondawa no piensan así, pero manejan ese concepto abstracto del tiempo cuando aprenden portugués.

No todos los especialistas están de acuerdo con estas conclusiones, como el lingüista francés Pierre Pica, consultado por BBC y que estudia la lengua de los Mundurucu. En su opinión, las sociedades pequeñas como la de los Amondawa tienden a usar palabras particulares para conceptos generales. Por ejemplo, usan el nombre de un río cercano en lugar del concepto amplio y general de "río" porque ésa es su manera de concebir el mundo.

De este modo, asegura Pica, los indígenas podrían verse a sí mismos moviéndose en el tiempo aunque no tuvieran una palabra para ello, con lo que la "hipótesis de la asignación universal" no estaría en cuestión como afirma el estudio sobre los Amondawa.

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