Los reinos de taifas de los libros digitales

  • Distintos sistemas y plataformas complican para el lector la adquisición y disfrute de este tipo de contenidos
Wicho/Microsiervos

Desde hace tiempo sostengo que los lectores de ebooks como el Kindle y similares son demasiado limitados y que me parecen mucho más apetecibles aparatos más capaces como los tablets para acceder a ese tipo de contenidos.

Y la reciente experiencia de haber terminado de leer en un iPhone mi primer libro adquirido en la plataforma Kindle de Amazon no ha hecho sino confirmar esa opinión. Aún a pesar del reducido tamaño de la pantalla la aplicación, que permite ajustar el tamaño del texto, hace tan sencillo pasar de página o retroceder que pronto olvida uno que no está leyendo un libro de papel de toda la vida.

Además, gracias a que el iPhone es un dispositivo diseñado para otras cosas muchas más es perfectamente posible estar leyendo un libro y a los pocos segundos pasar a escuchar música, ver un vídeo, perder un poco el tiempo con un videojuego, o comprobar los últimos mensajes de correo electrónico o Twitter.

Esto ha hecho que si ya tenía ganas de probar un iPad, ahora tenga aún más, pero el asunto de las distintas plataformas de publicación de libros electrónicos y sus correspondientes sistemas de gestión de derechos digitales van a hacer la experiencia un poco peor de lo que podría ser.

Según cuenta el New York Times en Rush Is On to Be First in iPad Apps entre todas las empresas que está preparando aplicaciones para el iPad están tanto Amazon como Barnes & Noble, que ya tienen listas las suyas para sus respectivas plataformas de ebooks, Kindle y Nook a falta de probarlas en un iPad real y no en un emulador.

Esto hará que un usuario se pueda encontrar fácilmente con al menos cuatro aplicaciones para leer y gestionar sus libros electrónicos: La propia iBooks de Apple, aunque es más que probable que al principio no esté disponible fuera de los Estados Unidos mientras la empresa negocia los correspondientes acuerdos con las editoriales, la de Amazon, la de Barnes & Noble y otra más como por ejemplo Stanza para leer libros sin DRM.

Y eso sin contar con que otras editoriales como Penguin estén trabajando en enfoques distintos como el de presentar cada libro como una aplicación independiente adaptada al contenido de este.

Desde el punto de vista de la usabilidad es sin duda todo un lío; es como si para escuchar música de cada discográfica hubiera que usar aplicaciones diferentes, e incluso otras aplicaciones más para ver vídeos de distintas fuentes.

Aparte de eso, y por si fuera poco, está el hecho de que los lectores no compramos los libros en estas plataformas, sino licencias para usar una copia, licencias que pueden ser revocadas o que pueden dejar de ser efectivas si una de las plataformas cierra, y licencias que no permiten prestar los libros.

Esto crea una fragmentación en el mercado que recuerda en cierto modo a los reinos de taifas que hubo en España, que luchaban contra otros sin que ninguno consiguiera en realidad hacer mucho.

La esperanza es que en el futuro acabemos disponiendo de libros electrónicos sin DRM, igual que al final ha pasado con la música, pero aún tardaremos años en ver esto, pues en realidad el mercado de los libros apenas está arrancando, aunque sin duda los tablets que saldrán al mercado este año le darán un enorme empujón.

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