Una semana con el iPad Pro, la tableta que ha llegado para quedarse

    • El mayor iPad hasta la fecha es un dispositivo excelente en prácticamente todas sus vertientes.
    • El precio es su mayor pega: pese a estar destinado a profesionales, es un caramelo demasiado goloso para el consumidor medio.
Así es el iPad Pro, la tableta más potente de Apple
Así es el iPad Pro, la tableta más potente de Apple

La primera reacción al sacar el iPad Pro de la caja o al enseñarlo a un amigo suele ser la misma: "¡Qué grande!". Las 12,9" pulgadas de pantalla le sitúan algo por encima de la tableta con la que pretende competir, la Surface Pro 4 de Microsoft, aunque la guerra que pretende librar Apple no se juega en el terreno del tamaño sino en el laboral.

En La Información no hemos podido probar el gran caballo de batalla del iPad Pro para pelear en ese mercado, el Smart Keyboard, pero después de una semana de uso hemos podido sacar unas primeras conclusiones respecto a la tableta. Vaya por delante que no es un producto para todos los públicos pero que es lo suficientemente goloso como para tentar al enamorado de la tecnología que va a ver en el iPad Pro el sustituto perfecto del Air. ¿La gran pega? El precio.

Apple ha puesto a la venta tres modelos del dispositivo. Uno con 32GB de almacenamiento, otro con 128GB y un tercero con el mismo disco duro y posibilidad de conexión 3G/4G. El más barato se va a los 899 euros mientras que el más caro asciende hasta los 1.299. Y todo ello sin contar los accesorios: el teclado cuesta 179 euros y el Apple Pencil, pensado para profesionales del diseño, se queda en 109 euros.

Toda esta maraña de cifras intimida cuando se tiene en cuenta que hablamos de una tableta que todavía tiene que ganarse al usuario profesional, ese que quiere desterrar el portátil y que en cierta manera lo ha conseguido con una Surface Pro. Apple ha conseguido un dispositivo que es un buen primer paso en esa dirección pero en el que algunas decisiones parecen cuestionables.

La aparición de iOS 9 incorporó la opción de la pantalla partida. Ahora es posible ejecutar dos aplicaciones al mismo tiempo, ya sea con la pantalla dividida en dos mitades iguales o con una aplicación que predomina mientras la segunda ocupa una columna en el extremo izquierdo de la pantalla. En un dispositivo como el iPad Pro, es una medida de agradecer: permite consultar el navegador y tener abierto twitter al mismo tiempo. Desgraciadamente, el pasado viernes pudimos comprobar su utilidad al seguir en directo los atentados de París vía Euronews mientras nuestro timeline de Twitter acompañaba el directo con datos de última hora.¿iOS o OS X?

Pero que iOS 9 permita mayor juego con las aplicaciones, como lo permite un PC o un Mac, no esconde que sigue siendo un sistema operativo diseñado en exclusiva para tabletas y teléfonos y es aquí donde surge la gran pregunta: ¿no hubiera sido más deseable trasladar la experiencia de OS X El Capitán a la tableta? Si la intención de Apple es que el usuario trabaje con el iPad, es de agradecer que ese usuario tenga la flexibilidad necesaria para poder trabajar en el equipo, especialmente a la hora de mover archivos, una función que iOS no contempla.

Sin haber podido probar el teclado todavía estamos lejos de emitir un veredicto reposado sobre el éxito de Apple en el terreno profesional. Pero sí que nos queda una primera impresión: es un buen primer paso hacia ese futuro en el que el portátil desaparezca de nuestras vidas.

Donde el iPad Pro gana por goleada es en el ámbito estricto de la tableta. Es complicado hacer una afirmación universal en este segmento de mercado. Las tabletas son como las opiniones y los culos: todos tenemos uno. Y cada persona le da un uso diferente. Conozco a enamorados del iPad Mini por su versatilidad: permite llevarlo a todas partes, es cómodo, ligero y cumple a la perfección con su cometido. Después de haber probado el iPad Pro, empiezo a tener serios problemas para volver a un iPad Air.

En mi caso, utilizo el iPad en casa de manera exclusiva, en la mesa de trabajo, al lado del monitor. Es una fuente de información adicional que, en horas de ocio, me ofrece varias soluciones: es una excelente plataforma para videojuegos o una cómoda ventana a la red desde la que consultar información tirado en el sofá mientras veo la tele. En todos esos casos, el Pro funciona como la seda.

La pantalla es su mayor activo. Ya sea para ver Netflix -¡por fin una alternativa de video on demand con un catálogo decente y un funcionamiento normal!-, consultar Twitter, navegar o incluso para echar una partida a Hearthstone. En ningún momento he echado de menos mi antiguo iPad. Es cierto que el Pro es algo pesado en comparación con el Air y que puede ser algo aparatoso pero sus ventajas ganan por goleada a sus inconvenientes. Eso sí, no te plantees llevártelo a un picnic en el campo porque esa partida la tienes perdida.

El Pro es un sustituto casi ideal del iPad Air, una tableta que Apple ni siquiera ha renovado este año, hasta el punto de que se podría convertir en la tableta de cabecera de un usuario que no tiene por qué ser ese profesional al que apunta Apple. Pero es ahí donde el precio vuelve a hacer mella. Cuando Steve Jobs anunció el primer iPad, allá por enero de 2010, hizo especial hincapié en el hecho de que el precio era clave para no ahuyentar al usuario, de ahí los 499 dólares que costó el modelo más barato.

Los 899 euros del modelo básico del iPad Pro suponen un salto económico considerable, uno que se aleja de la categoría de compra compulsiva a pesar de que sus prestaciones lo conviertan, casi, casi, en un dispositivo obligatorio.

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