Cristiano Ronaldo, de un origen humilde en Madeira a estrella mundial

Un modesto aparcamiento con una vista privilegiada sobre la bahía de Funchal. Es todo lo que queda hoy de la vivienda social en la que creció Cristiano Ronaldo, que pasó de un origen humilde en la isla portuguesa de Madeira a convertirse en una superestrella del fútbol mundial.

En la ciudad se cuenta que la alcaldía hizo derribar la casa para evitar el flujo de curiosos hacia un lugar que estaba deshabitado desde 2005, después de la muerte del padre del jugador.

"Cuando tenía seis años, Cristiano daba toques él solo delante de la casa. El balón nunca se le caía al suelo", recuerda uno de sus vecinos de entonces, Adelino Andrade, de 73 años y que se acuerda de aquel "buen muchacho" con el que coincidía todos los días.

A sus 31 años, Cristiano Ronaldo es hoy una de las figuras más importantes del deporte mundial, un futbolista multimillonario conocido en todo el planeta y un icono publicitario.

La metamorfosis ha sido total. En Madeira era un niño delgaducho y hoy es un atleta con un cuerpo perfecto, que ha hecho de su musculatura y sus abdominales cincelados una seña de identidad.

Madeira es un lugar aparte en Europa. Una isla de origen volcánico situada no lejos de la costa marroquí y que acoge cada año a un millón de turistas, atraídos por sus buenas temperaturas y la belleza de sus paisajes.

Funchal, su capital, y el barrio de Santo Antonio, fue el lugar donde comenzó al historia de CR7.

El capitán de la selección portuguesa se dio a conocer en el Andorinha, un modesto club en el que las imágenes de su niño prodigio están por todas partes y sirven de inspiración a las jóvenes generaciones.

"Le hemos abierto las puertas del fútbol. Para mostrar su talento necesitaba un club", cuenta a la AFP el presidente del Andorinha, José Bacelar, de 67 años, que entrenaba al equipo sénior cuando Cristiano Ronaldo llegó a la edad de 7 años.

"Es el Andorinha el que tuvo la suerte de que Ronaldo comenzara aquí y no al revés", afirma, subrayando que el tres veces Balón de oro "tiene un don y lo tenía ya entonces, una capacidad técnica fuera de serie".

El orgullo del primer club de Cristiano Ronaldo es tan grande que una imagen de su ídolo de niño luce en cada camiseta. Y el Andorinha decidió prohibir la utilización del número 7, reservado a la estrella "por si decide volver algún día" o por si alguno de sus descendientes quiere vestir de nuevo los colores de la formación.

Cristiano creció en el seno de una familia humilde: con su padre, su omnipresente madre Dolores, su hermano y sus dos hermanas.

El presidente del club, José Bacelar, está convencido de que esos orígenes marcaron su personalidad: "Cristiano aprendió ante la adversidad, ahora las cosas son demasiado fáciles para los jóvenes. Será difícil ver surgir otro Ronaldo".

Ricardo Santos, de 30 años y que jugó con Cristiano en el Andorinha, está de acuerdo: "En su casa la situación era difícil, así que pasaba mucho tiempo en la calle jugando al fútbol" con sus amigos y sus primos, de más edad y más fuertes.

"En la calle se aprenden otras maneras de jugar", subraya.

Los niños que juegan ahora en el campo del Andorinha son fans acérrimos del ídolo local.

"¡Ronaldo es el mejor del mundo!", grita José Pedro, de 9 años. "Cuando tiro una falta lo hago exactamente como él, ¡siempre meto gol!", asegura.

A su edad, Cristiano Ronaldo se unió al Nacional de Madeira, antes de volar hacia la capital lusa para vestir los colores del Sporting de Lisboa, dos años más tarde. Después llegarían el Manchester United y el Real Madrid, para adornar su palmarés y hacer caer los récords, uno tras otro.

"Ya entonces marcaba la diferencia. Me acuerdo de un partido en el que ganábamos 3 a 0, hasta que Ronaldo se dañó en la cabeza y tuvo que salir. Perdimos 4 a 3", señala Ricardo Santos, su excompañero del Andorinha.

En ese club, todos parecen recordarle con el balón en los pies y destacan que era incansable en los entrenamientos.

"Cristiano nunca está satisfecho, siempre quiere llegar más lejos", resume uno de sus primos, Nuno Viveiros, que hoy se encarga del museo de CR7 en Funchal.

Ahora en la Eurocopa-2016 de Francia quiere el 'doblete' continental, tras proclamarse campeón de Europa con el Real Madrid.

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