Antonio Brufau ha lanzado un envite convencido de que ganará esta mano, pero la partida está prácticamente perdida. El presidente de Repsol YPF reunirá mañana, en sesión extraordinaria, al Consejo de Administración de la petrolera para ratificar tanto su cargo, como la labor que está desarrollando al frente. Y lo conseguirá, pero sólo por el momento.
El ejecutivo recibirá el respaldo de La Caixa, dueña del 12,7%, y conseguirá sacar adelante la sesión, aunque Sacyr se abstenga o vote en contra. Un golpe de efecto con el cual aspira a tener tranquilidad hasta que la constructora presidida por Luis del Rivero consensue con la entidad catalana un candidato para relevar a Brufau.
"Se ha llegado a un punto de no retorno y Sacyr no parará hasta que consiga nombrar un presidente", señala una fuente conocedora de las negociaciones. De hecho, pase lo que pase mañana, la hoja de ruta continúa siendo encontrar un recambio a Brufau para la Junta General de Accionistas del próximo mes de abril.
El presidente de Repsol es consciente de estos movimientos, pero quiere libertad para el tiempo que todavía le queda al frente de la compañía. Y una manera de conseguirlo es lanzando un órdago al consejo (léase La Caixa y un poco menos Sacyr), forzándole a que ponga blanco sobre negro su apoyo a la gestión.
Juego de equilibrios
Detrás del envite lanzado por Brufau se esconde un complejo juego de equilibrios donde todos tienen parte de razón. Sacyr, dueño del 20,01% de Repsol, tiene derecho a exigir el sillón presidencial y mandar en la gestión, como el primer accionista que es. De hecho, La Caixa ejerció este poder cuando era el máximo inversor en la petrolera. Pero su actual 12,7% le deja en un segundo lugar.
Sin embargo, tampoco se puede olvidar que fue la entidad catalana quien colocó a Brufau al frente de Repsol, y por tanto, debe respaldar las decisiones que tome el ejecutivo mientras siga al frente de la compañía; ni que la petrolera se reparte con la entidad catalana el poder accionarial en Gas Natural (tienen un 30% y un 32%, respectivamente), lo que explica el interés de Isidro Fainé, presidente de La Caixa, por consensuar el nombramiento del nuevo presidente de la petrolera.
Pero todos estos movimiento accionariales deben resultar secundarios para Antonio Brufau, cuya labor como ejecutivo es defender los intereses de la empresa, no las deudas pendientes de sus principales accionistas.
Proximo round: el dividendo complementario
Aunque mañana salga victorioso del consejo, Brufau todavía debe salvar otro importante escollo: el reparto del dividendo complementario. Quizás por eso, ha vuelto a destaparse el circo mediático en torno a la guerra que mantienen Sacyr y el presidente de la petrolera, un viejo enfrentamiento que salta a la palestra periódicamente, en demasiadas ocasiones como cortina de humo.
El pasado mes de noviembre, Repsol recortó el dividendo a cuenta del ejercicio 2009 un 19%. La noticia fue otra china más en el zapato de Luis del Rivero, pero el empresario nunca da una batalla por perdida, y dejó para el dividendo complementario la firma del armisticio, que incluye también cambios en el actual plan estratégico de la petrolera.
En principio, esta decisión podría llevarse al consejo del próximo mes de febrero, una reunión en la que Sacyr espera recuperar los 40 millones que dejó de ingresar por el anterior recorte. Lo que todavía está por ver es si Brufau está dispuesto a aceptar estos números y, especialmente, cualquier cambio en sus planes de negocio.
La constructora invirtió 6.500 millones en adquirir el 20,01% de Repsol YPF y, desde entonces, vive ahogada por el crédito que pidió para conseguir este objetivo. Una deuda cuyos intereses salda anualmente con los dividendos de la petrolera. Y aprovecha el pico que le queda para tapar otro agujeros.
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