El 75 por ciento de los niños sufren abusos en la ruta migratoria hacia Italia

  • Unicef publica el informe Una travesía mortal para los niños: la ruta de la migración del Mediterráneo central que describe el horror y sufrimientos de los migrantes que usan esta ruta para llegar a Europa.

    Tres cuartas partes de los niños entrevistados contaron que habían sufrido violencia, hostigamiento o agresión a manos de adultos en algún momento del trayecto.

    Asimismo, casi la mitad de las mujeres y niños que respondieron a la encuesta denunciaron haber sido víctimas de abuso sexual, a menudo varias veces y en lugares distintos.

El 75 por ciento de los niños sufren abusos en la ruta migratoria hacia Italia
El 75 por ciento de los niños sufren abusos en la ruta migratoria hacia Italia

Huyen de la guerra, de la violencia y la pobreza, pero en su periplo hacia el viejo continente para alcanzar la seguridad de Europa se enfrentan a la explotación, la violencia, la detención e incluso la muerte. Son los riesgos de la conocida como ruta de la migración del Mediterráneo central, una de las más peligrosas que utiliza gente desesperada para huir de sus países y que se ha convertido en los últimos años en una de las más lucrativas para la mafias ya que supone un negocio de miles de millones de dólares.  Los migrantes que la utilizan, muchos de ellos niños, denuncian abusos. Las cifras son alarmantes tres de cada cuatro niños han denunciado violencia, acoso a manos de los adultos y la mitad han afirmado que fueron víctimas de palizas u otros abusos físicos, según un análisis del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF). 

La mayoría de los abusos corresponden a controles de seguridad dentro de las ciudades o a lo largo de las carreteras y una tercera  parte de las mujeres y los niños entrevistados explicaron que los agresores llevaban uniformes, por lo que estarían asociados a ejércitos o milicias armadas. 

Los abusos, aunque comunes, apenas se comunican a las autoridades. El silencio impera entre los migrantes que tienen miedo a ser deportado o retenido, por lo que estas cifras serían la punta del iceberg de una tragedia silenciada. Jon (14): "Nos tratan como pollos y nos pegan"

Jon es uno de ellos. Es un menor no acompañado de Nigeria que está detenido en Libia. Con solo 14 años, sus ojos han visto el horror y el terror que supone vivir bajo el yugo yihadista. “En Nigeria está Boko Haram, está la muerte. Yo no quiero morir. Tenía miedo. Mi viaje desde Nigeria a Libia fue horrible y peligroso. Sólo Dios me salvó en el desierto, sin comida, ni agua, ni nada. El hombre que estaba sentado junto a mí murió en el viaje”, recuerda. Ahora se encuentra en un centro de detención de Libia. “Aquí nos tratan como pollos. Nos pegan, no nos dan agua de buena calidad ni buena comida. Nos acosan. Así que aquí se mueren muchas personas, se mueren de enfermedad, se mueren de frío.”Kamis (9): "Nos llevaron a un prisión y nos pegaron"

Su situación no es ni mucho menos única. "Nos detuvieron y nos llevaron a la prisión de Zawia. Sin comida. Sin agua. Nos golpeaban todos los días", relata Kamis, una niña nigeriana de nueve años que ha sufrido en carnes propias la dureza del cautiverio en Libia. Kamis, que aspira a ser doctora, ha vivido durante cinco meses sin apenas comida ni agua en un lugar que recuerda "muy triste".

"Una mujer estaba embarazada. Quería dar a luz al bebé. Cuando nació el niño, no había agua caliente. En su lugar, utilizaron agua salada", explica la niña, que llegó a subir a bordo de una precaria embarcación rumbo a Italia antes de ser llevada de nuevo a Libia.

Su madre, Aza, admite que "no sabía que el viaje iba a ser tan peligroso", pero explica que lo hizo todo por sus hijos. Cuando estaban en el mar, llegó a ver la muerte de cerca: "Si soy yo, está bien, pero (que) no (mueran) ellos".

Pagan entre 200 y 1.200 dólares para llegar a Europa 

Aza explica que pagó por el viaje 1.400 dólares y UNICEF asegura que, por persona, los contrabandistas suelen cobrar entre 200 y 1.200 dólares. El 75 por ciento de las personas entrevistadas pidió dinero prestado a familiares, amigos o vecinos; unos 650 dólares de media.

Casi todas las mujeres pagaron al arrancar el periplo con la esperanza de trabajar en tránsito antes de dar el último salto a Europa, algo que también esperaban hacer gran parte de los menores. Sus planes se truncaron en el camino al convertirse en algunos casos en mercancía, sometidos a explotación laboral para beneficio de los contrabandistas.

Así lo explica Issaa, de 14 años, llegó a Libia solo desde Níger y ahora se encuentra detenido. “Salí de Níger hace dos años y medio. Quería cruzar el mar en busca de trabajo, trabajar duro para ganar un poco de dinero, para ayudar a mis cinco hermanos de regreso a casa. Mi padre había recaudado dinero para mi viaje, me deseó buena suerte y luego me dejó ir.”26.000 menores trataron de llegar a Italia en 2016 

Las cifras que maneja Unicef son escalofriantes. En 2016, más de 181.000 personas, casi 26.000 de ellas niños no acompañados, pusieron su vida en riesgo para llegar a Italia. Más de 4.500, incluidos más de 700 menores, perdieron la vida en el mar intentando alcanzar las costas italianas, si bien el peligro para todos ellos había empezado muchos kilómetros antes, cuando decidieron partir de países tan distantes como Eritrea, Somalia, Nigeria o Niger.. La parte más peligrosa y opaca son los mil kilómetros que van desde la frontera sur del desierto de Libia hasta la costa mediterránea.

Se estima que en Libia hay 34 centros de detención. El Departamento del Gobierno de Libia para Combatir la Migración Ilegal dirige 24 centros de detención. En ellos hay de 4.000 a 7.000 detenidos. Pero además, los grupos armados que operan en Libia cuentan con un número desconocido de centros de detención no oficiales. Son verdaderos campos de trabajo forzado a escasos kilómetros de Europa. Granjas y almacenes convertidos en cárceles improvisadas a cargo de los grupos armados sin escrúpulos. 

Para los miles de mujeres y niños encarcelados, se trataba de infiernos vivientes donde la gente estuvo retenida durante varios meses, sin ningún tipo de proceso debido y en condiciones precarias y de hacinamiento, hasta 20 personas hacinadas en celdas de menos de dos metros cuadrados.Casi la mitad de las mujeres entrevistadas han sufrido abusos sexuales

Aunque los abusos sexuales también afectan a niños y hombres, en el caso de las mujeres casi la mitad de las entrevistadas declaró que los sufrió en algún momento del viaje. Algunas mujeres y niñas que pasaron por Jartum (Sudán) recibieron inyecciones de anticonceptivos y llevaron pastillas para utilizar en caso de emergencia. Situaciones como esta suponen para los afectados graves repercusiones psicológicas y sociales.

De los 256.000 migrantes que se encuentran en Libia, un 9 por ciento son niños, una tercera parte menores no acompañados. En algunos casos, como el de Will, de ocho años, la orfandad les sorprende por el camino. "Estábamos en un barco. Después de un tiempo, comenzó a llenarse de agua y poco después de hundió. Había un muchacho que sobrevivió y me agarré a él durante muchas horas", cuenta desde el centro donde se encuentra recluido en Libia. "Él me salvó, pero mi padre y mi madre murieron. No los he vuelto a ver".

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