Retrato imperfecto de la 'perfecta' Theresa May, la nueva rival de Merkel

  • Dimite David Cameron y en menos que canta un gallo –tenían de plazo hasta septiembre- el partido conservador británico ya tiene a su sucesor.

    No sé cuando veremos a Merkel y a May cara a cara pero seguro que sus encuentros serán de gran interés, y sus duelos intelectuales y sus miradas sibilinas muy significativos.

Theresa May gana la primera votación entre los 'Tories' para suceder a Cameron
Theresa May gana la primera votación entre los 'Tories' para suceder a Cameron
José Luis Roig / @joseluisroig

Admitámoslo, desde un punto de vista español, los británicos son gente rara. Pero su rareza, en el fondo, no deja de tener un punto de admiración. Desde hace siglos, lo inglés, lo británico, ha sido sinónimo de calidad en algunas cuestiones. No precisamente en la comida, pero sí en lo que se refiere a cosas bien hechas y bien acabadas. “El Corte Inglés”, y que conste que no es publicidad encubierta, tomó ese nombre por lo que significaba de elegancia y prestigio.

Ahora, tras el “brexit”, un extraño caso de autoexclusión de la UE que ya veremos cómo acaba, y que recuerda a las ideas de Groucho Marx: “No deseo pertenecer a ningún club que acepte gente (países) como yo”, se abre una nueva etapa política y económica para el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.

Dando una vez más ejemplo de pueblo práctico y organizado ante los retos importantes que se les avecinan, dimite David Cameron y en menos que canta un gallo –tenían de plazo hasta septiembre- el partido conservador ya tiene a su sucesor, en este caso sucesora.

Se llama Theresa May y a partir del miércoles será la nueva primera ministra del Reino Unido hasta 2020. Una elección rápida, pero no exenta de polémicas. Al final ha ganado por tener bastantes más apoyos, sobre todo el de Cameron.  Una victoria femenina que sin quererlo recuerda a la de Margaret Thatcher y que no les vendrá nada mal a los british para negociar de mujer a mujer con la U.E., o sea, con Angela Merkel, su salida de Europa, su "brexit".

No sé cuando veremos a Merkel y a May cara a cara pero seguro que sus encuentros serán de gran interés, y sus duelos intelectuales y sus miradas sibilinas muy significativos. En el fondo tienen grandes cosas en común, por ejemplo, ambas son hijas de padres religiosos, el de Angela era pastor luterano, el de Theresa vicario anglicano.  Aunque el carácter británico no suele parecerse al alemán, las dos se han ganado a pulso el sobrenombre de “damas de hierro”.

Aunque por lo que dicen sus colaboradores, a Theresa May también se la puede llamar la “dama de hielo”, por su frialdad y su tesón implacable. Nunca se anda por las ramas ni con falsas humildades. Así presentaba su candidatura hace unas semanas: “Soy Theresa May y creo que soy la mejor persona para dirigir este país”. Por si había duda de su contundencia, añadió, en clara alusión a sus rivales: “A mí no me mueve el fervor ideológico”, por Michael Gove; “ni la búsqueda de gloria”, por Boris Johnson.   

El sentido del humor en May no existe ni se le espera, y además de ser reservada y tímida, es una persona a la que se admira más que aprecia. Casada con un alto ejecutivo de banca y sin hijos, trabaja siempre hasta altas horas de la noche, al menos lo ha hecho durante estos seis años como ministra del Interior.

Para hacerle un retrato perfecto, habría que añadir que es una mujer clásicamente british, reprime sus sentimientos, desprecia el cotilleo social y posee un profundo sentido del deber, que junto a su amplia inteligencia, hacen que diga cosas como estas: “Yo no soy una política vistosa. No hago tours por las televisiones. No cotilleo sobre la gente en almuerzos. No bebo en los bares del Parlamento. Simplemente hago el trabajo que tengo delante”.

Cuando un español como yo lee estas frases tan llenas de sensatez se acuerda de Rajoy, Sánchez, Rivera, Iglesias, Garzón… y mira al cielo y piensa con innegable frustración: ¿Qué he hecho yo para merecer a estos?

Imagino que la nueva Margaret Thatcher, Theresa May, tendrá sus defectos y sus lados oscuros, pero a pesar de ello se la cambio por cinco de los nuestros. Es más, a los españoles no nos vendría nada mal en estos momentos tener algunos políticos “de corte inglés”, al menos dimitirían cuando fracasan y no tardarían tantos meses en encontrar una solución para la gobernabilidad de España.

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