Las 51 sombras de Rajoy Brey y los caprichos de Rivera

  • Teatro, mucho teatro es lo que hemos vivido este pasado fin de semana con el pacto PP-Ciudadanos

    Pedro Sánchez, aunque no lo reconozca en público, en privado admite que unas nuevas elecciones podrían ser buenas para él

Rajoy se enfrenta hoy en el Congreso a una investidura fallida, de la que responsabilizará al PSOE
Rajoy se enfrenta hoy en el Congreso a una investidura fallida, de la que responsabilizará al PSOE
EUROPA PRESS
José Luis Roig

1. Teatro, mucho teatro es lo que hemos vivido este pasado fin de semana con el pacto PP-Ciudadanos; y teatro, mucho teatro es lo que viviremos esta semana con la investidura de Rajoy, que como todo el mundo sabe será fallida ya que el PSOE no piensa cambiar su decisión de votar No.

2. El debate del martes y el miércoles será un bla-bla-bla absurdo, un diálogo para sordos, ya que antes de oír las propuestas del candidato ya todos los partidos saben lo que van a votar. Vienen de casa ya votados, y en el hemiciclo simplemente harán el paripé. Esto es España, señoras y señores, y el sectarismo y el cainismo funcionan a gran altura entre la clase política.

3. Lo malo es que este teatro pésimo que representan los cabecillas –me niego a llamarles líderes- de los partidos políticos lo pagamos puntualmente todos nosotros con nuestro sudor y nuestros impuestos, pero a ellos, a los políticos, esto parece no importarles ni preocuparles, ya que llevan casi un año sin hacer su trabajo pero cobrando muy bien sus salarios y no devolviendo ni un euro de los muchos que se embolsaron por la cara en la anterior legislatura que tan sólo duro unos meses.

4. Lo malo es que esto afecta a los viejos partidos y a los nuevos, que se supone iban a traernos estilos distintos y aires frescos, y los únicos frescos son ellos. Y si no cómo calificamos la actitud de Albert Rivera que se empeñó en firmar el acuerdo con el PP en domingo, sólo para aparentar que estaba costando mucho esfuerzo ponerse de acuerdo con los populares, cuando el mismo viernes el acuerdo ya estaba cerrado, incluso ya habían empezado a preparar la sala para oficializar la firma.

5. Los equipos negociadores querían anunciarlo la tarde del viernes para que tuviera más eco mediático durante el fin de semana, y Rajoy más tiempo para verse con Sánchez. Incluso José Manuel Villegas telefoneó el viernes por la mañana a Rafael Hernando para que tomara el primer vuelo que saliera de Almería y se viniera a Madrid porque el acuerdo se iba a firmar esa misma tarde.

6. Hernando cumplió y se plantó en Madrid a primera hora de la tarde, pero Ciudadanos sacó la frenada de burro, que suele seguir a la arrancada de caballo, cuando el jinete que monta es caprichoso. El bueno de Villegas, junto a Juan Carlos Girauta, informaron, con cara de circunstancias, al portavoz del PP de que la firma se aplazaba, que había cambio de planes, que Rivera estaba descansando con su pareja en Menorca y que le era imposible llegar el viernes.

7. El propio Rajoy intentó que Rivera cambiara de actitud, pero este se negó y hubo que abrir, un domingo de agosto, el Parlamento y movilizar al personal del Congreso, con los gastos extra que ello conlleva, para que don Albert pudiera disfrutar el viernes de su inmerecido descanso y firmar en domingo un acuerdo que podía haberse firmado en un día laborable y que como todo el mundo sabe se va a quedar en papel mojado. Pero claro, como los gastos extras y no extras no los pagan los políticos sino los contribuyentes, aquí no pasa nada, y si pasa se le saluda.

8. Estamos entrando en un nuevo callejón sin salida, o mejor dicho, con una única salida: las terceras elecciones generales en menos de un año. Puede ser cierto que Rajoy sea un político con muchas sombras, incluso si me apuran con más sombras que Grey, dado su estilo encriptado y poco empático, pero se ha ganado el derecho tras dos elecciones consecutivas de poder formar Gobierno, no tanto por el bien de él, sino por el bien de España y para romper esta situación absurda de bloqueo que pronto empezará a pasarnos factura social y económicamente.

9. Pedro Sánchez, aunque no lo reconozca en público, en privado admite que unas nuevas elecciones podrían ser buenas para él, aunque no aclara sí también lo serían para los socialistas. Todo ello, siempre y cuando se confirme la teoría de los fans de Sánchez de que la sociedad española, visto lo visto, volverá a inclinarse más por el bipartidismo que por el multipartidismo. Pero eso son puras teorías de laboratorio.

10. En las anteriores también pensaba Sánchez que iba a subir en escaños y Rajoy darse un batacazo, y sucedió lo contrario. Si hay nuevas elecciones todo apunta, según los sondeos que a veces suelen fallar, a que los populares mejorarían sus resultados. Unidos Podemos bajaría significativamente, Ciudadanos subiría algo -si sigue jugando bien sus bazas como hasta ahora, y no se imponen los caprichos de Rivera sobre la sensatez del partido-; y el PSOE podría mantenerse entre los 80-90 escaños, lo que no sería un buen resultado pero tampoco un desastre para Pedro Sánchez, ya que supo vender su último descenso electoral como un éxito.

11. Y después de esta inútil investidura, ¿qué vendrá o quién vendrá? Pues se abren las apuestas. Unos dicen que habrá otra en octubre, pero los hay incluso que aventuran un intento de formar Gobierno por la izquierda, PSOE y Podemos, como ejes principales, apoyados por nacionalistas e independentistas; pero eso sería como jugar a la ruleta rusa, aunque con todo el tambor del revolver cargado de balas. Yo me quedo con la opción, lamentable pero más real, de ir a votar, no en Navidad, sino el 18 de diciembre. Dos días antes de que se cumpla el año del primer fiasco electoral.

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