100 años de Gonzalo Torrente Ballester, el escritor que tardó en conquistar a las mayorías

  • Su legado es uno de los más importantes del siglo XX pero no conoció el reconocimiento público hasta la publicación de 'La saga/fuga de J.B'.
Ferrol celebra el centenario de Torrente Ballester con cine, teatro y exposiciones
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Como sus compañeros de viaje de la Generación del 36, el coruñés Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) tuvo que esquivar como pudo la dictadura franquista. Un episodio que casi acaba con su carrera profesional fue su defensa abierta de la huelga minera asturiana de 1962, que le costó el despido fulminante de Radio Nacional de España y del diario Arriba, órgano oficial de propaganda de la Falange Española.

A Ballester el estallido de la Guerra Civil le pilló en París. Allí se marchó con la intención de realizar una tesis doctoral pero regresó a España y, tras la recomendación de un sacerdote amigo, se afilió a la Falange, paradojas de la vida. Su experiencia durante la contienda influyó enormemente en su primera novela, 'Javier Mariño', que publicó con 33 años no sin antes pasar por la lupa de la censura previa del régimen autoritario.

Un año después de publicar el primer volumen de la trilogía 'Los gozos y las sombras', su mujer Josefina Malvido falleció y un mes más tarde lo hizo también su padre. Esta obra es considerada por los críticos como uno de los estandartes de la literatura española del siglo XX y fue adaptada a la pequeña pantalla en los años ochenta por Televisión Española.

Su trayectoria profesional no se circunscribe tan sólo a las letras. En su obra hay espacio para cuadros, dibujos y hasta la fotografía, uno de las facetas más desconocidas de este escritor. El reconocimiento público le llegó con 'La saga/fuga' de J.B. en 1972, una fábula que cuenta mil años de la historia de un pueblo gallego imaginario.

Tres años más tarde es nombrado académico de la Real Academia Española de la Lengua, donde ocupó el sillón correspondiente a la "e mayúscula". Recibió además numerosos premios literarios, entre los que destacan el Príncipe de Asturias de las Letras en 1982, ex-aequo con Miguel Delibes, y el Miguel de Cervantes en 1985. En 1999 falleció en Salamanca.

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