Prince, el artista que desafió a la industria musical

Prince no sólo dejó una obra inclasificable, fue una de las primeras estrellas mundiales en pelearse con los grandes grupos musicales para conquistar su libertad comercial y artística.

"Los contratos musicales son como --y voy a pronunciar la palabra-- el esclavismo": estas recientes palabras del Kid de Minneapolis, citadas por la radio estadounidense NPR, reflejan toda su aversión y desprecio hacia una industria musical, de la que intentó emanciparse.

"Yo le diría a cualquier joven artista: no firmes" había añadido.

Su mayor enfrentamiento fue con la Warner Music, lo que lo tuvo al borde de la quiebra comercial y lo condujo a renunciar durante varios años a su legendario nombre de artista.

Ironía del destino,fue esta misma 'major' la que lo descubrió, y lo enroló en su catálogo en 1977 cuando tenía apenas 18 años y, sobre todo, la que le dio tiempo para perfeccionar su arte hasta que llegó su primer éxito planetario, "1999", aparecido en 1982.

Y fue la Warner la que durante varios años (1985-1992) lo ayudó financieramente a crear su propia marca, Paisley Park Records.

Paradójicamente, la ruptura se esboza a fines de 1992 cuando la Warner ofrece una millonada a Prince. En efecto, el artista firma un nuevo contrato de 100 millones de dólares por seis álbumes, contrato considerado como el más millonario jamás firmado, por encima de Michael Jackson (50 millones) o Madonna (60 millones de dólares).

Pero el precio a pagar no es pequeño: con este contrato, la Warner se hace con el conjunto de los "masters" grabados por el Kid de Minneapolis desde 1978.

Su relación se deteriora entonces rápidamente. Desde 1993, en su 35 cumpleaños, la estrella afirma que ya no quiere grabar más y renuncia a su nombre de escenario con la esperanza de liberarse de sus obligaciones contractuales con la Warner.

Se hace llamar "el artista anteriormente conocido como Prince" o utiliza un nombre impronunciable: los signos cromosómicos del sexo masculino y femenino mezclados. La guerra está declarada. Prueba de ello es que Prince no duda en subir al escenario con la palabra "slave" (esclavo) escrita en sus mejillas.

Esta arriesgada maniobra daña comercialmente pero no aliena sin embargo a parte de sus seguidores. En 1993, las 72.000 plazas de su concierto londinense de Wembley se venden en menos de una hora.

Deseosa de recuperar dinero, la Warner comete entonces un crimen de lesa-majestad: publica una compilación de los mejores títulos de Prince, un acto que el artista consideró como una partida de fallecimiento musical.

A fines de 1995, se consuma definitivamente la ruptura. "Al cabo de dos décadas de relación, el artista y Warner Bros han desarrollado divergencias irreconciliables", afirma Prince en un comunicado.

Con una nueva marca, NPG Records, Prince va a recuperarse, apostando por las recaudaciones de los conciertos y estableciendo contratos ocasionales con algunas 'majors', pero también utilizando internet para vender directamente sus obras a su público.

Pero el idilio de Prince con la red sería corto.

En estos últimos años, el artista luchó para que los videos de sus conciertos fueran sistemáticamente retirados de YouTube para proteger sus derechos.

Pero sobre todo denunció la emergencia del streaming, y criticó el escaso porcentaje dado a los artistas por iTunes ou Spotify.

En 2010, declaró incluso el "final de internet". "Lo que quería decir es que internet se acabó para todos los que quieren ser pagados (por su arte)" explicó años más tarde en el Guardian.

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