Albert Villaró: "Me he sentido como un escalador subiendo una pared de roca"

  • Irene Dalmases.

Irene Dalmases.

Barcelona, 8 mar.- Acostumbrado a escribir a chorro, sin esquemas, reconoce el escritor Albert Villaró que, elaborando "Els Ambaixadors" (Los Embajadores), novela con la que ganó el Premio Josep Pla en enero, se sentía como un "escalador que sube una pared de roca, mirando no caer para llegar sano y salvo".

En esta obra, de más de 600 páginas, el autor andorrano de La Seu explica a Efe que construyó una historia de espías que parte de una ucronía: qué hubiera pasado si los denominados Hechos de Octubre de 1934, en los que Lluís Companys proclamó el Estado Catalán, no hubieran acabado con el presidente de la Generalitat y gran parte de su gobierno en la cárcel.

Imagina el novelista una república catalana independiente, presidida en el año 1949 por el democristiano Manuel Carrasco i Formiguera, en la que no se ha vivido la Guerra Civil, en contraposición a una España gris y en dictadura, gobernada por el general José Sanjurjo, puesto que Francisco Franco fallece en un atentado en el año 1936.

A la pregunta de por qué una ucronía, Villaró responde rápido, "¿Y por qué no?", y agrega que es un reto para cualquier escritor tratar de construir un trasfondo que se sostenga, con "lógica y consistencia", a la vez que ofrece "un campo de juego inigualable" al hacer ficción con acontecimientos nunca sucedidos.

En este punto, asevera que "uno puede hacer lo que quiera con materiales que se pueden aprovechar o reconvertir".

Por otra parte, el escritor reitera que llevaba el relato en la cabeza desde hace más de ocho años, por lo que pide que nadie vea ninguna motivación ahora, tras el denominado proceso soberanista de los últimos meses en Cataluña.

En cambio, agrega, siente desde siempre fascinación por el general Domingo Batet, quien tras negarse a secundar la sublevación militar que llevó a la Guerra Civil, en 1937 fue fusilado de "manera abominable" en Burgos.

A su juicio, Batet "es ideal para generar la excusa de esta ucronía, porque además fue alguien de mucha responsabilidad individual".

Sin embargo, el personaje que hila la historia es Esteve Farràs, el sacerdote Farràs, un coleccionista de "álter egos, producto de una biografía intensa, con media vida en la clandestinidad", según escribe el propio Villaró en el apartado final del libro, un particular "dramatis personae" en el que, en orden "aproximadamente" alfabético, el lector conocerá a los personajes de la novela.

Farràs es un espía que, al inicio de la obra, se encuentra en Andorra ejerciendo de maestro, perdido entre montañas y muy lejos de lo que se está cociendo en Madrid y en Barcelona.

Este personaje de ficción se irá cruzando con otros que fueron reales, desde el anarquista Justo Bueno, a los hermanos Miquel y Josep Badia o el escritor Josep Pla, a quien Villaró califica de "secundario de lujo", con un papel notable como espía de la república catalana.

Intentando que no se note el previo trabajo de documentación, indica que no le ha resultado difícil ponerles voz a todos ellos, aunque no esconde que "todas las piezas deben encajar para que no chirríen, mientras que con los personajes de ficción todo es mucho más fácil".

Respecto a si la novela se acabará traduciendo al castellano, Villaró, con dos obras vertidas a esta lengua, dice que, por el momento, no está previsto, pero "tendría morbo y estaría bien".

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