Nacho Vigalondo juega al despiste en su última película. Extraterrestre, a pesar de su título, es un filme sin hombrecillos verdes y sin grandes efectos visuales. La invasión alienígena es una excusa para desarrollar una comedia sobre las relaciones personales en una situación excepcional como la llegada de platillos volantes a la Tierra.
La pareja protagonista, un chico y una chica que han aparecido juntos en la cama después de una noche de juerga y desenfreno, se ven sorprendidos por la aparición de un ovni en una ciudad de Madrid, evacuada por las fuerzas del orden.
Cortometraje precedente
El punto de partida de Vigalondo es muy similar al que el director utilizara en Domingo, el corto que el cántabro realizó después de 7:35 de la mañana, aquel trabajo que consiguió una nominación al Oscar.
Domingo, que dura poco más de tres minutos, cuenta la historia de una pareja de novios que avista un objeto volante no identificado mientras pasan un domingo en el campo. El chico se apasiona tanto con el descubrimiento que lo graba todo con su cámara de vídeo.
Su novia se desespera ante la escasa atención que le presta su chico y descubre, indignada, que él está grabando encima de la misma cinta de las vacaciones de ambos en Turquía.
Lo fantástico como excusa
En Domingo, Vigalondo utilizaba un elemento fantástico para mostrarnos los problemas de relación de un noviazgo. Esa estratagema de distracción vuelve a utilizarla el cineasta en Extraterrestre, donde el recurso del ovni es una mera excusa para desarrollar una comedia sobre personajes envueltos en una situación inusual.
"Entiendo que Domingo sea un precedente de Extratrrestre, aunque lo sea de manera inconsciente. Me atraen unos iconos y unas texturas; y a partir de un momento dado, como tengo una edad, comienzo a repetirme", reconoce el director.
No obstante, el realizador asume, con cierta sorna, el parecido entre algunas de sus cintas.
"Está muy bien que hayas hecho cortometrajes que toquen temas que luego abordas en los largometrajes, porque te cubres antes los críticos de las acusaciones de plagio", explica Vigalongo.
"Así, cuando aborde el multiverso, no dirán que es un plagio de la serie Fringe, sino de un corto mío con Carlos Areces titulado Cambiar el mundo", zanja con tono divertido.
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