Arte, teatro y activismo llenan la antigua cárcel de Segovia

  • A la premio Príncipe de Asturias Olayinka Koso-Thomas, activista contra la mutilación genital femenina en África, ha sentido escalofríos al imaginarse las historias vividas por hombres y mujeres en la antigua cárcel de Segovia, popular por la fuga masiva de presos de ETA, en 1976.

Aurelio Martín

Segovia, 24 mar.- A la premio Príncipe de Asturias Olayinka Koso-Thomas, activista contra la mutilación genital femenina en África, ha sentido escalofríos al imaginarse las historias vividas por hombres y mujeres en la antigua cárcel de Segovia, popular por la fuga masiva de presos de ETA, en 1976.

Fotografiándose hoy entre los barrotes, junto con la también galardonada con el Príncipe de Asturias Fatana Ishaq, luchadora en favor de los derechos de la mujer en el Islam y en Afganistán, a Olayinka Koso-Thomas le ha pesado la crueldad del ser humano que representa una cárcel y le ha sorprendido su feliz reconversión como espacio para la cultura.

Coincidiendo con la II edición de "Mujeres que transforman el mundo", donde intervienen Koso-Thomas y Fatana Ishaq, la antigua prisión alberga también muestras de arte, música, cine y microteatro, obras cortas en celdas para pocos espectadores.

Las dependencias de acceso a las galerías, ahora salas de arte, acogen sendas exposiciones de las fotógrafas Isabel Muñoz y Judith Vizcarra, con particulares y originales visiones sobre la mujer desde distintos puntos de vista.

Muñoz, Premio Bartolomé Ros PHotoEspaña 2009, medalla de oro en la Bienal de Alejandría, y dos veces ganadora del World Press Photo, ofrece una veintena de imágenes -la mayoría correspondientes a sus series "Maras" y "Etiopía"- que retratan el cuerpo de la mujer como territorio de sensualidad, anhelos, afectos, soledades y conflictos.

Mientras, "El orgullo de la ausencia", Vizcarra saca a la luz la transformación del cuerpo externo de la mujer, impuesta por las circunstancias de una enfermedad, el cáncer, y de una intervención, la mastectomía.

Estos días, no es extraño toparse en la primera galería con el director de cine Jaime Chávarri que ha escrito y dirige la obra "María", donde las actrices Lucía Jiménez y Beatriz Bergamín, se desenvuelven en apenas dos metros cuadrados de espacio, ocupado también por media docena de espectadores.

Es una experiencia increíble, sostiene el público, por la proximidad con los interpretes, que respiran en su nuca, mientras en otras celdas cultivan el arte dramático actrices y actores, como Mara Ballestero, Patricia García Méndez, Alejandro Marzal, Ana Risueño, Fernanda Muchico y Ledicia Sola.

Además, repartidas en seis obras, trabajan Belén Cuesta y Paco Manzanedo Rosa Manteiga, Alberto Jiménez y Karmele Ananburu.

Un ciclo de cine se centra en la mujer creadora, con obras de directoras como Icíar Bollaín, las francesas Valéry Donzelli y Radu Mihaileanu y la sudafricana Oliver Hermanus, y otro está dedicado al cine danés de mujer.

Los grandes espacios siguen dando de sí para dar cabida a cerca de un centenar de espectadores en un pequeño teatro, convertido en foro de reflexión, donde activistas y mujeres que luchan por la igualdad conversan con periodistas o se exhiben documentales, como "África es nombre de mujer".

Se trata de la obra de tres cineastas: De Wanjiru Kinyanjui (Kenia), Ingrid Sinclair (Gran Bretaña) y Bridget Pickering (Zimbawe), que cuentan historias de su país a través de las experiencias personales de unas mujeres decididas a conseguir transformaciones radicales en sus realidades cotidianas.

Tras un encuentro entre la exvicepresidenta del Gobierno Teresa Fernández de la Vega, presidenta de la Fundación Mujeres por África, y la periodista Alicia Gómez Montano, la cantante senegalesa Shula Ndiaye pondrá mañana el cierre al encuentro con canciones basadas en la fusión acústica entre el jazz, el blues y la música de su país.EFE

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