Bob Dylan recoge sus regalos en el Círculo de Bellas Artes

  • Christina Rosenvinge, Nacho Vegas, Amaral y Hugues Aufray homenajearon al cantante de Minesotta en día de su 70º aniversario, con versiones de algunos de sus temas.
Amaral, Rosenvinge, Vegas y Aufray felicitan a Dylan desde lo alto de Madrid
Amaral, Rosenvinge, Vegas y Aufray felicitan a Dylan desde lo alto de Madrid
José Manuel Rodríguez

"Por su culpa hago estas cosas". Esto lo dijo Christina Rosenvinge antes de empezar a tocar su primera canción, y también la que inauguraba musicalmente una noche cálida e íntima en la azotea del Círculo de Bellas Artes, en la que se celebraban los 70 años que ayer cumplía Bob Dylan. Quizás no hay mejor forma de resumir la devoción de todos los músicos que pasaron por el escenario hacia la figura del homenajeado.

Cada uno de ellos, en su estilo, versionó sus temas favoritos de la amplísima discografía de Dylan ante unas 200 personas: Rosenvinge tocó "Don´t think twice, it´s all rigth", la primera canción del protagonista del día que aprendió; Nacho Vegas abordó una versión en castellano "Simple twist of fate", no sin reconocer antes el reparo de interpretar por primera vez en público una canción de Dylan; y Amaral rescató su recreación de "A hard´s rain is gonna fall", convertida en "Llegará la tormenta" para la Expo de Zaragoza de 2008.

Precisamente Juan Aguirre, guitarrista de Amaral, estuvo a punto de protagonizar la anécdota de la noche, ya que tuvo problemas para salir del ascensor. Fue rescatado a tiempo para la actuación, y él mismo bromeó en el escenario con la posibilidad de que Intereconomía hubiese querido boicotear así la noche. Tanto él como el resto de los anteriores salieron a tocar después "Dead is not the end", y para ello contaron con las voces de Benjamín Prado y Rodrigo Fresán, que habían conferenciado un par de horas antes sobre el protagonista del día.

Amigo e imitador

Pero el plato fuerte de la velada fue Hugues Aufray, un amigo de Dylan que se dedica a versionar sus canciones en francés. Desembarcó en el escenario con una banda de tres guitarristas y tocó hasta ocho canciones, entre ellas algunas de las más conocidas por el gran público: "Blowing in the wind", "Mr. Tambourine man" o "Like a rolling stone", la que probablemente sea la composición más célebre de Dylan, y la mejor de la historia según la revista con la que comparte nombre.

Mientras la tocaba, aparecieron en el cielo los fuegos artificiales de las fiestas de algún barrio o localidad del sur de Madrid, en una extraña pero oportuna casualidad. Tanta como el hecho de que algunas horas antes se escuchara por el campamento de Sol una versión improvisada de "The times they are a-changin". Dylan escribió esa canción hace más de 40 años para representar el pulso entre los jóvenes que piden cambios y adultos conservadores. Otra historia que está por ser contada. Y cantada.

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