"Boris Godunov" atrapa al Real con su desolador retrato del poder

  • Concha Barrigós.

Concha Barrigós.

Madrid, 28 sep.- El Teatro Real ha inaugurado temporada esta noche con "Boris Godunov", un nuevo montaje que recupera íntegramente la segunda versión que hizo del drama Modest Musorgski, en la que el pueblo es la fuerza motriz de la historia, y que ha atrapado al público con su retrato desolador del poder.

La Reina ha asistido a la representación, primera dramatizada de una temporada que se inició el 7 de septiembre con la versión en concierto de "Moses und Aron", acompañada por el ministro de Cultura, José Ignacio Wert.

El ministro quiere, según un comunicado remitido esta noche por su departamento, que el Real dependa "cada vez menos" de las aportaciones públicas y sea capaz "de generar más suficiencia o autonomía financiera y artística".

El público ha reconocido con un larguísimo aplauso y muchos bravos el esfuerzo ingente de poner en escena este drama sobre la Rusia zarista, "la viciosa combinación entre el látigo asiático y el mercado de valores europeos", en definición de Trotski, a pesar de los muchos recortes ya habidos y de los que se avecinan, cifrados en torno a un 33%.

El intendente del Real, Gerard Mortier, que decidió montar esta ópera hace tres años, "cuando el Real tenía mucho más dinero". ha logrado sacarla adelante acudiendo "a la imaginación", y buscando, por ejemplo, muchas de las 400 prendas que se precisan en tiendas de segunda mano.

Esta "incisión" en el alma rusa y retrato descarnado de la demagogia y el populismo y de la soledad del poder, pretende acabar con las ideas preconcebidas sobre las dos versiones que hizo Musorgsky del drama de Aleksander Pushkin y del libro de Nikolai Karamzin "Historia del imperio ruso" .

Por ello, su director musical, Harmut Haenchen ("Lady Macbeth de Mtsensk"), y el artístico, Johan Simons, se han empeñado en una apuesta en escena que incluye la partitura de nueve escenas de 1872 (la que tenía una mayor carga ideológica), más la escena en la catedral de San Basilio de la versión anterior, de 1869.

La escena de la catedral (la número ocho) es clave porque en ella "el idiota" le reprocha a Boris Godunov que haya mandado asesinar al zarévich -el hijo de Iván el Terrible- para hacerse con el poder, es decir, se convierte en el altavoz del pueblo, aunque el pueblo calle.

La segunda versión de "Boris Godunov", que junto con "Eugeni Oneguin" y "Lady Macbeth de Mtsenk" las obras emblemáticas de la ópera rusa, amplía y adapta la primera -solo seis escenas- al gusto operístico de la época y fusiona elementos de la gran ópera y el realismo ruso del XIX.

Si la de 1869, una "ópera dialogada" a la que denomina "Boris inicial" , terminaba como una tragedia individual con la muerte del zar, la de 1872, el "Boris original", concluye con una confrontación directa entre el pueblo y la violencia que desarrolla el poder.

Musorgsky subraya en ella la complejidad psicológica de los personajes, las tensiones a las que se ven sometidos, y, sobre todo, las fuerzas antagónicas que azotan al pueblo, que acaba transformando su sufrimiento en el germen de una anarquía revolucionaria gracias a la denuncia del "idiota" , el único que se atreve a alzar la voz.

El reparto encabezado por Günther Groissböck (que debuta en el papel de Boris Godunov), Dmitry Ulyanov (Pimen) y Anatoli Kotscherga (Varlaam), ha sido muy aplaudido, al igual que el coro, que canta en un momento de la escena final con máscaras en un guiño a las miembros del grupo ruso Pussy Riot.

Haenchen, al que el Real ha dedicado una larga ovación, cree que "Boris Godunov" es "un auténtico milagro", ya que Musorgski, que despreciaba las convenciones de XIX tanto de la ópera italiana como de la alemana, era un funcionario que se pasó toda la vida trabajando y por la noche escribía esta obra.

Simons, que ha tenido que oir alguna voz discrepante para su propuesta, ha descargado en un escenario abierto y evocador de la arquitectura soviética toda la fuerza en la descripción del carácter complejo de Boris Godunov, un hombre perseguido por la culpa y el recuerdo del asesinato del pequeño hijo del zar.

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