Buena imagen del novillero francés Thomas Dufau, que abre la puerta grande en Murcia

  • Murcia.- El novillero francés Thomas Dufau, que cortó las dos únicas orejas de la tarde, salió hoy a hombros en la segunda de las novilladas picadas de la Feria de Septiembre de Murcia, en la que sus compañeros de cartel, Conchi Ríos y José Miguel Valiente, se fueron de vacío.

Buena imagen del novillero francés Thomas Dufau, que abre la puerta grande en Murcia
Buena imagen del novillero francés Thomas Dufau, que abre la puerta grande en Murcia

Murcia.- El novillero francés Thomas Dufau, que cortó las dos únicas orejas de la tarde, salió hoy a hombros en la segunda de las novilladas picadas de la Feria de Septiembre de Murcia, en la que sus compañeros de cartel, Conchi Ríos y José Miguel Valiente, se fueron de vacío.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Lagunajanda, correctos de presentación, nobles y de buen juego en distinto grado. El sexto, flojo y de escasa transmisión, el que más desentonó.

Thomas Dufau: estocada ligeramente tendida (oreja); y estocada y tres descabellos (oreja).

Conchi Ríos: cinco pinchazos, metisaca y dos descabellos (silencio tras aviso); y metisaca, y se echa el novillo (ovación).

José Miguel Valiente: estocada (silencio); y estocada y dos descabellos (silencio tras aviso).

La plaza tuvo un tercio de entrada en tarde calurosa.

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TRIUNFO A BASE DE APLOMO Y OFICIO

El francés Thomas Duffau demostró notable oficio toda la tarde. Entendió perfectamente a sus dos oponentes para torearlos con mucho temple, parsimonia y elegancia en tandas de muletazos dando mucha distancia al animal, y ligando los muletazos. Cortó una oreja a cada uno de ellos.

Conchi Ríos no tuvo su tarde. Aguantó con valor las violentas embestidas de su primero, que llegó a ponerle los pitones en dos ocasiones en el pecho, aunque se atascó con los aceros. En el que hizo quinto, volvió a estar predispuesta, pero sin llegar a acoplarse ni a cuajar faena.

José Miguel Valiente causó buena sensación en el coso, aunque la suerte no le acompañó del todo con su lote, ya que su primero, justito de fuerzas, lo limitó en gran medida, y el que cerraba plaza, el peor del festejo, le impidió apenas lucirse.

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