Bunbury: "He sufrido prejuicios por ser español"

  • Javier Herrero.

Javier Herrero.

Madrid, 23 oct.- Enrique Bunbury atraviesa un buen momento personal, y eso se refleja en un nuevo disco "balsámico" que, pese a la "boina de pesimismo" que nos rodea, mira al futuro con esperanza en el individuo como motor del "cambio necesario" y con un discurso conciliador y mestizo que no entiende de gentilicios.

"He sufrido prejuicios por ser español. Lo he vivido en Latinoamérica, con gente que tenía la idea preconcebida de que, por ser español, yo era un heredero de Hernán Cortés y de su pensamiento de hace 500 años", ha lamentado el cantante en una entrevista con Efe celebrada hoy en Madrid ante el lanzamiento, la próxima semana, de "Palosanto" (Warner Music), su decimocuarto álbum.

El artista, que recela de los discursos del sistema, pide en sus nuevas letras no confundir "pueblo con soberano", como pueda suceder en México con los estadounidenses "por su deplorable política exterior".

"Aquí también lo vemos, cómo catalanes y españoles, entre comillas, se lanzan piedras e insultos como si unos y otros fuesen una sola cosa", denuncia.

Frente al discurso único de los representantes, "Palosanto" es un disco "conceptual" y "coral" con muchas voces y sentimientos, no solo los suyos, en el que subyace como tema principal "la necesidad de cambio" y la preocupación por "dejar un buen sabor de boca".

Arranca con "Despierta", en el que expresa el "entusiasmo inicial" por los cambios y movimientos sociales vividos en los últimos años en el mundo, que impregnaron la última fase de la composición, en cortes como "El cambio y la celebración", "Prisioneros" y "Salvavidas", de los que más le gustan.

"Veo un despertar de conciencias, no como cuando hace unos años íbamos como el burro detrás de la zanahoria. Ahora estamos cuestionando las bases, qué es sustancial de lo que nos rodea, como la monarquía, el territorio geográfico, la Constitución, el sistema de partidos... Esa reflexión ya es bastante importante", considera.

En el orden del disco, del estupor de "Despierta" se pasa al escepticismo -como en la irónica "Los inmortales"-, luego a la rabia y a la búsqueda del cambio por la violencia -"Habrá una guerra en las calles"- y se llega a una reflexión final de que "lo que podemos hacer es cambiar nuestro entorno más íntimo, en una dimensión más espiritual", como refleja el corte final, "Todo".

"El disco dice en algunos momentos cosas duras y pesimistas, pero en general quería que tuviera un sabor balsámico, reconfortante y optimista. Hace mucho que tenemos esa boina de depresión rondándonos encima, y creo que hay que conservar la fe en el ser humano", opina.

Él, un "humano defectuoso, como todos", trata de ejecutar esos "pequeños actos cotidianos que eviten ser un colaborador total" en el fomento de aquello que odia.

"Un antes y un después" importante en su vida llegaron, por un lado, con el nacimiento de su hija.

Otro momento crucial, "una bofetada al ego personal", fue la gira de su disco "Las consecuencias" por EE.UU., "un cuestionamiento de la vocación" ante audiencias muy pequeñas, en lugares muy poco habituales dentro del circuito latino, que quedó recogido en un documental de próximo estreno llamado "El camino más largo", dirigido por Alexis Morante.

"Después de aquello, volví a aceptar que esta carrera es la que amo con todas sus consecuencias. No hay una meta, no busco ser el número uno, sino permanecer en el camino", asegura.

A este nuevo álbum llega con renovado ímpetu creativo, gracias en parte al tiempo transcurrido desde que empezó a componerlo, tras "Las consecuencias" (2010), con el intervalo sostenido por el directo "Gran Rex" (2010) y el disco de versiones "Licenciado Cantinas" (2011).

Con ellos, "se acabó la búsqueda de las raíces". "Ahora tengo que ver qué quiero hacer con mi música", se propuso Bunbury.

Entre los hallazgos fundamentales de "Palosanto", sus seguidores encontrarán un coro góspel, unos bellos arreglos de cuerda y "unas texturas sintéticas, que le dan un carácter más contemporáneo" a su música.

Su perspectiva musical mestiza sigue ahí, como en su aproximación a "un vals a la manera de Leonard Cohen" en "Todo" o como en "Mar de dudas", una habanera con aires de Nueva Orleans al que se dio una pincelada para que encajara con el resto del álbum.

Todo es producto de un "doble acto creativo" tras el robo, en su casa de Los Angeles, del ordenador donde tenía guardadas los temas, que hubo de recomponer a partir de escritos y, sobre todo, de "un ejercicio de memoria y otro de mejora".

En línea con su espíritu nómada, no sabe cuánto tiempo más seguirá en la tierra del "Palosanto", Hollywood, donde es feliz. Por soñar, dice, "pasado mañana" podría marcharse a La India o a Kyoto.

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