Cecilia Bartoli descubre el mundo de los "castrati" en "Sacrificium"

  • Madrid.- Durante más de un siglo cientos de miles de niños fueron castrados, especialmente en Nápoles, en búsqueda de voces geniales para la ópera, un macabra moda que la mezzosoprano italiana Cecilia Bartoli ha investigado y plasmado en un disco titulado "Sacrificium".

Cecilia Bartoli descubre el mundo de los "castrati" en "Sacrificium"
Cecilia Bartoli descubre el mundo de los "castrati" en "Sacrificium"

Madrid.- Durante más de un siglo cientos de miles de niños fueron castrados, especialmente en Nápoles, en búsqueda de voces geniales para la ópera, un macabra moda que la mezzosoprano italiana Cecilia Bartoli ha investigado y plasmado en un disco titulado "Sacrificium".

"Es el repertorio más difícil de mi carrera", ha confesado hoy en un encuentro con la prensa la cantante, que se involucró en este proyecto para divulgar la historia "tabú" de los "castrati" y poner de relieve la crueldad de un sacrificio en nombre de la música.

Con ocho millones de discos vendidos, todo un hito especialmente para el género de la ópera, Cecilia Bartoli asegura que lo que más disfruta del éxito es "llevar repertorios desconocidos a públicos nuevos" e "investigar y estudiar" el pasado para comprender el presente.

"Tengo alma de Sherlock Holmes", ha comentado hoy sonriente la mezzosoprano, que, antes de meterse en el mundo de los "castrati" rindió homenaje a María Malibran, la gran diva del siglo XIX y musa del bel canto.

La Malibran comenzó su carrera precisamente en el momento en el que se desinflaba la moda de los "castrati", niños que eran castrados para que su nuez no creciera y pudieran así cantar los registros agudos de las mujeres, que, en una etapa del siglo XVII, tuvieron incluso prohibido ser cantantes por edictos como el que publicó en 1668 el papa Clemente IX.

Pero los "castrati", más allá de suplantar a las mujeres cuando estas no podían subir al escenario, revelaron dotes y registros vocales únicos y magistrales que, junto al erotismo que desprendía su apariencia de ambigüedad sexual en el escenario, hechizaron a una parte de la sociedad hasta convertir a algunos de ellos, como Farinelli, en auténticas estrellas.

En Nápoles, principal fábrica de "castrati" del siglo XVII, "era un gran negocio, de 3.000 a 4.000 niños procedentes de familias muy pobres eran castrados al año. Pero de ellos sólo uno podía hacer una carrera. Para el resto el sacrificio no servía para nada, no podían formar familias ni hacer muchos trabajos. La mayoría acababa en coros o en la prostitución y también hubo bastantes suicidios", ha explicado Bartoli.

La Iglesia mantuvo "una posición especial" en este tema y, aunque por un lado prohibía la castración, por otro se aprovechaba de sus frutos -"32 papas disfrutaron con el canto de los castrati en la Capella Sistina durante varios siglos", según se explica en el libreto del disco- e incluyó en sus coros a muchos de esos cantantes que no pudieron tener éxito en la ópera.

En "Sacrificium", Bartoli ha incluido textos, fotografías y dibujos que ilustran su investigación sobre los "castrati" y que acompañan a los quince temas, arias en su mayoría, que ella misma interpreta, en una grabación realizada en el Centro Cultural Miguel Delibes de Valladolid junto con el conjunto barroco Il Giardino Armonico y Giovanni Antonini.

El disco reúne un repertorio que da muestra de la otra cara de la moneda, la belleza de una música que sólo pudo existir gracias a un sacrificio cruel.

"Es un desafío increíble para una mujer, porque es una música escrita para un cuerpo masculino, cuyos músculos abdominales son más fuertes. Farinelli podía cantar veinte compases sin respirar", ha contado hoy la cantante, que ha incluido en el repertorio del álbum especialmente temas de las escuelas de "castrati" de Nápoles y de su principal compositor, Nicola Porpora.

Cecilia Bartoli llevará este repertorio a los escenarios españoles el próximo mes de diciembre, con tres actuaciones: el día 10 en el Palau de la Música Catalana, el 12 en el Teatro Real y el 15 en el Auditorio de Murcia.

Isabel Laguna

Mostrar comentarios