Cinemateca francesa celebra a Langlois, amigo de Welles, Buñuel y Chaplin

  • María Luisa Gaspar.

María Luisa Gaspar.

París, 7 abr.- La Cinemateca Francesa celebra con una gran exposición la vida y obra de su fundador, Henri Langlois, amigo de Buñuel, Welles y Chaplin, próximo a los autores de la "Nouvelle vague" y cuya herencia siguen defendiendo hoy los más grandes cineastas del mundo.

Prueba de ello es el comité de honor formado en el centenario de su nacimiento (1914-2014) por Woody Allen, Almodóvar, Bertolucci, Coppola, Milos Forman, Gitai, Godard, Wong Kar-Wai, David Lynch, Manoel de Oliveira, Scorsese, Spielberg o Wim Wenders, entre sus 59 integrantes.

La lista no sorprende al director de la Cinemateca francesa, Serge Toubiana, quien en una entrevista con Efe asegura que "todos los grandes cineastas del mundo le deben algo: el haber conservado sus filmes, haberlos mostrado y haber contado la historia del cine al público".

Sin olvidar que este amante del cine, nacido en Esmirna (Turquía) y fallecido en París en 1977, recibió y trató a los cineastas como "grandes autores y grandes artistas", no como técnicos, en una época en la que el cine era considerado todavía como un entretenimiento popular.

Fue también un gran pedagogo. Desde la Cinemateca, que fundó en 1936 con su amigo y futuro realizador Georges Franju, formó a generaciones de artistas, entre ellos los jóvenes de Cahiers de Cinèma, los autores de la "Nouvelle vague", subrayó Toubiana.

Elevar el cine al rango de arte fue otro de los méritos que se le atribuyen a Langlois, quien personalmente se vanagloriaba ante todo de haber salvado 50.000 filmes durante la ocupación nazi en Francia.

Sus detractores le acusaban de desordenado y mal gestor del dinero público, lo que llevó a sus amigos artistas y cineastas de todo el mundo a defenderle a capa y espada cuando, en 1968, el ministro de Cultura André Malraux, a propuesta de altos funcionarios de la administración pública, intentó alejarle de la Cinemateca.

Hasta el próximo 3 de agosto, la exposición "Le Musée imaginaire d'Henri Langlois", que abrirá sus puertas al público este miércoles junto con un completo programa de proyecciones y actividades en su honor, ilustrará las diferentes etapas y pasiones de su existencia, su manera de soñar el cine, el arte y la realidad.

Las numerosas pantallas de proyección instaladas en la muestra están rodeadas de obras de Chagall, Matisse, Léger, Picasso, Villégier, Severini, Calder o Picabia.

Algunos de los cuadros colgados son propiedad de la Cinemateca, gracias al también museógrafo y coleccionista que fue su fundador; otros fueron prestados por el Centro Pompidou y ciertos museos y colecciones franceses o extranjeros.

"La suerte que tuvimos con Langlois -resaltó Toubiana- es que su gusto por el cine no era solo por el francés, sino que le gustaba el cine del mundo entero", y todas las artes.

Pensaba, asimismo, que el cine mudo "había alcanzado una calidad de escritura, de lenguaje, absolutamente magnífica", antes de que empezara a lograr lo mismo el cine hablado, a mediados de los años 30 del siglo pasado, subrayó.

Dividida en seis etapas "muy simples", según su comisario, Dominique Païni, director de la Cinemateca entre 1993 y 2000, la muestra comienza con un homenaje de artistas vivos y sigue con un friso biográfico de muros ondulados.

Un espacio dedicado al gusto de Langlois por las artes plásticas y su estrecha relación con el cine ocupa las salas contiguas, antes de dar paso al cine experimental, que también defendió e incluso practicó en el único filme que rodó, "Le Metro" (1935), en colaboración con su amigo Franju.

Toubiana eligió una foto de la exposición para resumir la importancia del homenajeado, en la que se observa a Langlois entregar a Alfred Hitchcock la Legión de Honor, la mayor distinción que existe en Francia, ya que el galardonado eligió la personalidad de cuyas manos quería recibirla.

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