Clint Eastwood, ese tipo duro que se hizo director

  • Su buena planta, la dureza de sus facciones y su voz lo convirtieron en la estrella del Oeste más polvoriento. El western lo lanzó a la fama y con 'Harry, el sucio' se confirmó como ese tipo duro al nadie querría hacer enfadar. Los años se sucedieron y de los papeles estereotipados pasó al otro lado de la cámara. Se ha dirigido a sí mismo varias veces. Esta semana estrena 'Más allá de la vida' y ya está trabajando en la siguiente, 'J. Edgar'.
Clint Eastwood
Clint Eastwood
Raúl Arias
M. J. Arias
M. J. Arias

A sus 80 años, Clint Eastwood es una de las figuras con más peso dentro del panorama cinematográfico. Asegura que no tiene pensado dejar de dirigir ni volver a actuar. Esta semana estrena 'Más allá de la vida', de nuevo con Matt Damon, y tiene un nuevo proyecto entre manos protagonizado por Leonardo DiCaprio, la historia de J. Edgar Hoover. Su metamorfosis de actor encasillado en papeles de tipo duro a director de dramas es de las más asombrosas que se han visto en Hollywood.

Clint Eastwood, natural de San Francisco, es uno de esos actores a los que la madurez le ha sentado bien. Un tópico manido que se cumple con el que fuera Harry el Sucio en la gran pantalla. Con la perspectiva de décadas dedicado a esto del séptimo arte, se aventuró en la dirección y hace ya tiempo que se convirtió en uno de los hombres más respetados dentro y fuera de la meca del cine. Quien acude a ver una de las sus películas como director sabe lo que se va a encontrar en la sala, un buen drama. Es lo suyo y es en el terreno en el que mejor se mueve tras la cámara.

Como actor empezó en los cincuenta tras completar el servicio militar. Aterrizó en el cine gracias a un contrato con Universal. Durante aquellos años participó en varias películas de Serie B en las que ni siquiera aparecía en los títulos de crédito. 'Revenge of the Creature', 'Lady Godiva', 'Tarántula'… Fue cogiendo tablas y dio el salto a la televisión con una serie en la que trabajó durante seis temporadas. Llevaba por título 'Látigo' y en ella interpretaba el personaje de Rowny Yates.

Pero la verdadera oportunidad para el Clint Eastwood actor, ésa que marcó el resto de su carrera, fue participar en 'Por un puñado de dólares'. Sombrero calado, rifle en mano, cigarrillo en la boca y poncho sobre los hombros. Era el año 1964 y la leyenda había comenzado a forjarse. Era la época del 'spaghetti western', que se rodaba principalmente en Almería. Aquella película la dirigió (como tantas otras) el italiano Sergio Leone y la música la puso su compatriota Ennio Morricone. Tres maestros del género que volvieron a juntarse en 'La muerte tenía un precio' (1965) y 'El bueno, el feo y el malo' (1966). Lo de Clint Eastwood con el género del oeste era ya un idilio en toda regla y los títulos se fueron sucediendo: 'Cometieron dos errores' (1968) y 'Dos mulas y una mujer' (1970) son sólo algunos ejemplos.

El gusanillo de la dirección le picó en los setenta, cuando por primera vez se puso tras la cámara y se dirigió a sí mismo. Su debut fue con 'Escalofrío en la noche' (1971). Se trataba de una historia de celos patológicos en la que una mujer desequilibrada se enamoraba de un locutor de radio (Eastwood) e intentaba asesinar a su novia para tener el camino libre. Un thriller muy alejado de los títulos de las dos últimas décadas, donde ha apostado por el drama, género que le ha acarreado el reconocimiento del público, de la crítica y de los académicos. Aquel mismo año, 1971, Eastwood interpretó por primera vez al policía fuera de la ley más duro de todos los tiempos en 'Harry, el sucio'. Después rodaría dos secuelas en la misma década, 'Harry, el fuerte' (1973) y 'Harry, el ejecutor' (1976). En los ochenta volvió a ponerse la careta de Harry Callahan en 'Impacto súbito' (1983) y 'La lista negra' (1988).

Los Oscar le llegaron como director

Con 66 títulos como actor a sus espaldas, lo cierto es que Clint Eastwood no ha destacado especialmente por sus dotes interpretativas. De hecho, los cuatro Oscar que ha ganado los tiene por su faceta como director. Hacer de vaquero o tipo duro (pocos podrían o se habrían arriesgado como él a meterse en la piel del polémico Harry) le dio muy buenos resultados, fama y un hueco en la historia del cine. Pero donde ha destacado más por su talento ha sido en la dirección. Desde 'Escalofrío en la noche' han pasado 40 años y 35 películas, casi una por año. Eso sí, los premios tardaron en llegar.

Su momento llegó en 1993, cuando 'Sin Perdón' fue elegida Mejor Película y él Mejor Director en los Oscar de aquel año. Era la historia de un pistolero viejo y acabado que tiene que luchar por mantener a sus hijos. Clint Eastwood interpretó entonces ese papel de vaquero que tan interiorizado tiene y consiguió ser nominado por primera vez en su carrera. Al final no se llevó la estatuilla, pero sí lo hizo uno de sus compañeros de reparto Gene Hackman. Después llegaron 'Un mundo perfecto', 'Los puentes de Madison', 'Space Cowboys', 'Mystic River' y, en 2004, 'Million Dollar Baby', película que volvió a colocarlo en la picota. Sumó otros dos Oscar en las categorías de Mejor Director y Mejor Película. Estuvo nominado por su actuación, aunque no se lo llevó. Sí lo hicieron sus dos compañeros de cartel, Morgan Freeman y Hillary Swank.

Director de prestigio, aclamado y venerado por muchos, sus películas son siempre candidatas a ser tenidas en cuenta. Desde su último Oscar ha estrenado otros seis títulos, todos ellos con una alta calidad dramática y a un ritmo de producción frenético. En 2006 lanzó la doble visión de Iwo Jima con 'Banderas de nuestros padres' y 'Cartas desde Iwo Jima' y en 2008 hizo doblete de nuevo con 'Gran Torino' (en esta se puso delante de la cámara, dice, por última vez) y 'El intercambio'. Con 'Invictus' las críticas fueron buenas, pero no parece que le vaya tan bien en ese terreno con la que esta semana llega a las pantallas.

Eastwood se adentra en el más allá

'Más allá de la vida' se mantiene en la línea de los trabajos anteriores de Clint Eastwood. Es una película que apela a las emociones del espectador para tocarle la fibra sensible. Personajes perdidos, enfrentados a traumas difíciles de superar, puestos al límite y acompañados de una música envolvente en busca de la lágrima. Eastwood sabe cómo llegar al corazón del espectador y aquí vuelve a hacerlo con una historia que se sale un poco de lo que se ha visto en sus últimos trabajos.

En esta ocasión, para la que ha contado de nuevo con Matt Damon', se adentra en lo que hay después de la muerte. Un terreno farragoso lejos de los dramas raciales, de las secuelas psicológicas de la guerra o de la lucha de una madre contra un sistema vistas en los últimos años en sus películas. No está mal, aunque no convenza a todos, el intento de anclar una historia tan espiritual y de fe a la realidad incorporando hechos como el tsunami de Indonesia o los atentados de Londres. Quizá no todo encaje como en un puzzle bien engarzado (sobre todo el arranque tan deslavazado de las tres historias principales), pero la sensación al salir del cine no es negativa del todo. Probablemente el mayor problema sea el exceso de edulcorante en alguna que otra escena. Es cierto, 'Más allá de la vida' no es de las mejores de Clint Eastwood, pero tiene su toque personal y sus incondicionales sabrán apreciarla en su justa medida.

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