Cristina Fallarás oculta a "Las niñas perdidas" en la Barcelona más canalla

  • La periodista y escritora Cristina Fallarás reflexiona "con rabia" en su novela negra "Las niñas perdidas" sobre la fragilidad de la infancia, las dudas ante la maternidad o el horror de la pederastia, con la Barcelona más canalla como telón de fondo.

Nana de Juan

Barcelona, 27 ago.- La periodista y escritora Cristina Fallarás reflexiona "con rabia" en su novela negra "Las niñas perdidas" sobre la fragilidad de la infancia, las dudas ante la maternidad o el horror de la pederastia, con la Barcelona más canalla como telón de fondo.

En su novela, la autora arrastra a la investigadora privada Vicky González por los bajos fondos de Barcelona, donde es retada por perversos personajes y embarcada en una escabrosa historia con dos niñas desaparecidas, mientras un bebé va creciendo en su interior.

Fallarás pone como protagonista de su relato a una ex periodista embarazada de cinco meses, reconvertida en detective, el mismo estado en el que la escritora se hallaba cuando fue despedida del periódico con el que se ganaba la vida por aquel entonces.

"No me puedo quejar, porque mi novela ha ganado ya dos premios de novela negra este año, el de "L'H Confidencial"y el de Gijón, y nunca podría haberla escrito si hubiese seguido ejerciendo diariamente el periodismo", recalca Fallarás en una entrevista con Efe.

La autora dibuja el panorama multiétnico del barrio del Raval de Barcelona en su versión más cruda, plasma con dureza los arrabales donde la droga campa a sus anchas y se ensaña con perversos personajes, como El Conseguidor, Genaro, El Calvo o El Croata, en los que el vicio de matar pasa por ser su menor perversión.

"La calle Joaquín Costa es territorio de filipinos, paquistaníes, algún marroquí y una horda de piojosos pendulantes... en las aceras se amontonan basuras, borrachos, lateros, jóvenes traficantes de metanfetamina oriental, grasa de durum, algún tomate reventado en descomposición y estudiantes universitarios", describe con rudeza en su libro, publicado por Roca Editorial.

Con un lenguaje crudo y directo, Fallarás no tiene pelos en la lengua para narrar la pulsión asesina de la investigadora contra un perro, un gato, un hámster o un pez para "calmar su rabia", algo que los grupos de "animalistas" le han criticado y que ella agradece "por la publicidad gratuita obtenida".

Por 30.000 euros y sin pensar en las consecuencias, la detective acepta el encargo anónimo de investigar la desaparición de dos pequeñas que fueron separadas de su madre biológica por orden judicial y cedidas a una "madre de acogida".

"De repente se imaginó a sí misma de muy pequeña, meada y cagada como decían que habían encontrado a las hijas de Adela y le sorprendió que esa imagen no le molestara demasiado.... . ¿Cuántas veces hay que encontrarse a una hija meada y cagada y hambrienta para decidir que su madre es incapaz?", reflexiona la protagonista.

El hallazgo del cuerpo vejado de la primera niña de tres años y las sospechas de que su hermana puede haber pasado por el mismo trance, conmociona a la investigadora, pese a que no cejará en su empeño hasta descubrir al causante de los hechos, aún a riesgo de malograr al ser que lleva en su interior.

"¿Será mejor para mi hija una mujer ecuánime, serena, coherente que la bestia parda que le ha tocado como madre?", se pregunta, abrumada por su embarazo en solitario y por los hallazgos que se va encontrando en el camino.

Así, Vicky, Cristina y Barcelona resultan las artífices de una trama sobre personajes al límite en una ciudad oscura, como si se tratase del reverso de la moneda de la Barcelona "de postal" inmortalizada por el cineasta Woody Allen en su "Vicky, Cristina, Barcelona".

Cristina Fallarás (Zaragoza, 1968) ha ganado también este año el XLII Premio Internacional de Novela Corta "Ciudad de Barbastro" dotado con 15.000 euros por su novela "Estado de Sitio", que verá la luz tras el verano, publicada por DVD Ediciones.

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