¿Sólo cowboys y aliens? Cosas más raras se han visto en el 'western'

  • Ver extraterrestres en la película del oeste que se estrena esta semana ('Cowboys & Aliens') no resulta tan raro cuando se repasa la historia del género y en ella se encuentran auténticas majaderías. Enanitos, dinosaurios, búfalos asesinos y artilugios tecnológicos son algunos de los extraños habitantes del western. Pasen y vean.
Daniel Craig se enfrenta a unos extraterrestres en el oeste
Daniel Craig se enfrenta a unos extraterrestres en el oeste
lainformacion.com
M. J. Arias

Solo ante el peligro, La diligencia, Centauros del desierto… Todas ellas son grandes western que han pasado a la historia dentro de un género con unos valores y unas pautas a seguir muy marcados. Sin embargo, las normas están para saltárselas y los géneros, para mezclarlos. Por eso de vez en cuando salen híbridos como Cowboys y aliens. El escenario es el mismo pueblo polvoriento en el que John Wayne o Clint Eastwood tiraban de revolver al primer altercado. Lo que cambia es el enemigo. En lugar de bandidos, forajidos o indios, esta vez son alienígenas. Pero extraterrestres no son lo más raro que se puede ver en un western. Los hay protagonizados por enanos o samuráis, con dinosaurios o artilugios con la tecnología más avanzada. Por haber, hay hasta viajes en el tiempo.

El vaquero duro y que ha llegado al pueblo –Absolution, para más señas– con la misión de salvarlo es Daniel Craig. El rubio 007 hace en esta de forajido desmemoriado, con sombrero calado hasta las cejas y de gatillo fácil en un western nada usual que primero fue un cómic. El estreno de Cowboys & Aliens da que pensar. ¿Serán los alienígenas de John Favreau los habitantes más raros del oeste? La respuesta es que no, que lo de hacer western con protagonistas chirriantes o argumentos rocambolescos no es algo de ahora. Si John Ford levantase la cabeza…

Una de las que cuenta con el reparto más extraño es la que lleva por título The Terror of Tiny Town (1938). El argumento es el normal en una de indios y vaqueros. Lo que no es tan usual es que los protagonistas sean todos enanos y que, claro, los caballos fuesen sustituidos por ponis. A su lado, el hecho de que en Cuatro mujeres y un destino (1994) las protagonistas respondiesen a los nombres de Madeleine Stone, Andie Macdowell, Drew Barrymore y Mary Stuart Masterson no llama tanto la atención pese a que se sabe que en el del Oeste es un territorio para tipos duros y que las chicas son más carne de salón.

Otra con un casting cuanto menos pintoresco es la reciente Suriyaki Django Western (2007). Dirigida por el particular Takashi Miike, todos son japoneses. El resultado es un western en el que los vaqueros tienen pinta de samuráis y van armados con automáticas, rifles, pistolas, metralletas y cualquier cosa que no se parezca a un sable. Se trata del remake de una italiana de los años sesenta en la que el protagonista se paseaba por la pantalla con un ataúd en el que escondía una ametralladora.

Lo de mezclar el del oeste con otros géneros es algo que se hace desde hace décadas. Nacido casi con el cine –Asalto y robo de un tren inició el género en 1903– en los setenta sufrió una serie de aberraciones de lo más esperpénticas. En Chikara (1977), por ejemplo, una mujer blanca con un demonio en su interior se dedicaba a sembrar el terror entre los que se adentraban en la montaña en busca de oro. El erotismo se coló en Una mujer llamada apache (1976). Aquí una mujer de la famosa tribu era secuestrada y se pasaba toda la película ligera de ropa. La palma se la lleva El desafío del búfalo blanco (1977). En esta el protagonista era Charles Bronson y su enemigo una bestia cutre. Algo así como Tiburón, pero en tierra firme.

Y para quien piensa que la que se estrena esta semana es rara por eso de mezclar cowboys y alienígenas, aquí viene El valle de Gwangi (1969). De la mano del maestro de la stop-motion Ray Harryhausen, Jim O'Connolly consiguió un tiranosaurio para su película. En realidad, lo que buscaba la partida de vaqueros enviados al valle en cuestión era un caballo de 20 centímetros. En cambio tropezaron con animal prehistórico con unas mandíbulas más peligrosas que las flecha de cualquier indio.

Visto lo visto, estas tampoco son para tanto

La verdad es que repasadas las anteriores rarezas escondidas bajo la apariencia de un western, los viajes en el tiempo de Marti McFlay en busca de Doc en Regreso al futuro III o las peleas con artilugios mecánicos de Will Smith en Wild Wild West no son para tanto. Como tampoco choca la estrenada no hace mucho Rango, en la que un camaleón era el cowboy sin caballo protagonista en una de animación para niños. O que a los rusos les de por hacer un western llamado Joe Cola-Loca, cuyo argumento gira en torno a un cowboy cuya misión es convencer a un pueblo entero de que cambie el whisky por la limonada. Esta historia es casi tan hilarante (sobre el papel) como la aventura de los hermanos Marx en el oeste. "Traed madera", que decía Groucho.

En España hay algún que otro extraño ejemplo, algo que no llama la atención si se tiene en cuenta que el desierto almeriense fue cuna del spaghetti western. Destaca la arriesgada Atolladero (1997), con Pere Ponce e Iggy Pop. Ambientada en el futuro, el primero era un aspirante a policía que se cruzaba en el camino de un asesino a sueldo indio. Anterior, pero también de aquí, era La tumba del pistolero (1964). En esta la rareza residía en el que el único muerto era el de la tumba. Algo muy extraño para un western.

Y para acabar, una que merece estar en este repaso solo porque el protagonista es un Kirk Douglas en la piel de un cowboy actual que debe enfrentarse a caballo a inventos diabólicos como una autopista. Su arte derribando un helicóptero con un viejo Winchester en Los valientes andan solos (1962) no tiene desperdicio. Para que luego digan que lo de Bruce Willis en la cuarta de La jungla de cristal era un despropósito. Él usaba un coche, no un rifle.

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