Daniel Mordzinski o la escritura fotografiada

  • París.- Borges, García Márquez, Delibes y Alberti posaron alguna vez para un fotógrafo enamorado de la literatura y de la imagen, el argentino Daniel Mordzinski, quien a partir de hoy presenta en la Maison de l'Amerique Latine de París 150 retratos de escritores y de sus universos literarios.

Daniel Mordzinski o la escritura fotografiada
Daniel Mordzinski o la escritura fotografiada

París.- Borges, García Márquez, Delibes y Alberti posaron alguna vez para un fotógrafo enamorado de la literatura y de la imagen, el argentino Daniel Mordzinski, quien a partir de hoy presenta en la Maison de l'Amerique Latine de París 150 retratos de escritores y de sus universos literarios.

El público podrá descubrirlos hasta el 13 de mayo, junto con un catálogo en el que 20 de los 180 autores franceses, latinoamericanos y españoles incluidos en él comentan su propia foto.

La muestra viajará luego a Madrid, y desde principios de junio se instalará en el Instituto Francés, dentro de las manifestaciones de PhotoEspaña.

Es también uno de los proyectos oficiales de la Presidencia española de la Unión Europea en el exterior y se inscribe en el marco de los actos conmemorativos del Bicentenario de las Independencias de América Latina y el Caribe.

Conjunto dispar de respaldos que no tiene nada de casual, según explicó a Efe este artista que intentó "dibujar un triángulo invisible entre España, Francia y América Latina".

Dos países y un continente que conforman "Les trois rives / Las tres orillas" de Mordzinski, título bilingüe de la exhibición en la que reúne por primera vez "el conjunto de su trabajo", sus retratos de escritores de lengua española y también francesa, algunos de ellos inéditos.

"Hay detrás una tesis inclusiva", pues en la Independencia de los países latinoamericanos las relaciones entre Francia y España desempeñaron "un papel muy importante", resaltó.

De ahí que uno de sus objetivos fuese hacer "dialogar" los mundos de Mario Vargas Llosa, Octavio Paz, Juan Goytisolo, Carlos Ruiz Zafón, Lucía Etxebarría, o Enrique Vila-Matas con los de Jean d'Ormesson, Claude Levi-Strauss, J.M.G. Le Clézio o Michel Houellebecq.

Mordzinski, quien además de retratista excepcional es un gran fotógrafo de prensa, corresponsal del diario "El País" y colaborador durante años de la Agencia Efe, entre otros medios, dijo haber llegado a los escritores franceses "gracias al periodismo".

No fue así con los autores hispanohablantes, con quienes topó muy pronto, llevado por su amor por la literatura, pasión que junto con el cine acaparó su juventud.

Los retratos comenzaron "hace mas de 30 años" y no son sólo de autores famosos, pues para Mordzinski es igualmente interesante "hacer el retrato de un Premio Nobel que el de un joven novel que va a publicar su primera obra", explicó.

En estas condiciones tampoco puede ser casual que desde hace unos años sea el fotógrafo oficial de los Hay Festivales, "los mejores del mundo de literatura", con los que viaja por todo el planeta.

Llegó hasta aquí desde un primer y ya sorprendente retrato, hecho en 1978, a los 18 años, de Jorge Luis Borges, ignorante de la profundidad captada hasta décadas después.

Borges, autor del "Aleph" (1945), que es también la primera letra del abecedario hebreo, se convirtió así en "la primera letra de su cartografía, de su atlas de la Literatura", subrayó.

Que su destino se cruzase a edad tan temprana con "el gran poeta ciego" no pudo ser fruto del azar, sino "el resultado de las decisiones que uno toma", consideró.

Recordó que trabajaba en el cine en ese momento "y en vez de jugar al ajedrez, o intentar ser astronauta, o futbolista, leía compulsivamente y veía todas las películas posibles".

De ahí nació "esta cosa rara que es mezcla de foto, de novela y de película", como definió Mordzinski a su arte, consistente, cierto, en composiciones absolutamente cinematográficas, en las que "cuenta historias", sin duda porque ya "desde muy pequeño pensaba que iba a ser director de cine".

"Encontró" a Borges en el rodaje de una película sobre el escritor en la que él era asistente de dirección.

Portaba "una camarita que mi papá me prestaba en ocasiones importantes y además de hacer mi trabajo le hice una foto", sin ser "consciente de que era el primer paso, el primer escalón, la primera letra, el Aleph de una colección", dijo.

La imagen fue tan prematura que tardó "muchísimos años" en entenderla, convencido de que "no era buena".

Sólo veinte años después, en Madrid, cuando la Galería FNAC de Callao le propuso hacer una exposición de fotografías inéditas comenzó a buscar en sus archivos "y en los cajoncitos" de su memoria "y la encontró".

"Lo curioso es que por los mismos motivos que antes no me gustaba ahora me fascina. Nosotros cambiamos pero las fotos están ahí", explicó el artista.

María Luisa Gaspar

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