Del Álamo impone su ley con una Puerta Grande sin discusión

  • Alicante.- El novillero Juan del Álamo cosechó hoy en Alicante una gran actuación, al imponer su ley con el mejor y el peor novillo del envío, y consiguiendo así dos orejas y una Puerta Grande sin discusión.

Del Álamo impone su ley con una Puerta Grande sin discusión
Del Álamo impone su ley con una Puerta Grande sin discusión

Alicante.- El novillero Juan del Álamo cosechó hoy en Alicante una gran actuación, al imponer su ley con el mejor y el peor novillo del envío, y consiguiendo así dos orejas y una Puerta Grande sin discusión.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de "Los Galos", aceptablemente presentados y de juego desigual. Destacaron el bravo sexto y el noble y pronto primero, y "sirvió" mucho el cuarto; segundo y quinto, incómodos; y muy manso y deslucido el tercero.

El mexicano Arturo Saldívar: tres pinchazos y cinco descabellos (silencio tras aviso); y estocada y larga agonía (oreja tras aviso).

Daniel Palencia: estocada casi entera y caída (ovación); y media y siete descabellos (silencio tras aviso).

Juan del Álamo: dos pinchazos y estocada baja (silencio tras aviso); y estocada (dos orejas).

La plaza tuvo un cuarto de entrada en tarde agradable.

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TORERAZO CON VALOR, CABEZA Y SENTIMIENTO

Del Álamo no es ninguna casualidad. Un torerazo, inasequible en todo, por técnica, valor y arte, frente al bravísimo e incansable sexto. Gran novillo y extraordinario novillero.

Pero mucho más allá de estar muy bien con el bueno, Del Álamo mostró asimismo una extraordinaria capacidad frente al manso e imposible tercero, al que muy pocos son capaces de pegarle pases.

Tiene Del Álamo el toreo en la cabeza, y lo que es más importante, también en el corazón.

A ese tercero, revoltoso y huido, amigo de las tablas y que no quería pelea, terminó metiéndolo en el canasto a base de consentirle todo en la querencia, forzándole al límite para que acabara echándose hacia delante. Fue más que nada faena de arrestos y poderío, dadas las obligadas restricciones impuestas por el astado.

Pero luciría después Del Álamo una extraordinaria torería, lo que es el arte frente al sexto. Lo cuajó con el capote, sobre todo en los remates de dos medias verónicas muy marcadas en la forma y con notable fondo, de mucho y puro arte.

Dicho está que el astado fue un torrente de embestidas, "pa'llá, pa'cá", sin respiro. O se impone (el novillero), o se lo come (el novillo).

En la apertura, los pases de castigo, y nunca mejor dicho lo de castigo, resultaron definitivos. Y así y todo "la máquina" no paraba. Del Álamo le puso la muleta por la izquierda, se lo trajo y lo llevó por donde quiso. Lo mismo por el otro pitón, y ya a partir de ahí intercalando las dos manos en las series fundamentales. Desde el primer muletazo se notó que iba a ser cosa de valor y de temple al cincuenta por ciento, como fue.

Pases de mucha fibra, de trazo largo, pero sobre todo muy firme y muy sentido. Uno ligado al siguiente y al siguiente, así hasta cinco y seis veces, con los obligados remates de pecho cuando no alguna improvisación como el afarolado además de trincheras y "alegrías" por abajo.

Tremendo el esfuerzo físico, aunque lo que quedó fue la sensación de dominio y regusto. Y por si faltaba, una gran estocada. Dos orejas y Puerta Grande sin discusión.

El mexicano Saldívar tuvo un primer novillo de los que se torean solos, al que pegó pases con garbo y con soltura, pero acompañando más que dominando. Tampoco anduvo fino con la espada y aquello no fue a ningún lado.

El cuarto, de menos a más, también al final del trasteo terminaría amagando con "rajarse". Entre medias acertó esta vez el mexicano en un toreo de cierta parsimonia, templado y con detalles bonitos. Atisbos artísticos. La estocada, aún a pesar de una larga y penosa agonía por temor a estropear el triunfo con el descabello, dio paso a una oreja.

Y el de la tierra, Daniel Palencia, aún con el lote menos apto, estuvo afligido, indeciso e incapaz.

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