Desdibujada impresión de El Cid, Castella y Luque en Sevilla

  • Los tres espadas anunciados esta tarde en el segundo festejo de la Feria de San Miguel de Sevilla, El Cid, Castella y Luque, han mostrado una imagen gris y no lograron aprovechar las posibilidades de un encierro de Alcurrucén que brindó tres toros potables.

Alvaro R. del Moral

Sevilla, 22 sept.- Los tres espadas anunciados esta tarde en el segundo festejo de la Feria de San Miguel de Sevilla, El Cid, Castella y Luque, han mostrado una imagen gris y no lograron aprovechar las posibilidades de un encierro de Alcurrucén que brindó tres toros potables.

Se lidiaron seis toros de Alcurrucén, muy bien presentados. El primero, manso, tuvo buen fondo en la muleta; dócil y sin emplearse el segundo; de gran profundidad y calidad el tercero; distraído el cuarto; sosos quinto y sexto, éste más manejable.

Manuel Jesús 'El Cid', de esmeralda y oro: pinchazo y estocada (ovación). Pinchazo y estocada tendida muy defectuosa (silencio).

Sebastián Castella, de celeste y oro: estocada corta y dos descabellos (ovación tras aviso). Pinchazo y estocada caída (silencio tras aviso).

Daniel Luque, de pistacho y oro con los cabos negros. Estocada trasera (ovación). Pinchazo y estocada (silencio).

La plaza registró más de media entrada en tarde muy calurosa. Se guardó un minuto de silencio en memoria del banderillero madrileño Félix Saugar "Pirri", recientemente fallecido.

Hubo más teclas que tocar más allá del fondo manso -tan en Núñez- de un encierro variado y muy bien presentado que echó un toro de triunfo grande, el tercero, y dos ejemplares de buen fondo que debieron ser aprovechados más y mejor por una terna que llegaba a Sevilla con una tibia hoja de servicios.

La escasa entrada que registró el coso de la Maestranza fue otro certificado del momento que atraviesan esos tres toreros que en otros momentos más felices de su carrera habrían logrado convocar un aforo más nutrido.

La accidentada tarde de El Cid se abrió con un imponente castaño albardado que salió abanto y haciendo cosas de manso. Eso sí, humillaba en el capote del diestro de Salteras y aunque huía hasta de su sombra hizo concebir esperanzas para un último tercio que sucedió a una lidia algo desordenada.

El Cid mostró sabor e intensidad en los doblones con los que inició su labor y el toro comenzó muy pronto a cantar ese fondo de calidad que su matador no terminó de extraer en una faena esforzada pero falta de rendimiento. Muy encima del toro, sin terminar de cogerle el aire, sufrió una espantosa voltereta que no tuvo consecuencias graves al quedar descubierto en el remate de una serie.

Después del porrazo llegaron los muletazos más vibrantes pero a esas alturas era imposible levantar un trasteo que remató de pinchazo y estocada. El sexto, que no pasó de informalete y distraído en los primeros tercios, cogió bríos en la muleta y permitió al Cid cuajarle un puñado de muletazos más entregados que lucidos resueltos en series cortas. No hubo más y el de Salteras volvió a cobrar dos porrazos al montar la espada.

Castella logró sentirse y expresarse brevemente con el segundo de la tarde, un toro de escasas fuerzas que no llegó a emplearse nunca en la muleta. Pero el francés logró torearlo despaciosamente, sintiéndose en una faena corta y muy templada que quedó diluida a la vez que el toro se desentendía de la muleta y el matador tardaba un mundo en pararle los pies para entrarle a matar.

Con el quinto, toro y torero se contagiaron la sosería en un trasteo largo e intrascendente al que le sobró gran parte del metraje.

No tuvo su tarde Daniel Luque. Para él fue el mejor ejemplar del encierro, un tercero de enorme profundidad y gran calidad al que sólo le faltó repetir algo más.

El joven diestro de Gerena se perdió en una faena poco comprometida, siempre detrás de la mata, que desaprovechó la buena condición de su enemigo a pesar de algunos buenos muletazos sueltos a los que le faltó continuidad y, sobre todo, una colocación más comprometida.

Con el manejable y soso sexto, volvieron a sobrar las precauciones y la falta de confianza en sí mismo. EFE

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