Dries Verhoeven elige España para nutrirla con su teatro secreto e íntimo

  • Valencia.- Lo que el holandés Dries Verhoeven hace en el teatro desde hace 8 años es de todo menos convencional porque diseña sus performances para "un" espectador y "su" actor, a los que conecta con un cordón umbilical en forma de MP3, ordenador o móvil, por el que circulan secretos "sísmicos" e irrepetibles.

Dries Verhoeven elige España para nutrirla con su teatro secreto e íntimo
Dries Verhoeven elige España para nutrirla con su teatro secreto e íntimo

Valencia.- Lo que el holandés Dries Verhoeven hace en el teatro desde hace 8 años es de todo menos convencional porque diseña sus performances para "un" espectador y "su" actor, a los que conecta con un cordón umbilical en forma de MP3, ordenador o móvil, por el que circulan secretos "sísmicos" e irrepetibles.

Su última obra, "Tierra de nadie" ("No man's land"), es una experiencia "vital, carnal y emocional", según explica Verhoeven en una entrevista con Efe, que en España sólo han podido disfrutar los 360 espectadores que han participado, desde el pasado viernes hasta hoy, de las sesiones organizadas en el festival Valencia Escena Oberta (VEO).

Es todo "muy raro", radicalmente diferente a cualquier función teatral al uso: el espectador llega a la estación del Norte de Valencia, se acerca a una mesa con un cartel del VEO Festival y allí le entregan un cartel con un nombre escrito, unos cascos y un MP3.

Los veinte "elegidos" se ponen en hilera en el vestíbulo, sosteniendo bien visible el cartel con el nombre, y, a través de los cascos, empiezan a escuchar ruido de una estación mientras veinte desconocidos se sitúan frente a ellos mirándoles fijamente.

De repente, un aria conecta lo que se oye por los cascos con la boca de los "actores", que empiezan a "cantar" mientras los usuarios de la estación miran atónitos a unas personas que, en total silencio e inmóviles, se sostienen la mirada compartiendo un secreto que sólo ellos conocen.

Cuando la música termina, cada "actor" elige a "su" espectador en función del nombre del cartel que sostienen y, a partir de ese momento, caminarán, durante una hora y cuarto, por las calles de Valencia "conectados" por lo que ambos oyen a través de los cascos.

La sorpresa es que los "intérpretes" no son tales, sino inmigrantes o refugiados que han querido participar de esta experiencia "conduciendo" a los "nativos" por un juego de espejos en el que la realidad y los prejuicios elaboran el retrato de ambos.

Aunque la historia sea la misma, una especie de "frankestein" construido con los relatos de inmigrantes y refugiados que residen en Valencia, nunca es lo mismo porque el espectador vive el "paseo" de distinta forma.

En el recorrido, mientras los "otros" espectadores, es decir, los transeúntes, observan cómo una persona sigue a otra como si les uniera un hilo invisible, el "actor" y su "perseguidor" escuchan cómo es la vida de alguien en un país que no es el suyo, que intenta adaptarse a sus costumbres y que vive en precario.

"La reacción de los espectadores difiere -explica Verhoeven-, pero todos coinciden en que somos honestos con ellos. Por supuesto que es bastante excitante seguir a un desconocido por las calles y esa dependencia crea una intimidad que genera una conexión muy especial".

El director asegura que los inmigrantes y refugiados estaban "ansiosos" por participar y "encantados" de que alguien quisiera escuchar su historia, "lo triste y lo divertido, los prejuicios y las anécdotas", porque entendieron rápidamente que el objetivo "no sólo era teatral, sino real".

Verhoeven ha experimentado antes con obras en un minibús, en un locutorio, en un pasillo entre trenes de metro, con un laberinto. En fin, espectáculos todos ellos para muy pocos espectadores.

"Mi objetivo no es comercial, está claro, y lucho mucho con fundaciones y festivales para convencerles de que apoyen un arte tan lejano a los escenarios porque mi sueño es que la gente perciba su importancia y belleza", dice.

Su próximo proyecto es seguir investigando en "la intimidad" y lo hará en un "cibercafé teatral", en el que espectadores europeos estarán conectados con los "actores", situados en una playa en Sri Lanka.

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