El Bellas Artes de Bilbao completa la escultura vasca con obras de Larrea

  • El escultor Vicente Larrea ha donado al Museo de Bellas Artes de Bilbao siete esculturas de mediano tamaño con la que el centro bilbaíno completa su colección de escultura vasca de la posguerra formada ahora por 66 obras que exhibe de manera permanente.

Bilbao, 5 feb.- El escultor Vicente Larrea ha donado al Museo de Bellas Artes de Bilbao siete esculturas de mediano tamaño con la que el centro bilbaíno completa su colección de escultura vasca de la posguerra formada ahora por 66 obras que exhibe de manera permanente.

Con la donación de las siete esculturas de Larrea el museo bilbaíno completa la más importante colección pública de escultura vasca de la posguerra, con 66 obras de Chillida, Oteiza, Néstor Basterretxea, Remigio Mendiburu y el propio Larrea, ha indicado hoy Javier Viar, director del Bellas Artes.

Larrea (Bilbao, 1934) ha donado al museo seis esculturas en bronce y una en acero inoxidable, realizadas entre 1967 y 2002. El conjunto se muestra desde hoy en la sala 32 del museo, acompañado de otras cuatro piezas suyas que ya pertenecían a la colección del centro.

Aunque son piezas únicas, no series, la mayoría son estudios de esculturas de gran tamaño que están expuestas en lugares públicos de Bizkaia.

Larrea es un escultor muy apreciado en su ciudad, que muestra sus obras de bronce en varias plazas.

Las siete piezas que ha donado proceden de la colección propia del artista y están valoradas en 645.000 euros.

Se puede apreciar en ellas la trayectoria del artista, desde sus inicios en escultura constructiva y geométrica hace más de cuarenta años hasta alcanzar en sus últimas obras un estilo basado en una lámina continua, de espesor variable, que fluye según un ritmo ondulante y barroco.

Faltan en el museo, como ha recordado Larrea, algunas obras de su época intermedia, "pero a lo mejor van llegando", ha adelantando.

Esta evolución se puede ver en "Espacio para una vida" y "Formas concéntricas", las dos de 1967. Larrea ha explicado que son sus dos primeras obras no figurativas, en las que unas esferas superpuestas e inacabadas envuelven el aire.

El mismo concepto, pero en líneas rectas, se puede observar en "Proyecto para una cárcel deshabitada", de 1969, donde el acero inoxidable forma un espacio vacío, "porque la cárcel tiene que estar desocupada", ha dicho hoy el artista.

Otras tres obras expuestas desde hoy son tres estudios del 2002 para las esculturas homónimas de gran tamaño que se pueden ver en la plaza San José de Bilbao, que constituyen un homenaje a los ingenieros y urbanistas que contribuyeron a definir el urbanismo de la ciudad, como Churruca, Bastida, Alzola o Achúcarro.

Las tres muestran la penúltima tendencia del artista, con esculturas cada vez más cerradas hasta esconder el interior. Si antes era el espacio interior lo dominante, ahora es el material -bronce o hierro- el que comprime el aire mediante pliegues, dejando un interior en sombra que apenas se ve.

"Las retuerzo porque me cuesta mucho terminarlas", ha comentado hoy el artista sobre estas obras. Pero como la evolución no para, ahora ha vuelto a realizar esculturas mucho más abiertas.

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